Padilla y Lezama otra vez: proyecto Dentro del Juego planta ‘Jardines invisiblesʼ en Galería Galiano

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Erick Sacramento, ʿLexia 1ʾ (sal, cuero crudo, sangre, tierra, madera, cristal y grafito sobre papel), de la serie ʿAscuasʾ, 2018

Desde el 1ro. y durante todo agosto ha estado expuesta en la Galería Galiano del Fondo de Bienes Culturales (Galiano n.o 256, La Habana) la exposición colectiva Jardines invisibles, un plantío de múltiples materiales de seis creadores que habitan los circuitos del arte de Villa Clara. Yoelvis Chio Consuegra, Maykol García Hidalgo, Carlos Manuel Loriga Gil, Erick Sacramento Ortega, Leonardo Montiel García y Ramón Ramírez Ruiz no se han congregado aquí por casualidad, sino porque a varios de ellos los une hace ya cuatro años algo llamado Dentro del Juego.

Como es connatural a la obra de alguno de los implicados –allí donde se entrelazan con organicidad letra y natura–, la expo toma su nombre del muy mentado poema de José Lezama Lima “Noche insular…”, pero el apelativo de ese proyecto de resonancias más que lezamianas, que ha mostrado sus obras en grande, en la propia Villa Clara (con las expos colectivas Dentro del juego en 2016, Espacio posible en 2017 y No pasa nada en 2018), alude ambiguamente y a ojos vista a otras lecturas. Se trata de Fuera de juego, aquel libro penalizado con que el poeta Heberto Padilla obtuvo el premio UNEAC en 1968, cuya vetación y enclaustro han tenido resonancias de actualidad siempre renovada, como demuestra La confesión (2015), una obra audiovisual de Coco Fusco sobre el Caso Padilla, que en diciembre estará en Londres, nada menos que en el Tate Modern.

En Dentro del Juego se juntan desde 2015 –según edición especial de Guamo, que prohijó en 2017 la publicación de Formas simples– “creación y promoción, curaduría colectiva [e] integración multiartística”, en protesta airada pero participativa, contra las barricadas institucionales que lastraban y lastran todavía la exhibición de cierto arte en las galerías estatales. Su logo emplea con tino un cubo (o Cuba) de Rubik abierto —leitmotiv que, curiosa aunque casi lógicamente, nombró de modo equidistante, justo entre 2016 y 2017, uno de mis ensayos sobre la Generación Cero, publicado en la Revista de Estudios Hispánicos–. Bajo ese sello lúdico y deconstructor, promotores, investigadores y artistas han desarrollado un “espacio teórico, didáctico y reflexivo” en Santa Clara –de acuerdo con sus declaraciones en Guamo–, tanto para difundir arte sin trabas como para incentivar la crítica, con la dinámica de Grado cero, Zona-wifi/usb, Videocreación o esas Formas simples, que ya van en busca de su tercer dosier y de una identidad gráfica mejor definida.

Cartel de la exposición ‘Jardines invisiblesʼ | Rialta
Cartel de la exposición ʿJardines invisiblesʾ

Jardines invisibles cohesiona no sólo a seis artistas en parte distantes etariamente y divergentes en sus técnicas. Como se ha dicho estos días, materiales multívocos escoltan las piezas de los seis: “[c]emento, sangre, asfaltil, flores secas, carbón, llantas para autos, urinario, sombrilla y bicicleta”. El modo en que se involucran aquí sin traumas el ready made con el videoarte, la instalación con cuadros de gran formato y cajas de cristal ilustra la inclusividad de un proyecto como Dentro del Juego, que llegó a aunar en su convocatoria a más de cuarenta artistas en 2016, para la exposición homónima. De ahí también que el ilustrador Ramón Ramírez, que ha impartido lecciones sobre Estampas Gráficas, o Montiel, otro profesor, que ha impulsado el bazar-taller Necios y locos en la calle Independencia de Santa Clara, con el propósito de que creadores (instaurados o no) generen objetos decorativos a partir del reciclado, estén aquí.

Por momentos hilarante o desestabilizador, como en el caso de la pareja heterosexualizada de tumbonas (Sun in my ballʼs, de Carlos Manuel Loriga) o de las tres mesas servidas en el techo –que me recuerdan la tozudez con que yo misma me ponía de cabeza en el sofá de casa, a soñar un mundo al revés–. Del lirismo y la confluencia de naturaleza y escritura –cuyas capas interpretativas emulan las del palimpsesto botánico– en las “lexías” de la serie Ascuas (Erick Sacramento) a la reciedumbre desértica, moribunda, de ralos y desbordantes paisajes. De abstracciones que se agigantan o disminuyen (copo, mandala, rueda, estrella… en Sobre la dinámica del universo) a la verdad dicha en blanco y negro de Esto no tiene precio (del santiaguero Maykol García) o el colorín colorado del urinario y el paraguas dadaísta –otra vez y otra vez–. Contra los trances de amargor y las es-clavitudes del camino… el bicicletear como sueño de Chio y el rodar insomne de Montiel…

Entre los integrantes de esta última expo que, junto a muestras como Cable a tierra (de autores de Pinar del Río en Casa 8), ha entrado a formar parte del circuito del Fondo de Bienes Culturales en el verano habanero, conviene subrayar la versatilidad del trabajo de Chio y Erick. A este dueto lo confabula desde 2010 el proyecto audiovisual 1988, con obras como La Isla me absorberá (animación), La Isla en peso (ficción) o la serie Distocia, entre cuyos materiales fílmicos está el videoarte Llueve sobre mi razón, que fue premiado en el 11 Salón de Artes Visuales.

Autonomía, experimentación, colectivismo para pensarse y darse a conocer han conformado, pues, el grito de guerra de Dentro del Juego, que ha entrado en diálogo, tras no pocas escaramuzas, con las instituciones villaclareñas, alineado siempre desde la perspectiva de la autogestión y la libertad. Entre otros, el grupo ha reunido –moviéndose del pequeño al amplio nodo, de acuerdo con sus objetivos y metas, y en consorcio interdisciplinario e intergeneracional– a Yoelvis, Carlos, Maykol y Erick, junto a Lisandra Lumpuy (de Estudios Socioculturales), el Doctor en Ciencias Sociales Roberto Fernández Blanco y el filólogo Alejandro Castro; si bien han jugado asimismo rol crucial otros artistas como Omar Enrique Tirado, Leodan García Pérez, Juan Carlos Pérez Bermúdez, y los propios Montiel y Ramón.

Más que los versos de “Noche insular…” (con sus “jardines de humedad conocida”) o el homónimo poema “Fuera de juego” (donde despiden al poeta “aguafiestas”), veo en el emprendimiento terco de este grupo de Santa Clara el “Autorretrato del otro”:

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Vuelvo a escena.
Camino hacia los reflectores
como ayer,
más veloz que una ardilla,
con mi baba de niño
y una banda tricolor en el pecho,
protestón e irascible
[…] cuando aparezca
mi tropa de juglares
limaremos las rejas
y saldré.
¡Puertas son las que se sobran!

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JAMILA MEDINA RÍOS
Jamila Medina Ríos en poesía: Huecos de araña (Premio David, 2008), Primaveras cortadas (México D. F., 2011), Del corazón de la col y otras mentiras (La Habana, 2013), Anémona (Santa Clara, 2013; Madrid, 2016), País de la siguaraya (Premio Nicolás Guillén, 2017), y las antologías Traffic Jam (San Juan, 2015), Para empinar un papalote (San José, 2015) y JamSession (Querétaro, 2017). Jamila Medina en narrativa: Ratas en la alta noche (México D.F., 2011) y Escritos en servilletas de papel (Holguín, 2011). Jamila M. Ríos (Holguín, 1981) en ensayo: Diseminaciones de Calvert Casey (Premio Alejo Carpentier, 2012), cuyos títulos ha reditado, compilado y prologado para Cuba y Argentina. J. Medina Ríos como editora y JMR para Rialta Magazine. Máster en Lingüística Aplicada con un estudio sobre la retórica revolucionaria en la obra de Nara Mansur; proyecta su doctorado sobre el ideario mambí en las artes y las letras cubanas. Nadadora, filóloga, ciclista, cometa viajera; aunque se preferiría paracaidista o espeleóloga. Integra el staff del proyecto Rialta.

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