El Guggenheim de Nueva York ha abierto una retrospectiva que celebra más de ocho décadas de trabajo del artista plástico Alex Katz, legendario pionero del arte pop estadounidense. La famosa rotonda Frank Lloyd Wright del museo está colmada con dibujos, bocetos al óleo, pinturas, grabados y collages del pintor de 94 años. La muestra se nombra Alex Katz: Gathering. Tuvo su apertura a finales de octubre y estará abierta hasta el 20 de febrero de 2023.
Las primeras piezas con las que se topa el espectador al entrar al museo son unos “bocetos íntimos de pasajeros en el metro de Nueva York a finales de los años cuarenta” y las últimas representan unos “paisajes arrebatadores y envolventes”, que han dominado la producción de Katz en los últimos años, informa el museo.
Desde mediados del siglo XX, Katz ha venido forjando una de las obras figurativas más reconocidas que existen en la actualidad. Sin embargo, por mucho tiempo, la crítica no supo cómo situar el trabajo de este artista irreverente en el panorama de las artes. Además de asociado al pop art, también se le ha relacionado con “el nuevo realismo” de los años sesenta y setenta, por su inclinación a individualizar ambientes y personas, pese a la aparente serialización de su estilo.
A contracorriente del abstraccionismo abstracto y el pesimismo que dominó la escena pictórica posterior a la Segunda Guerra Mundial, el pintor estadounidense nunca cejó en su incursión en el arte figurativo. A causa de esta tozudez fue tildado de artista superficial. Sus lienzos de proporciones desmedidas, los colores llamativos y homogéneos, las líneas rectas, los retratos sintéticos, los rostros sonrientes y las figuras sofisticadas lo hicieron ganarse por mucho tiempo el rechazo del canon artístico.
“Sé que he retratado a gente elegante que vestía bien. Supongo que eso es lo que molesta. ¿Qué quiere que le diga? Nunca me interesó retratar a los pobres”, dijo el artista en una entrevista con El País. “Quería reflejar una nueva escena de artistas que emergía en Nueva York, pero no todos eran wasps. Siempre he pintado lo que tenía ante mis narices. Para mí, el realismo era eso”, agregó ante acusaciones que lo han situado como retratista frívolo de una clase élite, mayormente blanca y anglosajona.
Desde sus inicios, la premisa de Alex Katz fue captar “la eternidad” que existe en “minutos de conciencia absoluta”, recuerda la nota curatorial del museo. “La pintura, cuando tiene éxito, parece ser un reflejo sintético de esta condición”, ha asegurado Alex Katz. Llevar un registro pictórico de las “cosas que pasan rápidamente”, ha sido su objetivo número uno.
En las salas del museo neoyorkino el público puede apreciar los icónicos retratos, las escenas sociales y paisajes que, desde la posguerra hasta la actualidad, Katz ha animado con poetas, artistas, críticos, bailarines y cineastas de la vanguardia cultural neoyorkina.
El centro de Nueva York y la costa de Maine vuelven a servir de trasfondo a la vitalidad proyectada en cada una de las pinturas seleccionadas para la retrospectiva. Los cuadros exhiben en sus trazos mínimos, a veces, la influencia del abstraccionismo abstracto y, otras, recuerdan las imágenes de revistas, las vallas publicitarias y las pantallas de cine, tan afines a la idiosincrasia estadounidense.
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