Vittorio Garatti, el último de los tres arquitectos que diseñaron las muy celebradas Escuelas Nacionales de Arte de Cubanacán, en La Habana, falleció este jueves 12 de enero en Milán, Italia, a los 95 años de edad, según confirmó la prensa oficial cubana.
Después del triunfo de la Revolución en 1959, Garatti y su compatriota Roberto Gottardi aceptaron colaborar con el cubano Ricardo Porro en el proyecto de esas escuelas ubicadas en el antiguo Country Club (de golf), al oeste de la capital de la isla.
Una breve nota luctuosa en el diario Granma puntualiza que Garatti se hizo cargo personalmente de las escuelas de Música y de Ballet: “concebida la primera como una estructura serpenteante que integraba salones para clases teóricas y prácticas instrumentales, además de dos salas de conciertos; la otra como un conjunto de pabellones abovedados cubiertos de terracota, con facilidades óptimas para la formación danzaria”.
Así se describe el trabajo del arquitecto italiano en el sitio ArchDaily: “Se construyeron un total de cinco escuelas: Danza contemporánea, Bellas Artes, Artes Escénicas, Música y Ballet. Todos los edificios compartían un enfoque similar en cuanto al material y la estructura; sin embargo, cada uno presentaba una interpretación diferente del sitio y reflejaba su programa específico. La Escuela de Música, diseñada por Garatti, era una estructura serpenteante de 330 metros, que seguía el contorno del río, y se complementaba con espacios abovedados y dos grandes salas de conciertos y prácticas. Otro diseño de Garatti fue la Escuela de Ballet, que se configuraba a partir de un grupo de pabellones abovedados cubiertos de terracota, entre los que se entrelazaban caminos que fomentaban los encuentros fortuitos dentro del complejo”.
Sin embargo, el proyecto global quedó inconcluso hacia mediados de 1965, según también recuerda ArchDaily: “El entusiasmo que acompañó a la creación de las escuelas comenzó a deteriorarse con la crisis de los misiles en Cuba en 1962. Las escuelas parecían fuera de escala luego de la Revolución: un uso extravagante e innecesario de los recursos. Además, el nuevo aliado de Cuba, la Unión Soviética comunista, prefería una arquitectura funcional, anónima y pragmática, que contrastaba notablemente con el proyecto de inspiración orgánica y artesanal diseñado específicamente para el sitio por Porro, Gottardi y Garatti. Los tres arquitectos fueron acusados de promover ideales de expresión individual, marcados como «burgueses», elitistas culturales y fueron obligados a abandonar el país”.
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Décadas más tarde, el legado arquitectónico de las Escuelas de Arte habaneras sería reconsiderado oficialmente como –según el mismo obituario de Granma– “un momento estelar en la arquitectura cubana de la Revolución”.
Así las cosas, Garatti recibiría un doctorado Honoris Causa en la Universidad de las Artes en La Habana. Tal como en 2012 mereció, junto a Porro y Gottardi, el Premio Vittorio de Sica de Arquitectura por el diseño de los revaluados recintos de Cubanacán, que hoy incluso constituyen Monumento Nacional en Cuba.
En 2017, el habanero Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam acogió la exposición homenaje Vittorio Garatti: obras y proyectos. En la ocasión, el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Jorge Fernández, alabó enfáticamente toda la obra de Garatti y lo situó como “uno de los grandes arquitectos que ha conocido la historia del siglo XX”.
“Llegó a la Isla para cubrir la ausencia provocada por la diáspora de muchos de los profesores que enseñaban Arquitectura”, escribía Fernández en un elogio recogido por ArtCrónica. “El azar hizo que terminara siendo protagonista –junto a Gottardi y Porro– del proyecto y la ejecución de una de las obras más grandes de todos los tiempos: las Escuelas de Arte. De la autoría de Vittorio son las de Música y Ballet. En ellas hay muchas influencias de estilos y tendencias, que vienen de lo más importante que se producía internacionalmente: pasando por Frank Lloyd Wright o Le Corbusier. Sin embargo, en su concepto de arquitectura orgánica y expandida está Cuba, por medio de la vegetación vista en sus formas naturales o a través de esa energía que exhalan piezas como La Jungla o El Tercer Mundo, ambas de Lam. Esta última, por medio de una reproducción magistral, cubre el techo de su casa”.
A continuación, el panegirista citaba otras obras notables de Garatti: el Monumento a Playa Girón (“Premio de Arquitectura, en 1963”) y el Instituto Voisin (1964-1965), también en Cuba, así como el Pabellón de Montreal de 1967 (junto a Sergio Baroni).
“Sería imposible pensar en los planes de crecimiento urbano de La Habana sin recurrir a los proyectos de Vittorio”, sostuvo Fernández. “Es difícil ser un buen urbanista, diseñador industrial y un brillante arquitecto. Solo lo consigue alguien con gran talento y una capacidad extraordinaria para conectar lenguajes diversos. Vittorio siempre será un enigma. […] Vittorio ama la vida, aunque sepa que en ella está enclavada la muerte. Su decursar en el tiempo es una mezcla de utopías y transgresiones, en lo personal y lo social. Siempre ha sido un romántico que odia los convencionalismos y los dogmas”.
Vittorio Garatti nació igualmente en la ciudad Milán, en cuyo Politécnico se graduó en el año 1957.