El pasado 28 de abril fue emitida en línea una nueva entrega del ciclo de charlas virtuales Estratos, concebido por el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), que dirige desde La Habana la artista Tania Bruguera, como un espacio para abordar críticamente la historia cultural cubana de las últimas décadas.
En este encuentro, el cineasta independiente José Luis Aparicio entrevistó a Orlando Jiménez Leal, director del documental PM (1961), una de las obras cinematográficas más significativas en lo que se refiere a las relaciones entre poder y cultura de los primeros años de la revolución cubana. Jiménez Leal, que actualmente reside en Florida después de sesenta años de exilio, es también autor de otros dos importantes documentales sobre la realidad política cubana: Conducta impropia (1984) y 8A (1992), que abordan, respectivamente, la represión estatal dirigida contra los homosexuales y el juicio al general Arnaldo Ochoa y otros jefes militares acusados de narcotráfico en 1989.
La conversación giró fundamentalmente en torno al llamado Caso PM, el primer episodio importante de censura revolucionaria, que provocaría un conflicto entre las diversas facciones del campo intelectual cubano de la época, y el primer acto de definición de la política cultural del Gobierno de Fidel Castro.
Jiménez Leal explicó que el impulso que los llevó a él y a Sabá Cabrera Infante a realizar PM fue el de mostrar la realidad paralela que coexistía, en la Cuba posterior a la invasión de Girón, con la solemnidad marcial promovida por la propaganda oficial. La película, que registraba las pulsiones festivas populares, fue concebida, según afirmó su realizador, como “una conspiración artística”, y como un alegato contra la “rigidez formal” que caracterizaba a las producciones del Instituto de Cine (ICAIC), y por ello asumió la fluidez formal del free cinema y fue producida de modo independiente de cualquier institución oficial. Según Jiménez Leal, esta razón también explica, además del contenido que refleja, la prohibición que recayó sobre su proyección.
Otras cuestiones artísticas y técnicas de la película fueron tratadas en el diálogo entre Aparicio y Jiménez Leal antes de ocuparse de la censura y sus consecuencias. El pormenorizado relato de estos acontecimientos que ofreció el director de PM pasó revista a la insatisfacción que ya se hacía sentir entre los artistas por el cada vez más evidente control que el Gobierno intentaba ejercer sobre la producción intelectual. Se habló, por ejemplo, de la celebración del Congreso de Intelectuales y Artistas en Casa de las Américas –donde se produce un intenso debate entre los defensores de una mayor libertad de creación y los que apoyan un modelo de subordinación de la cultura al Estado– y, finalmente, de la reunión en la Biblioteca Nacional, en la que Fidel Castro demarca explícitamente los estrechos límites que existen para la libertad artística en un sistema totalitario en el célebre discurso Palabras a los intelectuales, lo que representa el final de los espacios culturales alternativos que sobrevivían en Cuba.
Seguidamente, Aparicio evocó la influencia que ha ejercido PM para el cine independiente cubano de las últimas décadas en su objetivo de alcanzar una mayor libertad formal en la captación de la realidad cubana, y la atención de entrevistador y entrevistado se giró hacia la actualidad.
En referencia a los últimos episodios de censura y represión por parte del régimen cubano, Jiménez Leal opinó que forman parte de una extensión del espíritu de control estatal que se inauguró con PM. “Lo que pasa es que cada día es más anacrónica esa visión absolutista de Cuba” dado “el divorcio entre el discurso y la realidad”, afirmó. Preguntado sobre si le gustaría regresar a Cuba, Jiménez respondió: “Me gustaría volver, pero no es una necesidad ni una urgencia, porque la Cuba que yo conocí ya no la voy a encontrar”.
Por último, se dio respuesta a las preguntas que los espectadores habían formulado a lo largo de la emisión, y Jiménez Leal habló sobre la imagen internacional de la revolución y los modos que ha encontrado el Estado para someter a los intelectuales, entre otros tema.
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