Fotograma de ‘Clorindo Testa’, Mariano Llinás dir., 2022
Fotograma de ‘Clorindo Testa’, Mariano Llinás dir., 2022

Clorindo Testa (2022), la más reciente película del director argentino Mariano Llinás (La flor, Concierto por la batalla de El Tala, Corsini canta a Blomberg y Maciel), tendrá este 23 de abril su premier americana como parte de la competencia oficial argentina del 24° Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI), que transcurre del 19 de abril al 1ro. de mayo de 2023. Su estreno mundial sucedió en noviembre de 2022 durante la edición 60 del Festival de Gijón, España.

Clorindo Testa es un documental renuente. Llinás lo parece filmar desde la aversión. Es un documental que no quiere ser, pero mientras más se resiste, es. Todo y nada al mismo tiempo. Es un documental-pregunta. No deja de rehuir toda posible respuesta, sortea el más mínimo amago de certeza, como si de ello dependiera su vida. Cualquier posible concreción puede ser fatal.

Es una película de prueba y error, un filme-proceso, un filme-gesto, un filme-performance, en el que la autorreferencia transmuta en divertida autoparodia; como si Llinás se hubiera sometido a una operación a corazón abierto, permaneciera consciente mientras le sajan el pecho, le manipulan su corazón, además (sobre todas las cosas) se divirtiera mirando al equipo médico afanarse en tan compleja tarea. Y luego se descubre que el cardiólogo siempre ha sido él mismo.

Este tercer documental que Llinás estrena al hilo, justo tras sus magníficos Concierto… y Corsini… es también una película líquida, de mercurio, de plasma. Está en constante ebullición y nunca llega (ni quiere, ni pretende) a solidificarse, a definirse como una forma o un discurso cerrados. En su discurrir fluvial se bifurca constantemente en afluentes, que más adelante se cruzan entre sí, se vuelven a fundir en nuevas corrientes, nuevos ríos en los que nadie se bañará, ni nadará, ni se purificará, ni se ahogará, dos veces. Ni siquiera el cartero podrá llamar dos veces.

Clorindo Testa no es muchas cosas. Su discurso se basa en esta naturaleza negadora –o cesa de descartarse. Pero sí es un documental sobre los múltiples inicios de una película sobre Clorindo Testa, y acerca de todos sus numerosos e imposibles finales. Es una película sin final, que no infinita, aunque también puede serlo, pues lo infinito sugiere un perpetuo comienzo. Inicios que engendran inicios, en una eterna coreografía fractal. La película de marras también puede leerse o entenderse desde la fractalidad.

En el crisol siempre al rojo vivo que resulta Clorindo Testa se mixturan el cine clásico de género –sobre todo el noir, presente en la casi constante narrativa en off de Llinás–, con la intimidad autorreferencial. A la vez, Llinás toma distancia respecto a ambas perspectivas, se desdobla, contempla sus propias confesiones, a su familia, a su vida, a su padre Julio Llinás (1929-2018), y al arquitecto y pintor Clorindo Testa (1923-2013), amigo de su padre, tema de un libro de su padre –volumen que es a la vez motivo, eje, pretexto, estratagema, trampa y emboscada para hacer la película–. Tal como lo fue el general William Tecumseh Sherman (1920-1891) para el realizador estadounidense Ross McElwee y su película La marcha de Sherman (Sherman’s March, 1985), posible influencia del Clorindo… de Llinás, y sin dudas uno de sus más contundentes y divertidos predecesores en este arte de convertir personajes en embozos y máscaras, de sabotear expectativas, retar percepciones, reivindicar el yo como gran punto de partida y llegada de toda obra. Todos los caminos parten del artista y conducen al artista.

En Clorindo…, todos los caminos brotan de Llinás y finalizan en Llinás, de las maneras más inesperadas y divertidas. Mientras más busca, más se topa consigo mismo. O mejor, mientras más nos hace preguntarnos por el arquitecto, por su padre, por el libro de su padre, por la prosa de su padre, por el lugar de Testa en la cultura argentina, por sus aparentemente infructuosos intentos de filmar un documental sobre Clorindo Testa que le encarga una fundación, más seguimos encontrándonos con él. Nos espera en cada recodo del gran laberinto. Como Jack Torrance y su filosa hacha. All work and no play makes Mariano a dull filmmaker.

Cartel de de ‘Clorindo Testa’, Mariano Llinás dir., 2022
Cartel de de ‘Clorindo Testa’, Mariano Llinás dir., 2022

Por eso Mariano juega a que filma. Luego filma ese juego de encuentros y desencuentros, de tesis y antítesis, de búsquedas y pérdidas, de preguntas, preguntas, preguntas… ¿Para qué valdría responder? Las certezas son suerte de aguafiestas de la vida, asesinas del misterio, destructoras de la seducción. Son puros macguffins de la existencia –Hitchcock lo sabía–. La clave está en la búsqueda y no en el hallazgo, que casi siempre –para no pecar de absoluto cuando se analiza, o mejor, cuando se dialoga con una película tan a buen recaudo de cualquier absoluto– es decepcionante. Contra lo concreto se estrella la imaginación desatada, se asfixia la ilusión.

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Llinás narra en off sus peripecias fílmicas y dilemas (delirios) creativos-éticos-morales. Con voz de detective, como si de una antigua novela radial de misterio se tratara. Como si prologara una fábula espectral y sangrienta de William Castle. Es una voz de fieltro, de Fedora, de “gacho” gris. Una voz cavernosa, por momentos de ultratumba, añejada, densa, emotiva. Invita a cerrar los ojos. Es una voz que lleva gran parte del peso emotivo y narrativo de la película. Sella y certifica su voluntad y esencia noir. La vida puede ser asumida como una pesquisa en pos del culpable de que estemos vivos, y de todos sus cómplices –¿quién cometió el crimen de que yo naciera?, parece preguntarse el investigador mientras mastica un cigarrillo apagado.

En su aparentemente desesperada brega por concebir la película sobre Clorindo Testa que se resiste a ser una película de Clorindo Testa –que quizás nunca fue concebida como una película sobre Clorindo Testa, y posiblemente ni Clorindo Testa lo hubiera deseado–, Llinás parece someterse a sí mismo a un interrogatorio. Tras varias agotadoras jornadas solo obtiene más y más evasivas. No importa cuánto se esmere en colocarse la lámpara fulgurante frente a los ojos. No importa cuánto juegue al policía bueno y al policía malo, al hermano, al cineasta, al hijo, al padre y al espíritu santo. Pues esta película, entre muchas cosas que es y no es, igualmente puede versar sobre la naturaleza trinitaria de todos los seres humanos: son descendientes, casi siempre progenitores y estos dos estados del ser se interconectan a través de la cuerda tensa (a veces floja) del alma.

En todas las sinuosidades y angosturas del complejo camino que traza Llinás (y que siempre van desde él y hasta él, no olvidarlo) con su relato, el cineasta parece inquirir por las consecuencias, resonancias y responsabilidades de ser heredero de alguien y luego heredar(se) a alguien. De ser simultáneamente un sujeto del futuro (de sus padres) y del pasado (de su hijo), joven y viejo como el dios Jano bifronte. La condición humana se ve escindida en la condición de padre y la condición de hijo, que a la vez se atraen y se repelen, en eterna dicotomía que determina al ser humano como un ente del tiempo, de la simultaneidad, del movimiento, del viaje. Y Clorindo Testa es un gran viaje por una lost highway.

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ANTONIO ENRIQUE GONZÁLEZ ROJAS
Antonio Enrique González Rojas (Cienfuegos, 1981). Periodista y crítico de arte. Textos especializados suyos aparecen en publicaciones como La Gaceta de Cuba, Cine cubano: La pupila insomne, El Caimán Barbudo, Hypermedia Magazine, Altercine (IPS Cuba), Cine Cubano, Esquife, Noticias de Arte Cubano, Bisiesto (Muestra Joven ICAIC), Enfoco (EICTV), la revista del Festival de Cine de La Habana, y otras. Ha sido guionista de varios programas televisivos especializados en audiovisual como Lente Joven, Banda Sonora e íconos del celuloide. Ha integrado jurados de la prensa en eventos como el Festival de Cine de La Habana. Ha publicado libros de ficción y crítica de cine, entre los que se encuentran: Voces en la niebla. Un lustro de cine joven cubano (2010-2015) (Ediciones Claustrofobias, 2016) y Tras el telón de celuloide. Acercamientos al cine cubano (Editorial Primigenios, 2019). Un tercer volumen titulado “Críticas, mentiras y cintas de video” está en proceso de edición.

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