‘La flor’, el monumental filme de 14 horas de Mariano Llinás, en streaming

Desde finales de marzo, el director de cine argentino Mariano Llinás ha autorizado la exhibición en línea y de manera gratuita de su más reciente trabajo, el monumental largometraje La flor, estrenado en su país en 2018. Aclamada por la crítica alrededor del mundo, la cinta, filmada durante más de diez años y con catorce horas de duración, se ha convertido en uno de los fenómenos más extraordinarios del cine independiente de los últimos años.

La iniciativa viene a sumarse a las cada vez más importantes expresiones de solidaridad de artistas e instituciones culturales que han puesto su trabajo a disposición del público espectador de manera gratuita, a través de las redes sociales y plataformas de distribución de Internet, como una vía de distensión y ayuda para sobrellevar las demasiadas horas de aislamiento forzado por la amenaza de la Covid-19 en todo el mundo.

Reticente del modelo de distribución bajo demanda que rige la industria del cine y el audiovisual hoy, Llinás confesó haber rechazado la propuesta de Joan Sala, representante de Filmin, cuando se le acercó con la idea de exhibir el filme en streaming. En sus palabras se explicaba: “no nos negábamos por mezquindad, sino porque su visionado así es mucho menos divertido que en salas, donde se puede producir un acontecimiento comunal trascendente, emotivo”. Pero unos días después, no sin ciertos requerimientos por razones de derecho en Europa, accedió a hacerlo, convencido del efecto paliativo que puede tener su obra de largo aliento para los amantes del cine en una circunstancia donde las proyecciones públicas no son una opción.

Y no poca razón hay en ello. La flor es una película que fusiona códigos y lenguajes de la aventura, el espionaje, el cine serie B, el silente, el cine de autor, de arte, el homenaje, la fragmentación, las anacronías, y ficción, mucha ficción. Se trata de seis historias, con independencia entre sí, cuyo único vínculo parece ser la participación de las cuatro artistas del colectivo teatral argentino Piel de Lava (Elisa Carricajo, Laura Paredes, Valeria Correa y Pilar Gamboa) en varias de ellas. A lo largo de seis episodios de distinto género, formato y extensión, se presentan tramas que no llegan a término; otras que lo hacen aunque no del modo más tradicional; y otras que sirven de epílogo a subtramas dejadas a su suerte con toda intención o de un posible cierre a toda la cinta.

No en balde, público y crítica han estado de acuerdo para justipreciar la película con calificativos como “experimental”, “desenfrenada”, “osada”, “paródica”, “desmedida”, “faraónica”. A raíz de su estreno en el Festival de Cine de Locarno, en 2018, el sitio de crítica El espectador imaginario la reseñaba como “una ambiciosa revisión de la historia del cine, cuyo engranaje se activa a partir de la acumulación de una cantidad ingente de géneros cinematográficos diferentes”. Más recientemente, el escritor chileno Roberto Brodsky, en una suerte de crónica de su experiencia ante la proyección en el Lincoln Center de Nueva York el año pasado escribía sobre esa ambición: “Desmesurado y deslenguado como es, Llinás tiene confianza en que cada película es una batalla contra las fórmulas y el adocenamiento de la producción a pedido. Su actitud ante el oficio es más la de un escritor vuelto de espaldas al mundo que la de un eficiente director encerrado en la sala de edición”.

Ahora una película de factura independiente como La flor puede verse en casi todo el mundo. El proyecto, sin dudas, puede llevar a repensar fenómenos como el binge-viewing que series de plataformas millonarias como Netflix o Amazon Prime Video han generado en los últimos años de la historia del cine y la televisión. Quien quiera asistir al extraño y no menos célebre suceso de La flor, puede hacerlo también aquí en la totalidad de sus capítulos, desde la comodidad de su casa.