Un campo de marabú arde en Cuba

Para Carlos Manuel Álvarez.
Para el Movimiento San Isidro y el 27N.
Para Omni Zona Franza y Poesía Sin Fin

En la jaula de alambre, el vicio del aburrimiento es hereditario.
Y eso, el aburrimiento, es la razón principal por la que los pollos inofensivos,
los pollos terriblemente inofensivos, los pollos mortalmente inofensivos,
terminan picoteándose unos a otros, comiéndose las vísceras.
Carlos Manuel Álvarez, Los caídos

El 21 de diciembre de 2020 a las 8:00 pm tres escritores y una servidora fuimos invitados a conversar sobre los últimos hechos ocurridos en La Habana, “Cuba: las acciones del Movimiento San Isidro y la Manifestación del 27 de noviembre”. El programa se llamó Cuba: ficcionar un país posible. El título expresaba la supuesta línea de conversación y el sueño de imaginar un país como un derecho cívico, sobre todo humano. La salida al aire de nuestro programa coincidía con la salida al aire, en vivo, del mismísimo Carlos Manuel Álvarez, por el canal de CiberCuba, informando que por fin había llegado a su casa, que estaba bien, que estaba fuera de peligro, que intentó escapar internándose en un bosque de marabú (poesía) y que esos rasguños ensangrentados que se extendían por las costillas y los brazos eran la prueba de un relato del terror. Pensé por dentro que no había nada que decir sino escucharlo a él, oír la exaltación de un hombre vivo, joven, hermoso, inteligente, con espejuelos, con sangre en la piel. Pero igual hablé y dije, medio nerviosa, medio ansiosa, medio temblorosa:

Quisiera dar las gracias, muchas gracias, a Janet Batet, por haber pensado este programa desde Miami con autores que no escribimos ni dictamos panfletos políticos, pero sí escribimos a través de lo político, al menos yo me siento cada vez más afectada por una zona política (hablo literariamente) que voy logrando expresar mejor a medida que veo mejor, aunque soy miope y sin espejuelos no puedo conducir ni mis deseos. Doy las gracias, sobre todo, porque no me siento preparada para decir nada coherente. Yo siempre prefiero escribir. Y agradezco que Janet Batet me invitara a compartir algo que diré con muy poca inteligencia, con mucha humildad frente a los cubanos que están en La Habana y en el resto de las provincias de Cuba, siendo apresados o golpeados o secuestrados o perseguidos. Me falta mucha inteligencia, aunque confieso que no me falta emoción. Entonces quisiera decir eso, que hablaré únicamente desde la emoción.

Yo veo las cosas siempre pensando que las escribiré. Desde que empezaron las huelgas de las personas que forman parte del Movimiento San Isidro, a mí me pareció que yo debía escribir sobre eso o al menos pensar sobre eso, porque ahí había verdad. Hay muchos tipos de verdades. El amor, por ejemplo, es una verdad. Escribí algo explicándole a mi hijo lo que yo pensaba que estaba sucediendo. Cómo en un país supuestamente pacífico y feliz (porque eso es lo que se vende al mundo) un grupo de hombres y mujeres deciden inmolarse por la razón que sea. Un grupo que lleva tiempo siendo reprimido en cada acción, sea del tipo que sea esa acción: poética, performática, política, social y todo eso junto. Eso no es explicable sino afirmando que no es verdad. Cuba no es un país pacífico y tampoco es un país feliz. Cuba es un país horrorizado. Cada cosa en Cuba es expresada como un eufemismo. Literariamente resulta fascinante, para mí misma, que la mayoría del tiempo veo el mundo como si se tratara de una película, resulta fascinante escribir ahí. Yo extraño escribir en Cuba.

Por eso, después, cuando sucede la manifestación masiva frente al Ministerio de Cultura yo pensaba: Dios mío, necesito estar ahí. Porque narrativamente ese es el hecho histórico del año 2020 por excelencia. Imagínense que se conmemoraba un aniversario más del fusilamiento de los 8 estudiantes de medicina, que dicho sea de paso, fue un fusilamiento arbitrario, una atrocidad. Si eso pasó de verdad en la historia de Cuba, porque por supuesto, la historia de un país es sagrada y lo sagrado siempre es dudoso, al menos para mí, entonces esta manifestación tiene un sino también sagrado, tiene una fuerza histórica y una naturaleza de revancha. Lo dudoso en este caso sería la respuesta. No hubo respuesta. La respuesta pifió. He pensado eso estos días porque yo he escrito sobre los ocho estudiantes de medicina antes. En mi relato de amor, los ocho estudiantes de medicina son analfabetas y se aman unas a otras. Uso el género femenino para subvertir no sólo la historia, sino mi propia educación retrógrada, adoctrinada. No reniego de mi educación. A mí me educaron personas que tenían sus raíces en otro lugar, remoto, que pertenecían a la tierra. Personas que creyeron en algo que dejó de ser y estar. Gente convencida.

A mí me hubiera gustado estar ahí. En la calle, sentada en alguna raíz gruesa de árbol o recostada en alguna pared o recostada en el aire. Yo no hubiera medido las consecuencias igual que mis amigos o conocidos que se manifestaron tampoco midieron las consecuencias. Todos están siendo vigilados y observados hoy. Una amiga que no estuvo en la manifestación me mandó el siguiente mensaje: esto se ha convertido en una cacería de brujas. Así que estuve leyendo hoy la columna de Darío Alejandro en la revista El Estornudo, donde también tengo una columna mensual, y me parecía muy necesario saber lo que piensan las personas que participaron directamente en la protesta o manifestación. Hubo artículos alrededor de esos hechos que también me parecieron importantes a la hora de analizar toda la actualidad de un país que debería llamarse Trilce al final del 2020. Una nota del escritor Michael H. Miranda donde habla precisamente del diálogo y de ese tono romántico y bondadoso que es natural del ser humano. Yo pienso, y fíjense que yo soy muy ingenua y no sé asimilar bien los hechos, que no hay bondad en un sistema de este tipo. No hay bondad. Ninguna. Cero.

Me gustaría copiar una nota que tomé personalmente. La tomé de un programa de la televisión cubana que se transmitió al día siguiente del supuesto diálogo con las treinta personas que lograron entrar al Ministerio de Cultura. En ese programa habló Fernando Rojas, la misma persona desagradable que dialogó con los treinta seleccionados para entrar al Ministerio (tengo una anécdota personal con esa persona, donde esa persona me dice delante de una audiencia entera, a mis diecisiete o dieciocho, que yo soy una equivocada). Me parecía exquisito, mientras veía el programa, porque como relato aquello era tan absolutamente maquiavélico y perverso que me daba envidia no haberlo escrito yo misma. Estas fueron mis notas mientras Fernando Rojas hablaba, como una comedia dadá:

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<Algunas personas querían distorsionar la realidad.
<Cuestiones más generales relacionadas con la aplicación de la ley.
<La obligación que tenemos de defender a los artistas.
<Fue una discusión entre compañeros.
<Muchas cosas en las que discrepábamos o no discrepábamos tanto.
<Hubo un solo planteamiento político.
<Fernando Pérez y Jorge Perugorría querían contribuir a la discusión.
<Recibimos críticas unos a otros y se logró un ambiente constructivo.
<La institución se comprometió a interesarse en Denis Solís.
<Les dijimos que nos interesaríamos en la salud de Luis Manuel Otero Alcántara.
<Nos comprometimos a trabajar con todos los artistas.
<Hubo un saldo positivo.
<A seguir evaluando los espacios independientes.
<Vamos a trabajar con total apego a nuestra Constitución.
<Ese clima de respeto ayudará a resolver los problemas de esas personas.

Fernando Rojas, viceministro de Cultura de Cuba, relata el diálogo sostenido con los artistas durante cuatro horas, el 27 de noviembre del 2020, Aniversario del Fusilamiento de los Ocho Estudiantes de Medicina, como una obra de teatro de aficionados. A partir de eso y de toda la ola de represión que sucedió después, ¿cómo podría ocurrir un diálogo y que tipo de diálogo sería? Me parece tan triste, tan pobre, tan miserable todo. Me parece muy real y muy terrible lo que afirma el cineasta Juan Pin en la columna de Darío Alejandro en El Estornudo: “Otra inmadurez es pretender chantajear al poder o exigirle al poder como si estuvieras en igualdad de condiciones, sobre todo cuando no tienes nada que ofrecerle y él puede prescindir de ti”. Y me parece que el miedo en Cuba es por ahora algo vivo y latente. Y me parece que el miedo es el verdadero poder. Y me parece que al poder hay que responderle con poder. Y me parece que la poesía podría ser un poder, siempre y cuando sea lengua, boca, papila, amígdala, adenoide. La poesía de la muerte podría ser poderosa.

Para mí es muy fácil decirlo desde aquí, una plataforma virtual que se transmite en vivo a una distancia virtual, infinita, del país de origen y pido disculpas por eso. Aunque tal vez no sea necesario pedir disculpas por nada. Ellos no piden disculpas. Yo acabo de escribir sobre el miedo para tratar de entender su poesía y su sorna. Incluso estando aquí yo recibo mensajes de muchos amigos que me aconsejan que no hable de este tema, que me cuide, que no me van a dejar entrar a Cuba. Pero a mí nadie me conoce en Cuba, quiero decir nadie lo suficientemente poderoso como para darse cuenta de que estoy entrando y no dejarme entrar. Sin embargo, esa es la forma de pensamiento de una nación entera. Repito: esa es la forma de pensamiento de una nación entera.

Cuba: ficcionar un país posible, será siempre una frase ideal, poética, para dar título a una conversación sobre el país natal donde nacimos y todavía vivimos muchos, física o mentalmente, millones de masas encefálicas viven todavía allá, con un pie en el exilio y otro pie en La Habana, o Santiago o Manicaragua. Ambas transmisiones, la de nuestra conversación en Centroamérica Cuenta, introducida por Sergio Ramírez, y la de Carlos Manuel Álvarez en CiberCuba, introducida por una nube de pánico, simultáneas y espontáneas, ocurrían cuatro días antes del cumpleaños treinta y uno de Carlos Manuel, como una celebración terrorífica de su maldita venida al mundo, un nacimiento acompañado de muchísimas oposiciones, ocupaciones, conflictos, manifestaciones, revoluciones, fusilamientos y caídas inolvidables alrededor del mundo.

La ironía de la fábula consistía precisamente en el título, sublime. Janet Batet había tomado prestadas esas palabras de una idea de Carlos Manuel Álvarez, que ahora las padecía, en la oscuridad de un transporte privado de la Seguridad del Estado. Lo que pasó después no lo he logrado seguir con atención, es fin de año en el mundo entero menos en Cuba, que parece ser fin del mundo. He prestado atención a mis propios problemas como cualquier ser humano libre. No hay libertad a noventa millas de mí y las personas en Cuba no pueden prestar atención a sus propios problemas. Prestan atención, por el contrario, a los problemas de un sistema-problema, un sistema-poder.

Carlos Manuel Álvarez FOTO Evelyn Sosa | Rialta
Carlos Manuel Álvarez (FOTO Evelyn Sosa)

Desde Juan Carlos Flores y Omni Zona Franca en Alamar hace más de quince años, hasta el susurro poético del Movimiento San Isidro en una de las estaciones de policía de La Habana el pasado noviembre del pasado año, devenido huelga de hambre y sed, la poesía cubana podría ser la bandera cubana. La poesía cubana debería ser bandera cubana desde el suicidio de Ángel Escobar en 1997. Yo tenía trece años y no conocí a Ángel Escobar. Pero sí conocí a Juan Carlos Flores y a Omni Zona Franca. Tengo una anécdota personal con los integrantes de Omni Zona Franca, uno de esos recuerdos graciosos en los que me veía inmersa, de pronto, sin saber cómo ni cuándo. Que no me dejen mentir, pero yo recibí en mi casa de Camagüey a cuatro de sus integrantes, año 2008, después de conocerlos en La Habana en uno de los Festivales de Poesía Sin Fin que ellos fundaron y sostuvieron, a golpe de represión, sin que se supiera demasiado, porque no había Internet.

En mi recuerdo, tropiezo con aquellos cuatro seres humanos en la calle República y los invito a mi casa. Caminaban de espaldas, en retroceso, como una metáfora de la poesía y de la dictadura, como una pifia de la razón. Tenía que ser en la calle República del centro de Camagüey donde me los encontrara, tenía que ser de espaldas. Me fui corriendo para esperarlos porque ellos me prometieron que irían, a mi casa, a dibujar un mandala bajo mi cama. Más tarde, cuando tocaron la puerta y mi abuelo comunista Ángel Iglesias Novoa les abrió, yo me asomé a lo lejos, desde mi cuarto de atrás, porque sabía que podía suceder algo terrible. En efecto, sucedió, mi abuelo dijo: “y ustedes quiénes son, en esta casa no entran hombres con el pelo largo”. Eran cuatro hombres negros, con el pelo largo y una olla en la cabeza a manera de casco de construcción. Era una cosa intolerable. Al final entraron y el mandala fue dibujado. Se llamaban Luis Eligio, Nilo Julián, Amaury Pacheco y David de Omni. Omni Zona Franca pudiera ser la raíz del Movimiento San Isidro, aquello sociológico-antropológico que parte de la poesía para llegar al lugar de la poesía. Siempre me pregunto si eso existe.

Al poder hay que responderle con transmisiones en vivo donde se ve a un hombre exaltado diciendo una verdad. Al poder hay que responderle con grupos de WhatsApp en todas partes del mundo llamados San Isidro Somos Todos, porque incluso a San Isidro se les fue de las manos esa explosión unánime de deseo y verdad. Al poder hay que responderle con Carlos Manuel. Al poder hay que responder con nasobuco, para que no se me pegue el poder. Al poder hay que responderle con un poema de perro, con una lengua de perro, con un genital de perro. Al poder hay que responderle con el “Poema Ofó”, de Soleida Ríos. Al poder hay que responderle con el siguiente poema, del escritor santiaguero Oscar Cruz, donde hay una lengua clavada y una rabia gustativa:

a menudo se critica a mi generación.
se dice que no sirve para nada.
que no tiene voluntad ni pensamiento propio.
que avanza en caravana por las calles del mal.
quizás los que hablan tengan razón,
pero es bueno que valoren un detalle:
mi padre tiene ojos de perro,
mi madre tiene ojos de perro,
los padres de mis padres tienen ojos de perro
y tú —que nos criticas— tienes lengua de perro.
sería bueno que valoren el detalle,
o habrá que vacunarlos pronto, contra la rabia.

Mientras ocurría todo, los mensajes que yo recibía de mi mamá eran un relato completamente opuesto a lo que yo estaba viviendo a través de mis amigos y conocidos implicados tanto en la huelga como en la manifestación. Mi mamá se avergonzaba de que yo creyera y apoyara la libertad de un país reprimido por una dictadura hace más de sesenta años. ¿Esa vergüenza de dónde proviene? ¿Del miedo? Y por supuesto, para mí como escritora, esa vergüenza es poética, le saco partido y escribo hasta un soneto, un haiku, una novela. Pero todo eso no dejará de ser, mírese de la forma que se mire, vergonzoso. Mis emociones son vergonzosas. Mi pensamiento es vergonzoso. Cuba es una vergüenza de país. La literatura cubana dentro y fuera de Cuba tiene sabor a pena. Pena propia y ajena. Pena. Repulsión. Y eso la hace rica, también. Pero rica a costa de una humanidad muerta. A costa de frases hechas y felicitaciones vacías, como Feliz Navidad, Feliz Año Nuevo y Feliz Día de Reyes. Siempre me pregunto si eso existe.

Miami, 31 de diciembre de 2020, 10:51 a. m.

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LEGNA RODRÍGUEZ IGLESIAS
Legna Rodriguez Iglesias (Camagüey, 1984). Escribe la columna Irrelevante en la revista digital El Estornudo y la columna 53 Noviecitas en Hypermedia Magazine. Obtuvo el Premio Casa de Las Américas, teatro, 2016; el Premio Iberoamericano de Cuentos Julio Cortázar, 2011; y el Paz Prize for Poetry, otorgado por The national Poetry Series, 2016. Es autora de libros como: Qué te sucede belleza, cuento, Editorial Los Libros de La Mujer Rota, Chile, 2020; La mujer que compró el mundo, cuento, Editorial Los Libros de La Mujer Rota, 2017; Mi novia preferida fue un bulldog francés, narrativa hispana, Editorial Alfaguara, 2017; Si esto es una tragedia yo soy una bicicleta, teatro, Casa de Las Américas, 2016; Mayonesa bien brillante, novela, Hypermedia Ediciones, 2015; No sabe/no contesta, cuento, Ediciones La Palma, 2015; y Las analfabetas, novela, Bokeh Press, 2015. Sus libros han sido traducidos al inglés, al alemán, al italiano y al portugués. No se incluyen aquí sus libros de poesía.

1 comentario

  1. Gracias por un texto tan lleno de vida, de vida humana, de vida poética y hasta de vida animal. Siempre me ha llamado la atención la animalidad, no la del animal, sino la nuestra, la animalidad humana.

    A veces me he preguntado si no son los animales mismos los que pudieran darnos lecciones magistrales en animalidad, de como mejorar nuestra propia animalidad humana por medio de observar cuidadosamente la animalidad animal.

    Los animales también tienen sus malos momentos como los humanos, sobre todo aunque no exclusivamente por sus intercambios con nosotros, pero los animales tiene su humanidad que no es humana de la misma manera que nosotros tenemos nuestra animalidad que no es animal.

    Hago estas observaciones por la referencia a perros con rabia como metáfora de contagio que afecta a la cubanidad. Y estoy de acuerdo con el hecho de que 1959 inició metafóricamente una enfermedad en el cuerpo del cubano, su cultura y hasta su tradición, pero tengo algo de resistencia a verlo solo como una metáfora de rabia, aunque la metáfora sin dudas es tentadora y muy ilustrativa de la situación.

    Permíteme antes de entrar en detalles dejar claro una cosa. Nunca he visto una conexión tan estrecha entre lo político y lo metafórico como en el caso de Cuba. Y cuando me refiero a lo metafórico me refiero a lo que llamo lo metafórico-literal. Por ejemplo en la naturaleza abundan mucho esos casos, como lo es la abeja orquídea o las mantis orquídea en el que un animal de una especie es literalmente una metáfora de otra especie.

    En el caso de Cuba la Constitución cubana como letra de la ley es literalmente una metáfora de la voluntad del Partido Comunista de Cuba. En otras palabras, para cada ley en la Constitución casi siempre existe una cláusula o excepción en la que el Partido Comunista tiene la potestad de modificar en la práctica si así lo estipula.

    Esta fisura en el corazón mismo de la letra de la Constitución causada por el Partido Comunista se ha esparcido a todos los niveles de la sociedad cubana a manera de arbitrariedad absoluta. Ahora, esto no quiere decir que Cuba como tal sea un Estado “rogue”, lo es, pero igualmente de manera metafórica literal.
    Digamos, por ejemplo, cuando la abeja orquídea se “aparea” con la orquídea obviamente no hay un apareamiento real, pero la orquídea logra incrustarle el polen en el cuerpo de la abeja para así copular con el polen del sexo opuesto cuando la abeja vuele lo suficientemente lejos a otras orquídeas.

    Sin embargo, el modo principal de apareamiento de estas orquídeas no es usar las abejas sino el viento aunque existen casos en que el uso puede hacerse excesivo por parte de las abejas. Las abejas más tarde o más temprano se percatan del truco y dejan de “aparearse” con las orquídeas.

    ¿Cómo esto se asemeja a la Constitución cubana?

    La Constitución prescribe las leyes existentes y por lo general no tiene que acudir a las cláusulas existentes que la alterarían a conveniencia del Partido Comunista. Sin embargo, la Constitución misma contiene la posibilidad del uso excesivo de estas cláusulas de excepciones por parte del Partido Comunista de Cuba, aunque el modo natural de seguir la ley es lo que está escrito en la Constitución sin las excepciones arbitrarias del Partido Comunista.

    La orquídea luce como una abeja y por eso la abeja intenta aparearse con la orquídea. La Constitución se supone que sea un documento de leyes sólidas y claras, pero el Partido Comunista ve más en la Constitución el espíritu de la ley que la letra de la ley y por tanto tiene la potestad de modificarla como lo estipula su ley misma. La Construcción no debería permitir eso, pero el Partido Comunista así lo ha postulado.

    Por tanto, una vez que las leyes de la Constitución Cubana se diluyen en el puro espíritu Comunista de la ley y no se anclan estrictamente en su letra, la Constitución misma se reduce a un documento metafórico cuya literalidad está subordinada a los caprichos del Partido Comunista.

    El hecho de que la Constitución Cubana es una metáfora del Partido Comunista de Cuba es donde se originó la enfermedad que ha dado lugar como bien has expresado a la rabia metafórica generalizada en los cubanos.

    Creo que el cubano antes de ser infestado con “”rabia”, como bien tu texto alude metafóricamente, fue afectado desde 1959 por una enfermedad más visceral y no tan visible como la rabia. Use la palabra rogue y no la traduje al español porque haciéndolo se pierde el sentido de lo que quiero decir.

    Un animal rogue es un animal que se comporta de maneras inesperadas y a menudo de manera que puede causar daños a otros y hasta así mismo. Este tipo de daño es psicológico, pero en muchos casos también es neurológico lo cual lo hace casi irreparable.

    En Cuba Fidel Castro dio cambios que fueron demasiado radicales y que incluso fueron mucho más allá de su intento de ayudar a los pobres. Fidel no solo expropió toda la propiedad, sino que le quitó al pueblo cubano el derecho a poseer nada.
    Esto es a lo que yo llamaría el trauma inicial que generó con el tiempo la rabia nacional. El régimen comunista cubano es un Estado rogue metafórico literal y como resultado el pueblo cubano es un pueblo rogue metafórico literal.

    Repito, metafórico porque su característica de rogue se manifiesta en la falta de literalidad de la ley pero tal falta tiene que ser y es validada literalmente.

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