Editorial Casa Vacía publica ‘Hilachas’, libro de soledades del lector/escritor cubano Michael H. Miranda

La editorial Casa Vacía, que dirige Pablo de Cuba Soria desde Richmond, Virginia, anunció la publicación de un libro de “soledades” –o Hilachas (2024)– del escritor cubano Michael H. Miranda, también asentado en Estados Unidos.

“En la Casa Vacía se vienen muy pronto las tribulaciones de Michael K. –le llama Sánchez Mejías–, prójimo de Michael H., o lo que también podría pensarse como las soledades de un lector-escritor (¿hay algo más que soledades para aquel que lee/escribe?) en su sillón de orejas”, leímos recientemente en la página de Facebook de un sello que alcanza con este volumen su entrega número 135.

“Michael K.”, ese “lector/escritor”, es la respuesta aproximativa de Rolando Sánchez Mejías a la pregunta que él mismo se hace, según podemos atisbar en contraportada: “Entonces, ¿quién escribió el presente libro?”.

Se trata de alguien, dice, que “durante un buen tiempo […] no puede o no quiere escribir, o sencillamente toma la lectura como un sucedáneo de la escritura, porque sabe, en el fondo –y esto no lo sabe todo escritor–, que leer con determinada intensidad es también escribir”.

El mismo día del anuncio de Casa Vacía, Michael H. Miranda reivindicaba la autoría de estas Hilachas –prosa, 232 páginas–, y reponía la “H”, casi por adelantado, en el lugar de aquella “K”, tan socorrida.

“Ya había dejado por aquí algún rastro de lo que llevaba meses escribiendo”, escribió esta vez en Facebook, “un libro conformado por breves notas extraídas de los libros que leo, a veces una línea, nunca más allá de un breve párrafo, todo introducido por ese escuálido verbo en pretérito –toda lectura es pretérita porque lo que de verdad uno desea es haber leído–, leí, leí que. A veces lo que sigue es agreste, a veces candoroso, otras filosófico, poético, utilitario, evasivo, redundante, profundo, gaseoso, lúdico, abierto, balbuceante”.

La pregunta inicial por la identidad del autor se convierte en manos de este, como no suele ser de otra manera, en interrogante sobre la naturaleza de lo escrito. Por su parte, quien aún no lee la obra se lo cuestiona todo e incluso sospecha que todo se trata, finalmente, de la misma incógnita formulada desde puntos de vista distintos.

“Sólo sé que es un libro, pero no podría definir de qué. ¿Aforismos? No creo. ¿Antología de algo? Poesía y ensayo, no y tampoco. Prosa, me dice Pablo [de Cuba Soria], editor. Un largo poema en prosa de unas 200 páginas conformado por ideas de otros que hago mías. Filamentos, hebras, hilachas. La novela de un lector y sus fantasmas. Muy Markson todo”, deshila aquí nuevamente Michael H. Miranda, ahora ya, suponemos, sin que a la vez esté tramando más que un post sobre su libro.

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“A algunos se les da muy natural, otros salimos abrumados, quemados por el esfuerzo”, dice más adelante en su post/presentación. “Lo que sí está claro es que, por más que lo afirme en el prólogo, no podría demostrar que no soy yo el objeto de este libro”. Y todavía hacia el final: “Uno va a seguir intentándolo porque va a seguir leyendo”.

Michael H. Miranda (Cuba, 1974) ha publicado varios cuadernos de poesía, como Diario de Olympia Heights (Editorial Casa Vacía, 2017) y Asilo en Brazos Valley (Bokeh Press, 2018), que resultó finalista del Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero, en España. Publicó en 2022 su diario de viajes titulado Venecia inactual, también con Casa Vacía.

Obtuvo un doctorado en Estudios Hispánicos en la Texas A&M University, College Station, Texas, y actualmente codirige Parva Forma Magazine y es profesor en la Universidad de Arkansas, en Fayetteville, donde reside.