Ya en septiembre de 2019, cuando el Estudio Figuerora-Vives abrió sus puertas para ponernos en contacto con la exposición Torres & tumbas, donde ponía audazmente a dialogar la obra de Belkis Ayón con la fotografía de Janis Lewin y José Figueroa, en el escenario de la caída de las Twin Towers neoyorquinas, se anunciaba esta otra muestra en el horizonte. La investigadora, crítica y curadora de arte Cristina Vives me puso desde entonces sobreaviso de una tarea para la que ya se planificaba –como suele hacer, con ese carácter en el que combina inteligencia meridiana y laboriosidad–. Así que no más acercarse la apertura de Nkame, este 28 de febrero de 2020, nos interesamos de lleno en saber acerca de las particularidades de este paneo por el corpus de una de las creadoras de estilo más impresionante y misterioso del grabado en Cuba.
Inmersas en el montaje, pues, pescamos a Cristina Vives y a la joven historiadora del arte Cristina Figueroa, quienes ni cortas ni perezosas tuvieron a bien atender a nuestro contacto: la una, respondiendo con su sensatez y síntesis habitual el ramillete de preguntas que le enviamos; la otra, pertrechándonos con un manojo de imágenes de primera mano de esa exhibición con la que ponen sobre el tapete otra vez la fuerza de la obra de Belkis Ayón. No en balde, al pozo de Belkis dan ganas de volver porque el agua de su voz no se agota; porque creó –como ella misma nos recuerda en su catálogo más representativo– “imágenes para las más variadas historias del mito, motivada por sus lecciones sobre el cuestionamiento humano, sobre la lucha por la conservación y la sobrevivencia, sobre las coincidencias simbólicas y de significado con otras culturas distantes en espacio y tiempo”. Veamos así, a través del ojo avezado de su curadora, la más reciente comparecencia de Belkis en Chicago, que se extenderá hasta el 24 de mayo gracias a la visitación que nos propone el Estudio Figueroa-Vives.
Nkame es calificada erróneamente como la primera muestra de Belkis Ayón en los Estados Unidos, según el Departamento de Asuntos Culturales y Eventos Especiales de la Ciudad de Chicago, que anunció su llegada este febrero. Sin embargo, en 2017 ya la obra de esta grabadora había tomado New York y hecho su debut en Los Angeles. ¿A qué se debería esta “ausencia” de Belkis Ayón en los escenarios estadunidenses, antes de 2017? ¿Fue parte la suya de alguna muestra colectiva en ese país, antes o después de su muerte? ¿En qué otros escenarios fuera de la Isla ha corrido suerte su obra?
En efecto, Belkis había exhibido con anterioridad, en vida y después de su muerte, en los Estados Unidos y en muchos otros países, principalmente en muestras colectivas y mayormente relacionadas con el grabado como manifestación; su obra era bien admirada pero nunca tuvo en vida una exposición personal en un museo, ni en Cuba ni en otros países. El Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana le hizo una luego de su fallecimiento, pero aún modesta. Ya sabemos que las grandes exposiciones en museos vienen cuando a los ojos de las instituciones se considera una obra extensa, madura, singular. A no dudar, Belkis cumplía con todo eso, pero era demasiado joven para calificar en esas lides. Y murió demasiado pronto. Por eso suele decirse erróneamente que Nkame es la primera exposición de la artista en los Estados Unidos, cuando en realidad debería decirse que es la primera exposición retrospectiva, o mejor decir antológica, de esta creadora, vista aquí.
La exposición que está recorriendo museos de los Estados Unidos y que se inauguró este 28 de febrero en el Chicago Cultural Center es la parada número seis en este país. La gira comenzó en el Fowler Museum at UCLA de Los Angeles en octubre de 2016 y en junio de 2017 la acogió El Museo del Barrio de New York. A partir de esa sede y de la gran repercusión que tuvo en los medios estadunidenses, tanto en Los Angeles como especialmente en New York, se sucedieron los restantes museos de arte contemporáneo en Kansas City, Houston, Scottsdale, Chicago y, el próximo año, Oregon, que será por ahora el fin de la gira norteamericana.
Nkame (¿oración?, ¿recitación?, ¿rezo?) es también el nombre del Catálogo razonado de Belkis Ayón que Cristina Vives nos regaló en 2010, con tanto de la vida y la obra de esa grabadora. ¿Por qué se empleó antes para abarcar algo tan amplio como el corpus de Belkis y por qué vuelve este nombre a la palestra para algo tan crucial como una retrospectiva, en un país donde los vocablos africanos no son parte del legado cultural, como sí entre nosotros?
La primera vez que me propuse analizar la obra de Belkis en su progresión y con suficiente distancia crítica fue en septiembre de 2009, cuando se cumplían diez años de su muerte. Antes había curado dos de sus exposiciones personales en Milan (1992) y Los Angeles (1998), pero la obra estaba recién sacada del horno, no había aún espacio para la mirada retrospectiva. La de 2009 fue una gran exposición en el Convento de San Francisco de Asís en La Habana y mereció el Premio de Curaduría de 2010. Paralelamente yo estaba trabajando junto al estate de Belkis en el libro Nkame, que es el catálogo razonado de toda su obra conocida hasta ese momento. El libro se publicó, en efecto, en 2010 (Editorial Turner, Madrid) y allí obtuvo el segundo premio a la Mejor Edición de Libro de Arte Publicado en España, otorgado por el Ministerio de Cultura español. Es así que Nkame (la exposición original) se deriva directamente de toda la investigación realizada para el libro, aunque la curaduría planteó una perspectiva diversa hacia la obra, la que decidí agrupar por secciones o temas, en una progresión semejante a la forma en que la obra de Belkis y su personalidad fueron madurando, en los poco más de diez años que duró su carrera artística.
Nkame ha sido desde 2009 el título de la exposición y del libro. Lo sugerí para ambos porque en mi opinión cumple con varias características que han resultado muy eficaces hasta hoy: relaciona de inmediato a la artista y la obra con su tema de estudio. Siendo su significado enigmático para muchos, resulta al mismo tiempo sugerente e incita al cuestionamiento. El propio significado del término habla de salutación, elogio… y deseábamos que la exposición fuera eso mismo, una alabanza a la obra y a la vida de Belkis. Y, en términos de eficiencia comunicacional, es corto, fuerte, y traduce incluso impacto visual. Pensé en todo ello cuando lo discutí con Katia Ayón, hermana de Belkis y albacea de su obra desde 1999 hasta su reciente fallecimiento en 2019. ¡Resultó!
¿Cuál es el origen de las 47 piezas implicadas? O sea, ¿de dónde provienen; qué colecciones o fondos ha logrado involucrar la expo Nkame? ¿Qué piezas se han incorporado, si es cierto que la expo homónima de 2017 contó con 43 obras de Belkis? ¿Qué relación tiene Nkame (tanto de semejanza, contigüidad, continuidad o ruptura) con expos anteriores de la artista, sobre todo entre las propulsadas por el Estudio Figueroa-Vives?
Todas las obras que formaron parte de la exposición original en La Habana (más de 80 piezas) y la que itinera por los Estados Unidos actualmente, algo más reducida (47 obras), pertenecen al estate de Belkis Ayón y provienen de sus archivos en La Habana. Esa posibilidad se debe al esfuerzo de Katia, que logró poco a poco recuperar para los archivos al menos una copia de cada colografía, restaurar lo necesario, estudiar procesos de conservación y trabajar con colaboradores cercanos en la promoción de la obra. Nunca valoraremos lo suficiente su visión y su esfuerzo.
Siendo que la propia Belkis Ayón insistió en que su trabajo, aun tratándose de creencias, rituales y mitos abakuás, estaba dedicado, más que a los practicantes de la fe, a un “público universal”, porque buscaba “cuestionar la naturaleza humana”, ¿qué piensas que podría decirles Nkame a los espectadores de Chicago y a los ciudadanos contemporáneos? Y un poco siguiendo esa línea, ¿cómo han recibido los circuitos del arte en el mundo, las galerías, los coleccionista, el mercado, la obra de Belkis?
Belkis –y, con ella, los que la apoyamos en la comercialización de su trabajo desde los años 90, pues fue una de las primeras artistas que incorporamos al proyecto del Estudio Figueroa-Vives desde inicios de la década– logró en vida que muchas de sus obras fueran adquiridas por importantes museos, fundaciones y coleccionistas individuales. Inmediatamente después de su muerte otros museos, fundaciones y colecciones se sumaron al interés de tener obras de ella. Pero sin dudas Nkame ha sido un detonante en esa carrera comercial y consecuentemente en el alza de sus precios. Sin falsas modestias, debe decirse que Nkame puso en diálogo conceptual y formal un conjunto importante de sus obras, que anteriormente se veían aisladas; profundizó en el análisis de ese corpus artístico; lo relacionó con un contexto (la década del noventa del siglo XX cubano y su profunda crisis postsocialismo europeo) y, en consecuencia, con los artistas que lo protagonizaron. Es decir, su obra no fue más vista como una derivación de lo afrocubano o de los estereotipos de raza o género, o por su excelencia como grabadora dentro del gueto del grabado como manifestación; sino como un arte posmoderno y de significado universal. Indudablemente eso la ubicó en altas cotas de mercado, pero para mí, personalmente, la situó entre la nómina del arte contemporáneo cubano e internacional. Su obra sigue enviando mensajes de justicia, contra la censura, la violencia y en favor de la libertad colectiva e individual. Esa es la mejor prueba de su valor y trascendencia.