“Matar al buda”, del escritor cubano Hugo Fabel Zamora, resultó el cuaderno ganador de la primera edición del Premio de Literatura Casa Vacía. Convocado por la editorial homónima para autores de Hispanoamérica, el premio abrió dedicado al género poesía con el propósito de promover la creación en este campo y visibilizar autores y propuestas que estén enriqueciendo la literatura en lengua española. El libro se publicará por la editorial convocante al premio y su autor recibirá una dotación de 1000 USD.
El fallo del jurado, publicado en el sitio web de la editorial y en sus redes sociales, destaca que se recibieron un total de 250 manuscritos. “Hubo una diversidad de estilos, desde escrituras convencionales a otras más transgresoras, pero a la vez irónicas (una suerte de desafío a la transgresión misma) de las líneas expresivas predominantes en la poesía actual. Esto es, el poema como negación (o al menos como guiño irónico-paródico) de lo que el poema mismo propone”, comentó a Rialta Pablo de Cuba Soria, director de Editorial Casa Vacía.
Los escritores José Prats Sariol (Cuba/USA), Mario Arteca (Argentina), Damaris Calderón (Cuba/Chile), Javier Marimón (Cuba/Puerto Rico) y Pablo de Cuba Soria (Cuba/USA), integrantes del jurado del I Premio de Literatura Casa Vacía, decidieron entregar además una mención al cuaderno “Las rajaduras que hay en la lengua de las personas”, del argentino Mauro Ariel Fernández, que será publicado también por la editorial próximamente.
“Nos llamó la atención cómo varios cuadernos finalistas fluyen del verso a la prosa, de un estilo a otro sin señales transitivas, es decir, lo que fue una marca estilística de las vanguardias del siglo XX, hoy (en lo que podríamos llamar una nueva vanguardia sin aura programática, sin utopía) no necesita de manifiestos, de ahí lo irónico que transita el poema mismo, sin necesidad de un para-texto programático. Siguiendo esta idea, podemos hablar de escrituras nómadas, no sólo por lo territorial-geográfico donde se escriben e inscriben los poemas, sino en lo meramente textual y compositivo. En un mismo cuaderno confluyen el tono épico (siempre irónico y fragmentado a lo Pound), lo anecdótico-conversacional, las imágenes a lo 27-lezamiano, el neobarroquismo a lo Perlongher (donde lo civil, lo genérico son líneas de fuga muy presentes) o a lo Kozer-Deniz (más lírico y carnavalesco), e incluso el poema-libro como artefacto conceptual. El cuaderno de Hugo Fabel resume muy bien esas características antes mencionadas”, agregó Pablo de Cuba.
El ganador Hugo Fabel ha publicado La sopa y el cuchillo (Eds. Bayamo), Lengua de cocodrilo (Eds. Aldabón) y El día de la marmota (Ed. Casa Vacía). Con estos cuadernos, el poeta se sitúa en el paisaje poético cubano contemporáneo como una de sus voces más singulares; ha perfilado una identidad escritural y una experiencia estilística sólidas, donde destacan la fuerza expresiva de la lógica composicional y la organicidad del enunciado. La poesía de este autor muestra una dinámica interrelación de referentes –literarios, filosóficos, políticos, artísticos–, que desbordan continuamente la fluidez del discurso, y una propensión a fragmentar y dislocar el orden comunicativo. Inscrito en una tensión entre el trazado típico del verso libre y la narración anecdótica, el cuerpo textual resulta en sí mismo una experiencia performática.
Identificado por la crítica como parte del grupo de poetas integrantes de la Generación Años Cero, Hugo Fabel ha ensayado mutaciones considerables de un libro a otro, sin por ello afectar su sello autoral. Él es un creador herético, que descree de cualquier orden poético establecido: la sensibilidad y el imaginario que nutren su escritura son la impronta de una preocupación por ventilar los valores de un sujeto imposibilitado de ser en libertad, preso de un orden social conservador e hipócrita.
“Matar al buda” continúa los vectores estilísticos experimentados en “Los días de la marmota”. Ahora menos acentuado el Yo, aquí se integran el mismo lenguaje paródico, casi siempre cínico, cargado de un humor muy corrosivo que se mofa de la suerte social del individuo y de la banalidad social, y una actitud política más evidente, interesada por la Historia y el Poder.
A continuación, compartimos un adelanto del libro:
El folk enchufado
Descendiente directa de aquel banjista Seeger / Pete / que emprendióla contra el cable de Bob / disonancias de la facción que notara / otra (vecinal) de las que pensaron el folk como patria / solicitaba responso/ represalia / porque habíase muerto provecto compositor –de aquellos que desde Las Cumbres metástasis generaran– / allí donde la “tara” / es una con el contenido/ tierra en que cabañas fractales describen / por demás / unívocas líneas de una arquitectura primera.
Descendiente directa de aquel banjista Seeger / Pete / otra de las que pensaron el folk como patria / días en que la facción distorsionaba el género/ en poder de Fender Stratocaster.
La operación encrucijada
En laguna radioactiva como antaño
el Saratoga abate (aun) flota de kamikazes…
Estos son los últimos eventos (que llegan) desde Bikini: el llamado del almirante Yamamoto (desde el mítico Nagato) a la “Armada del Gran Imperio japonés” –que estrazará el “puerto de perlas” de P.H.
Por entonces a nosotros, ionizados in situ, complacíanos arrumbar La Abuelita hacia las Marshall, para que concurriese (linajuda) entre los pecios / bajo remanentes del champiñón de plutonio-uranio. Decías: –nuestra Helena de Bikini / nuestra Rita Hayworth.
Pues a la vuelta de décadas: el rey micronesio cruzó senda (tornó); enfrióse un día. Como en todo paraíso: las (aun) frutas no eran para llevar a casa.
Porque: en tiempos de la muerte del King, la radioactividad, seguía allí. Radioactividad en y bajo cubierta, entre los “nuevos” eventos que se entreveran / que se te ofrecen (resurgidos, sí:) en parque subacuático.
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Me complace haberlo premiado. Reconocimiento a Rialta por esta excelente crónica-crítica, rigurosa sin juegos florales. Las observaciones de Pablo de Cuba Soria advierten una Neovanguardia en la poesía de habla hispana, algunos de cuyos sesgos enuncia con precisión. Él mismo Pablo, junto a otros pocos, danzan sus versos por esos encrespados fiordos y valles. Casi un siglo después de Altazor (1931) estos poetas están saltando en nuevos paracaídas…
No me gustó esos fragmentos, ese tipo de poesía: insulsa, sin contenido, forma, ni sustancia. Poesía machista premiada por hombres. Es como un concurso de belleza donde gana la más fea pero patrocinada. Concursos literarios de fachada que de antemano saben cual es el ganador y finalistas, más tontos los que participan ya que sirven de relleno. No iba a ganar si casi todo el jurado era cubano. Poesía sin transcendencia.