Las nuevas películas del realizador cubano Hansel Porras García (Pinar del Río, 1994) llegarán al 40o Festival Internacional de Cine de Miami, próximo a celebrarse entre los días 3 y 12 de marzo de 2023. El público de la ciudad donde reside el director y la audiencia en general tendrán la primicia de disfrutar su cortometraje 23 semanas (2023) y, sobre todo, su primer largometraje de ficción Febrero (2023).
“Estoy más que emocionado de anunciar que las dos películas en las que he estado trabajando durante los últimos años tendrán su estreno oficial en el 40o Festival Internacional de Cine de Miami”, ha expresado Porras García con entusiasmo en su cuenta de Instagram.
Junto a su trabajo como actor y escritor, este director ha estado forjando desde Miami una interesante producción cinematográfica, en la que destacan los cortos Casting (2017), programado por el Miami Film Festival, Mundo cruel (2019), exhibido en el Notodofilm Festival de Madrid, y Las ausencias (2020), acogido por el Oklahoma Latino Film Festival, donde obtuvo el reconocimiento a Mejor actor.
Ahora, Porras García recibe su inclusión en el programa del popular evento estadounidense con muy altas expectativas. “Que Febrero y 23 Semanas se estrenen en el Festival Internacional de Cine de Miami, en la ciudad donde ambas se filmaron, es ya un regalo especial. Ojalá el público las reciba con el mismo amor con que fueron realizadas”, comentó a Rialta noticias.
En Febrero los espectadores se enfrentarán a la historia de una viuda cubana exiliada que, en el día de su 64 cumpleaños, recibe la visita inesperada de la mejor amiga de su infancia. El encuentro será el detonante de una revisión del pasado y una trasformación del presente; tras cuarenta años sin ver a su amiga, la llegada de Helena a casa de Zoe trastocará sus días.
23 semanas gira en torno a la experiencia de una actriz embarazada que, junto a su pareja, se enfrasca en la tarea de encontrar el nombre perfecto para la criatura que dará a luz. Partiendo de sus singulares argumentos, cada filme supone una nueva vuelta de tuerca a valores y motivos que figuran, desde ya, como determinantes en la sensibilidad artística del director.
Como toda ópera prima, Febrero supuso una aventura excepcional para Porras García. Su producción, la travesía para consumar su realización, “fue un proceso complejo, pero que disfruté muchísimo realmente”, aseguró. “Complejo, sobre todo, por lo que implica hacer una película con un presupuesto tan limitado. ¡Tuvimos que hacerla con sólo 50 mil dólares! y sin la posibilidad de buscar fondos adicionales. Fue un gran ejercicio y un gran reto para mí, así como para todo el equipo. Por supuesto, tuve la suerte de contar con Sebastián Barriuso como productor del proyecto, quien puso muchísima bomba y toda su experiencia para que Febrero fuera la obra que yo soñaba.”
“Recuerdo que cuando escribí el guion de Casting, mi primer cortometraje, usé un formato muy teatral, porque era a lo que estaba acostumbrado. En aquel entonces, yo no tenía idea de cómo se estructuraba un guion de cine. Hice el corto para romper el hielo, quería hacer una película. Pero fue una aventura casi a ciegas. Evidentemente, mucho ha cambiado desde ese momento. No sólo he crecido desde el punto de vista técnico. Me he ido forjando un mejor juicio de quien quiero ser como cineasta y, en consecuencia, he ido cobrando más conciencia de aquello que me interesa abordar en mi obra y de cómo abordarlo.”
La ópera prima de Porras García resultó de la Residencia Cinematográfica de Oolite Arts, proyecto que, explica el propio director, “ofrece 50 mil dólares a un cineasta de Miami para crear un largometraje de ficción de micro presupuesto, junto a un productor que supervisa el proyecto y un espacio de estudio compartido para la producción”. La empresa misma a que invita la residencia supone un reto y definitivamente Porras García ha conseguido salir ileso, gracias también, en no poca medida, al apoyo del excelente equipo de realización que lo acompañó durante el camino transitado para concluir la película.
En ese equipo destacan precisamente las actrices Lili Renteria y Amarilys Núñez, quienes encarnan los protagónicos del filme. Febrero es una película de personajes y, por supuesto, como en el resto de las producciones del autor, la interpretación es esencial en la obra. Eso quizás tiene relación con la formación en actuación de Porras García. De cualquier modo, todo largometraje comprende una rigurosa labor de dirección de actores, sobre todo, cuando la actuación es uno de los ejes que vertebran el filme.
“Lili y Amarilys son la vida de este proyecto”, reconoció el también guionista y editor. “Ambas me pusieron la cosa muy fácil con su trabajo. Son actrices que aman y respetan profundamente su profesión; no hice más que aprender de ellas. Sus personajes estaban muy alejados de mi experiencia personal, así que procuré siempre escucharlas. Yo sólo venía con algunas ideas y una película tejida en mi cabeza, ellas trajeron todo lo demás.”
Como Febrero, 23 semanas es fruto también de un singular proceso productivo. Es resultado del paso del director por el laboratorio de cortometrajes de White Elephant Group (comisionado por el After School Film Institute), un espacio creativo donde Porras García tuvo “la dicha de participar junto a otros cineastas de la ciudad”. “Cada participante tenía la tarea de realizar su propio filme, pero, en realidad, era un espacio de colaboración y apoyo mutuo entre todos los involucrados.”
En estas dos nuevas películas vuelven asuntos atendidos ya por el realizador, quien, con destreza para la síntesis argumental e inteligencia en el manejo de las ideas, se ha ocupado ya antes de la comunidad cubana del exilio. Con una expresiva economía de recursos, un intencionado trabajo con el espacio y un riguroso diseño de personajes, en Mundo cruel y Las ausencias se desplegaban inteligentes reflexiones sobre la orfandad del individuo emigrado, por ejemplo. En 23 semanas y Febrero Porras García coloca la mirada sobre conflictos de personajes femeninos, y a partir de ellos se adentra en la emigración, y en el modo en que impacta en la subjetividad de las personas.
“La experiencia del exilio y la negociación personal con el pasado que la misma motiva, tienen un peso significativo en mi vida, de ahí que también lo tengan en mi obra. Soy una persona nostálgica, melancólica, y vivir como emigrado ha ido transformando considerablemente estas sensaciones, con el paso del tiempo. Como realizador, como artista, me he permitido volcar en mi obra todo aquello que me emociona y me intriga profundamente. La sexualidad, sí…, pero más en su relación con la identidad que con lo puramente sexual. La familia, que también tiene un lugar especial en mi obra. Mi familia es enorme, variada y compleja, y siempre son un buen punto de partida para cualquiera de mis trabajos. Y la comunidad donde vivo, pues me interesa contar su historia, las historias de mi gente y de lo que tengo cerca. Siento que hay tanto por explorar en la comunidad hispana de Miami, esa nueva identidad que se forma a partir de la multiculturalidad que inunda la ciudad.”
En Cuba, Porras García se graduó de actuación en la Escuela Nacional de Arte y trabajó durante algún tiempo en el grupo de teatro El público. Asentado en los Estados Unidos, entre 2015 y 2018 estudió Producción de Cine y Televisión en el Colegio de Cinematografía, Arte y TV de Miami.
La 40o edición del Festival Internacional de Cine de Miami traerá, junto a las propuestas de Porras García, otro grupo de películas cubanas emprendidas por creadores de la diáspora. Esta convocatoria será ocasión para sopesar el vigor de esa producción nacional que se fragua fuera de la isla, y que trasciende las mitificaciones comerciales y políticas para exponer un paisaje histórico y social singular, además de dejar una impronta en términos de representación cinematográfica para el paisaje fílmico nacional.
“En los últimos años una gran ola migratoria ha enriquecido enormemente el universo cultural y cinematográfico de Miami”, aseguró el realizador. “En este mismo festival de cine de Miami, hay un montón de obras de realizadores cubanos o relacionadas con Cuba. Eso no pasaba antes con tanta fuerza. Es evidente que el cine cubano de la diáspora se está elevando cada vez y eso es algo que yo adoro ver a mi alrededor. Para mí, el cine cubano del exilio es tan cubano como el que se realiza en la isla. Partimos del mismo lugar. Y lo más hermoso es ver como seguimos contando nuestras historias, tanto desde una orilla como desde la otra.”
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