En el último número de American Film (julio-agosto, 1984) padecimos un artículo de B. Ruby cuyo tema era Conducta impropia, el documental de Néstor Almendros y Orlando Jiménez-Leal que trata de la represión contra homosexuales, contra otras minorías y contra el pueblo cubano en general, y que ha sido recibido con entusiasmo por la crítica europea y norteamericana. Si se tratase de un ataque concebido por esa típica mentalidad liberaloide que (desgraciadamente) parece imperar en el aparato publicitario y en la burocracia cultural norteamericana, no nos molestaríamos en redactar estas notas. Pero no es de eso de lo que se trata. Va mucho más allá. La defensa, en dicho artículo, del régimen totalitario de Fidel Castro llega a tales niveles de apasionamiento que es preciso llamar la atención acerca de ello al mismo tiempo que señalar algunas atrocidades (por su infame carácter) enunciadas en el trabajo de la señora Rich.

Ante todo, a la señora en cuestión parece molestarle tremendamente la acogida que ha recibido la película, y fundamentalmente, que un comentario (hiperbólico, según ella) del Wall Street Journal recomiende que sea vista por senadores y congresistas de los Estados Unidos. Esta preocupación de la señora Rich por evitar que Conducta impropia pudiera ejercer influencia en los círculos de poder de este país es algo curioso. Porque ya no se trata de dar su opinión sobre una cuestión determinada, sino de tratar de disminuir el impacto que pueda producir socialmente. Esta actitud saca el artículo del campo cultural y lo sitúa por derecho propio en el de la política. En consecuencia, el trabajo de la señora Rich tiene como propósito no solo ejercer la libertad de expresión a la que tiene naturalmente absoluto derecho (aquí, no en la tierra de sus pasiones a 90 millas) sino además servir a los intereses de la dictadura de La Habana. Porque, curiosamente, los argumentos esgrimidos por Ruby Rich coinciden exactamente con los de los voceros del Partido Comunista cubano. Citaremos dos:

  1. Que la represión en los campamentos de las UMAP obedeció a un período “extremadamente breve” que siguió a “los años paranoicos” que siguieron a la invasión de Girón.

Es decir, que la culpa como siempre es de la CIA y del Imperialismo Yankee. Es ridículo a estas alturas sostener semejantes cosas. El que escribe estas páginas estuvo en un campo de trabajo forzado llamado Plan Plátano localizado en Artemisa, cerca de La Habana, en el año 1973.

  1. Que la situación ha cambiado completamente y no existe en la actualidad represión alguna en la Cuba de Castro: “Mis propios viajes a Cuba, tanto antes como después del Mariel, y mis contactos con varias lesbianas y hombres gais de allí, sugieren una realidad muy diferente a la construida por los emigrados en Conducta impropia, que insisten, preventivamente, en que «allí nunca cambia nada».”

En los dos casos los entrecomillados señalan lo dicho por Rich. Que hace cuatro años más de 120 000 seres desesperados se lanzaran a un éxodo suicida (que le costó la vida a muchos) y que gran cantidad de ellos se disfrazara o se hiciera pasar por homosexuales y lesbianas para poder alcanzar la libertad ejemplifica claramente la opinión y el comportamiento de las autoridades cubanas respecto a dichas minorías en la Cuba de hoy. En mi presencia, en el centro de procesamiento de Cuatro Ruedas, un adolescente fue obligado a responder las siguientes preguntas: ¿Tú eres homosexual? ¿Pasivo o activo? ¿Cómo resuelves tu problema? ¿Ejerces la prostitución? ¿En qué zona operas? Y luego fue amenazado con tener que realizar una prueba de su pasividad.

La señora Rich no se limita, en su ansia por servir a los intereses de la dictadura cubana, a buscar argumentos contra Conducta impropia; de ninguna manera, también arremete contra los emigrados de Mariel y dice, por ejemplo, demostrando de esta forma el poco respeto que le merecen las inteligencias ajenas: “El éxodo del Mariel fue motivado por la suspensión de Estados Unidos de sus cuotas de inmigración».

Es decir, que la culpa como siempre es del Imperialismo Yankee. Casi un discurso del Premier cubano.

Mentir y desinformar parecen ser las tácticas adoptadas por la señora Ruby Rich. Asegura en su artículo, haber visto… “grupos excéntricos de homosexuales, que con regularidad llenan el ballet”. Cuando se trata de las entrevistas en las que Fidel Castro miente cínicamente, ella opina que se trata de “viejas y poco interesantes entrevistas con Fidel Castro”. Además habla de que “se asombró de la opinión de un emigrado sobre las rutas turísticas rígidamente preparadas, habiendo regresado yo de Cuba después de pasar días deambulando por La Habana sola, libremente”. Sin comentarios, ella es de confianza.

Y ahí no para; el cinismo llega en su trabajo a cantidades almacenadles cuando dice que “las condiciones carcelarias en Cuba descritas en términos lúgubres pero no específicos por Valladares”. Es decir, que un hombre que acaba de salir de la cárcel, que está contando su experiencia (lo que los historiadores llaman fuente primaria), que está diciendo que a su lado torturaron a un niño como si se tratara de una alimaña, está hablando en términos no específicos. Sin duda, la señora necesita una declaración firmada por el asesino que es jefe de la prisión para convencerse. Aquí se hace necesario preguntar, ¿cuántas veces Ruby Rich ha visitado las cárceles cubanas para interesarse por conocer la verdad de lo que ocurre en ellas, en términos específicos?

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Esta adoración por el poder y sus símbolos es lamentable, y además vergonzosa.

Está de más decir que a lo largo del artículo la señora habla de “el valor de su revolución”, “el desarrollo del nivel de vida, educación, y acceso a la cultura” en la llamada revolución. Esto es, se hace eco de la propaganda oficial de forma sumisamente aburrida.

En su pasión, porque ya se hace preciso llamarla por su nombre, Rich no puede evitar que se sienta en sus palabras la furia que la embarga al ver tratar de forma tan irrespetuosa a su ídolo barbudo. Entonces, cuando Jorge Ronet ofrece el siguiente testimonio en el film: “Entonces Fidel Castro, en uno de esos alardes típicos de él, fue a inspeccionar aquellos campos. Una tarde que estábamos trabajando, creo que arrancando yerbas con las manos o algo así, pasó. Eran como las cinco de la tarde. Vimos venir la caravana de jeeps y detrás, muy curiosamente, venían dos rastras de pollos… Parece que él comía mucho pollo, yo no sé…”, Ruby Rich riposta de forma absolutamente alucinada: “Yo fui uno de los 600 delegados invitados al Festival de Cine Anual de La Habana el pasado diciembre y fuimos todos al Palacio de la Revolución a ver al Comandante. ¡Yo también puedo testificar! ¡No tenía cuernos! ¡No tenía rabo! ¡Yo busqué los pollos vivos pero no había ninguno!”

Como se puede ver, la pasión es fatal para la señora Rich. Afirmar que en diciembre de 1983 ella buscó en el Palacio de la Revolución los pollos a los que se alude en una película que se estrenó en febrero de 1984 durante el Festival de Cine de Miami, es simplemente ridículo. Almendros, en conversación telefónica, me aseguró que era imposible que ella supiera antes del estreno oficial del film en Miami, de su contenido. Esto deja bien claro, si es que no lo estaba ya, que no es objetividad lo que busca Ruby Rich con su trabajo “Bay of Pix”, en la revista American Film; es algo mucho más prosaico, se trata simplemente de pagar las atenciones que recibió en su último viaje como turista del totalitarismo.

Para terminar, me permitiría decir a la señora Rich, que es directora del programa de cine del Concilio para las Artes del Estado de Nueva York, que teniendo en cuenta su posición, y el interés que posiciones como la suya despiertan en el G-2 cubano y en la KGB soviética, a la hora de evaluar posibles candidatos que colaboren, consciente o inconscientemente, con la guerra de tergiversación y desinformación en la que están enfrascados con el fin de destruir la democracia en el país de origen de la señora Rich; debe mantenerse en constante alerta, porque su profunda devoción por el Comandante en Jefe y su sistema totalitario, podrían llevarla a…


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