El eterno ʻDéjà Vu’. Mike Porcel conversa sobre su nuevo disco

El cantautor nos da detalles de su nueva producción discográfica que pronto estará a la venta en diferentes plataformas.

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Mike Porcel
Mike Porcel en el Salón de la fama del rock underground, Florida, 2011 (fotografía tomada del sitio web de Mike Porcel)

A través de Telegram, con audífonos, en una tarde calurosa de mediados de año, he escuchado Déjà Vu, el nuevo disco de Mike Porcel, como si se tratara de un ritual secreto. Autoproducido por el propio artista e inédito aún (pero no por mucho tiempo), su intensa concertación de lo “ya visto” no se deja confundir, a pesar de los peligros, con lo “ya escuchado”, lo “ya oído”. Se abre ante nosotros (fragmentos de pasado) con el regusto familiar de un recuerdo nuevo. Mike, quien domina el acto de retornar con una mezcla de costumbre y misterio, sabe hacer de la experiencia un estado anacrónico, perdurable. Una estancia fuera del tiempo.

Osado, lúcido, regresado de todo, pero aún conmovido por la belleza, Mike transita los senderos que van de la canción de amor (“Anabel… en luna nueva”, “Ella es agua que fluye”) a la tonada filosófica (“La muerte siempre a nuestra izquierda”, “El reto de la libertad”), de la autobiografía (“Abril 13”) al retrato del otro (“Tonada del buen Miguel”), de la serenidad ante el encuentro futuro (“Si te vuelvo a encontrar”) a su postergado desgarramiento (“Tú, al otro lado del mar”). La última frase que escuchamos no deja dudas en cuanto al saldo de estos vaivenes: “Señor, haz de mí un instrumento de paz”.

En los instantes finales de su proceso creativo, Mike accedió a responder algunas preguntas sobre Déjà Vu y las circunstancias de su gestación.

José Luis Aparicio

Después de Intactvs, Personal y Echoes, ¿cómo surge Déjà Vu? ¿Qué lo define en relación con tus álbumes anteriores? ¿Por qué ese título?

Déjà Vu surge de esa especie de necesidad interior que tenemos los artistas o los músicos, o de esa urgencia, en mi caso, de desempolvar esa parte de mi obra, esas canciones que han estado guardadas por años y nunca había podido mostrar. Porque, como bien dice Mario Andrade en su poema “Golosinas”: “tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora”. Con excepción de la “Tonada del buen Miguel”, las otras canciones que conforman el proyecto son prácticamente inéditas.

Habían sido publicadas en el libro Tonadas y versos (editado por Carlos Espinosa Domínguez) como si fueran poemas, y eso vino a salvarlas de alguna manera. Aunque yo nunca las consideré poemas como tal. Cada una de ellas tenía su música. Esta selección inédita (nunca antes las había cantado en público) pertenece, casi en su totalidad, a un tiempo difícil de mi vida y recoge esas experiencias. Así decidí que había llegado su tiempo de volar y quise sacarlas de su confinamiento. Y, sorpresivamente, aquí están tan frescas como el día que nacieron.

En Intactvs y Personal fui sacando a la luz, fundamentalmente, canciones que debí haber grabado años atrás, cuando nacieron. Las circunstancias de esos momentos no lo permitieron. Era como algo obligado que grabara “Diario”, “Ay del amor”, “Paloma sin nombre”, “Diálogo con un ave”, aunque hay versiones excelentes de todas ellas, grabadas por otros colegas cantantes, ¿cómo irme de este mundo sin dejarlas grabadas por mí? Siempre estaré agradecido a todos los que las incluyeron en su repertorio. Fueron canciones underground, como su autor, que viajaban de boca en boca, y el hecho de que alguien las hiciera suyas es algo para no olvidar y siempre agradecer.

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¿Por qué titulé a este proyecto Déjà Vu? Siempre he tratado de buscar un título corto, sugerente, para mis discos. Un título que, al menos para mí, abarcara la propuesta general del proyecto. Por ejemplo, en Intactvs, utilicé esa canción con la que cierro el álbum. Fue el proyecto con el que rompí el hielo, el silencio de años de ostracismo, ¿y qué mejor título que ese para dejarle saber al oyente que Mike Porcel, el fantasma, el desaparecido, aún estaba vivo y, además, intactvs?

Con Personal pasó algo similar: es un proyecto donde muestro canciones sobre mi familia, mi abuela, mi niñez… Y el título era perfecto. Lo mismo con Ecos, aunque el subtítulo ya es más largo: Suite cubana para orquesta y banda rock. Pues así sucedió también con este. Como sabes, déjà vu es esa experiencia intuitiva que muchos hemos experimentado alguna vez. La expresión viene del francés y significa “ya visto”.

Es esa sensación que despierta el recuerdo de un lugar en el que ya hemos estado, una persona que ya hemos visto o un acto que ya hemos realizado. Pues al seleccionar estas canciones, al trabajar los arreglos y grabar la voz, esta sensación fue una constante. Tuve en mente otros títulos: Abril 13, Barquero del sol (que me lo sugirió Roberto Carril Bustamante, quien hizo el diseño del disco), Aries 04.13, pero ninguno me satisfizo. Ninguno, a mi juicio, abarcaba el pulso secreto, invisible, que traía el proyecto y la selección de esas canciones.

Creo que es buen título. Pienso que es suficientemente sugestivo como para desatar la imaginación del oyente también. Si así ocurriera, me sentiría satisfecho.

Cuéntame sobre el proceso creativo del disco… ¿Cuándo empiezas a gestarlo, a grabarlo? ¿Qué colaboradores te acompañaron en este proyecto?

El proceso creativo, de concepción del proyecto, comenzó hace más de un año. Me tomo mi tiempo para seleccionar las canciones que integrarán cada álbum. Esa es la primera parte. Esta selección es importante, porque es la que dará una especie de hilo conductor a la propuesta artística.

A la vez, voy pensando en el arreglo que llevará cada canción. Esta es la parte más delicada. Las canciones ya existen. Nacieron para la guitarra o en la guitarra, porque algunas desde que surgieron ya sentí que trascendían el instrumento y necesitaban ser vestidas, orquestadas.

Empecé a grabar los tracks a principios de este año. Toda esta primera parte del viaje la realicé en solitario. No fue hasta que terminé de grabar las guitarras, pianos y voces, cuando hice una premezcla, un rough mix, para tener una referencia de cómo sonaría cada tema, y entonces se la envié a Ricardo Eddy Martínez, quien asumió, una vez más, las mezclas definitivas.

Producción, composiciones y orquestaciones son mías. El proyecto fue masterizado por Bruce Weeden. El diseño estuvo a cargo del artista cubano, residente en España, Roberto Carril Bustamante.

Mike Porcel
Portada del disco ʻDéjà Vuʼ, de Mike Porcel, a cargo de Roberto Carril Bustamante

Me dices que la mayoría de las canciones pertenecen a un período difícil de tu vida. ¿Te refieres a que fueron compuestas durante los nueve años de insilio forzoso, entre 1980 y 1989, cuando tenías prohibido salir de Cuba? ¿Cómo era la experiencia de componer en circunstancias tan adversas? ¿Qué se siente revisitar canciones marcadas por experiencias así de traumáticas?

La mayoría de ellas, sí. Otras, durante mi estancia en España, que de alguna manera fue una extensión de aquel primer período. Claro, un poco más suave. Me refiero precisamente a que fueron compuestas, concebidas, en aquellos años de exilio interno. Son mis reflexiones en soledad convertidas en canciones sobre la vida: el valor de los afectos, la belleza de la amistad, la comprensión y aceptación de la muerte…

La soledad es paridora de cosas y, en esas condiciones y circunstancias, componer es un alivio, una catarsis necesaria. Podían prohibirme y quitarme mi derecho a salir de Cuba, pero no a pensar, a interiorizar, a volcarme hacia mi interior, a seguir haciendo música, canciones. En el álbum se siente una experiencia déjà vu, un “esto ya lo he vivido antes”.

Increíble. ¿Te das cuenta de que siempre terminamos hablando de lo mismo?

Me agrada la variedad temática que despliegan las composiciones, que van de la canción amorosa (quizás tu sello más característico), a la filosófica, la de índole social y hasta la de cariz religioso, como la “Oración de San Francisco”. ¿Cómo estructuraste una selección tan ecléctica?

La “Oración de San Francisco” fue de las últimas selecciones. Pertenece a aquella época en que encontré apoyo, trabajo y refugio espiritual con los sacerdotes y hermanos franciscanos de la Iglesia de 5ta Avenida y calle 60, en La Habana. Me pareció que debía estar en el disco como un bonus, un además.

El proyecto termina realmente con “Vencidos y vencedores”, una canción que recrea libremente las andanzas del Quijote y de su fiel amigo Sancho Panza. Ante su señor moribundo, Sancho evoca el devenir de la rueda de la vida cuando le dice sabiamente: “No se muera vuestra merced, señor mío […] el que es vencido hoy será vencedor mañana”.

Sí que es una selección ecléctica, como dices, pero incluso las canciones de amor están interconectadas con las más filosóficas, y eso lo fui descubriendo a medida que me metía dentro del proyecto.

Muchos de estos temas, si bien no grabados de manera oficial, los había escuchado en tu programa “Después de tanta vida…” (1990, Radio Martí). ¿Qué recuerdas de ese proyecto? ¿Cómo describes la experiencia?

La experiencia de aquella serie de programas, que grabé para Radio Martí estando en España, fue importante para mi autoestima, que venía un tanto estrujada por los nueve años en cautiverio. Fue gracias a mi querida amiga Norma Rojas, la esposa de Marcos Miranda, que trabajaba desde España para Radio Martí, grabando una diversidad de programas en su estudio de aquella buhardilla madrileña. Ella me propuso grabar una serie de programas con mis canciones. Fue una especie de renacer, además de mi primer sueldo importante en libertad.

¿Cuándo será el lanzamiento oficial del disco? ¿En qué plataformas? ¿Tienes planeada alguna serie de conciertos para su promoción?

El disco debe estar listo, Dios mediante, para la segunda o tercera semana de junio. Una vez que reciba los discos físicos empezaré a anunciarlo en mi propio sitio web, donde también estarán a la venta, tanto los CDs físicos como la posibilidad de hacer el download digital. Estará también a la venta en Amazon, Apple Music, Spotify y otras plataformas. No tengo pensado hacer conciertos ahora mismo, pero seguramente irán surgiendo las posibilidades.

¿Cómo ha sido el diálogo más reciente con el público interesado en tu música? Sobre todo, luego de la exposición mediática que trajo Sueños al pairo.

La aparición del documental Sueños al pairo, tuyo y de Fernando Fraguela, fue como un detonador, un despertar para muchos que pensaban que Mike Porcel, o se había retirado, o se había marchado de este mundo. Mostró una historia que aún seguía silenciada y que trataban, aún tratan, de seguir silenciando. Para una gran mayoría de personas fue el descubrimiento de una gran injusticia que se mantenía oculta tras años de distorsión de la verdad.

Se han escritos decenas de artículos, comentarios, ensayos acerca del documental y la historia que cuenta, y el público que no sabía de mi existencia (en parte por los años de silencio y ostracismo, y también porque no hay muchos sitios que divulguen trabajos similares a los míos) empezó a indagar, a preguntar y a preguntarse: ¿quién es este “personaje fantasma” que resurge de pronto?

Desafortunadamente, todo coincidió con la locura de la pandemia y quedó como suspenso en el aire.

¿Cuáles son las ventajas de encargarte personalmente de la producción y distribución de tus discos? ¿Cómo se comporta el panorama de la canción de autor en los Estados Unidos, teniendo en cuenta las variables comerciales?

Como todo, tiene sus ventajas y sus desventajas. El hecho de que toda la primera parte de la concepción y creación de un proyecto recaiga sobre mí es una gran responsabilidad que no he tenido más remedio que asumir. No podía seguir esperando por una casa discográfica que se interesara en publicar mi trabajo.

La música popular a nivel mundial está en crisis. Bueno, el mundo en general está en crisis, en un intenso proceso de cambio. A finales de los años sesenta y en los setenta, la música popular pareció que iba a levantar vuelo con aquellos excelentes experimentos del rock progresivo y las canciones con textos bellos e inteligentes. Parecía que las viejas barreras entre la música popular y la llamada música “clásica” o de concierto iban a caer, a desaparecer de una vez y por todas.

Pero no fue así. La mediocridad, el mal gusto, la grosería, el facilismo han triunfado una vez más, desenfrenadamente. Créeme que me hubiera gustado tener un equipo para hacer todo este trabajo de producción desde el comienzo. Seguramente los proyectos no hubieran tenido esas “fallas” u olvidos que, una vez terminados, empiezo a descubrir. Pero es así, este es el mundo en el que nos ha tocado vivir.

Como te decía, cada vez hay menos espacios para mostrar trabajos, proyectos artísticos, aquí en los Estados Unidos, en Europa, dondequiera. Si fue difícil que una casa discográfica apoyara mi trabajo en los noventa, hoy es sencillamente imposible que esto ocurra. Los espacios para proyectos artísticos están controlados por la izquierda, que astutamente se ha ido apropiando del patrimonio y el control de la cultura y la educación. No se valora la calidad, sino la afiliación política.

Es exactamente como en Cuba, la misma táctica. Controla la cultura, la educación, y controlarás las mentes. Sólo que, en este lado del mar, aún hay espacios; cada vez menos, pero afortunadamente existen. Igual sucede con los festivales de cine, tú lo debes saber bien: el control partidista es absoluto. Por suerte hay festivales independientes, como los que han exhibido al público Sueños al pairo, que les han permitido escapar de la censura.

Mi obra, como te imaginarás, no entra en las consideraciones y planes de estos grupos. Esa es una realidad, triste pero cierta. Sólo queda disponible y sigue abierta a las nuevas propuestas la “inmensa minoría” de siempre.

Para cerrar, ¿cómo evalúas la salud, el futuro, de la música y la canción cubanas de hoy?

No sé si realmente existe una “canción cubana”. Creo que hay obras muy buenas de autores, compositores, pero no sé si podemos hablar de un movimiento. Creo que la Nueva Trova, y es una opinión muy personal, con su servilismo político, le ha hecho mucho daño a la música popular cubana.

Creo que cuando se haga el estudio musicológico de todo este período, con total libertad y objetividad, sin caer en las trampas de los eslóganes del sistema sobre las “raíces” y demás falacias ideológicas, se pondrá cada cosa en su justo lugar.

Siempre rechacé esos esquemas estéticos. De hecho, si los tomamos en cuenta, mi obra carece de esa “raíz”, de ese falso sentido de pertenencia a un origen. Va más allá de lo obvio que define al estereotipo de lo que es la “música cubana”.

Yo no me siento desarraigado ni ando buscando y sopesando, para crear, cuán cerca o lejos estoy de lo que, según esos sabihondos, es ser un buen cubano. Yo sé lo que soy y eso me basta.

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JOSÉ LUIS APARICIO
José Luis Aparicio Ferrera (Santa Clara, Cuba, 1994). Cineasta. Estudió dirección de cine en la Universidad de las Artes de Cuba. Sus cortos de ficción y documentales han sido exhibidos en festivales de Cuba, Estados Unidos, España, Alemania, México, Argentina, Panamá, Guatemala y Chile. Su filme El Secadero (2019) ganó el premio a la Mejor Ficción en el Bannabáfest de Panamá y Mención Honorífica en el Cinema Ciudad de México, así como Mejor Producción y Premio del Público en la Muestra Joven Cuba. Su documental Sueños al pairo (2020, codirigido con Fernando Fraguela) fue censurado por el ICAIC, pero recibió una gran acogida de crítica y público. Creó en 2020 la iniciativa Cine Cubano en Cuarentena. Integra el staff editorial de Rialta.

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