Muere Víctor Batista, editor y mecenas de la cultura cubana en el exilio

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Víctor Batista Falla

El editor y mecenas cubano Víctor Batista Falla murió este domingo 12 de abril en La Habana, a causa de la Covid-19, tras varios días de ingreso en una instalación hospitalaria de esa ciudad. Según reporta el medio independiente Diario de Cuba, Batista se encontraba de visita en la isla por primera vez en sesenta años, luego de que partiera al exilio.

Nacido en 1933, perteneció a una familia de hacendados y banqueros, y desde joven tuvo relación con la vida intelectual y literaria de la Cuba republicana. En su casa, por iniciativa de su hermano menor Laureano Batista, tenía lugar una tertulia en la que concurrían estudiantes, maestros y escritores. Tras la partida de este al extranjero, Víctor, que por entonces había iniciado ya la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana, heredó el espacio y se dio a la tarea de atraer a promesas y consagrados. De ahí que pasaran por esos encuentros Guillermo Cabrera Infante, Fausto Masó, Sergio Rigols, Adrián García Hernández, y llegara a invitarse, además, a Jorge Mañach, Gastón Baquero y Cintio Vitier, para charlas informales con los asistentes.

En 1960, Batista sale de Cuba hacia los Estados Unidos para establecerse, primero en Nueva York y más tarde en España, específicamente en Madrid, ciudad donde residiría las últimas décadas. Es entonces que empieza una labor de mecenazgo y gestión editorial, asociada a la comunidad de escritores del exilio, que lo convierte en una figura capital en la historia de la cultura cubana.

En 1965 funda, patrocina y codirige, junto al poeta y profesor Raimundo Fernández Bonilla, la revista Exilio, nombre que, según explicara en una entrevista, se debía menos a la condición diaspórica de la mayoría de sus colaboradores cubanos, que a la reminiscencia a los cuatro números de The Exil, la revista que publicara Ezra Pound en 1927. De hecho, para finales de la década del sesenta y principios de la siguiente, concurren en sus páginas las firmas de Lino Novás Calvo, Eugenio Florit, Lydia Cabrera, José Kozer, Humberto Piñera Llera u Octavio Armand, junto a varias distinguidas del ámbito hispanoamericano, como Enrique Anderson Imbert, Jorge Campos, Francisco García Lorca, Isaac Goldemberg, Julián Marías, Gregory Rabassa, Iván A. Schulman y María Zambrano.

Ya radicado en España, y habiendo interrumpido por ello definitivamente la publicación de Exilio, es también Víctor Batista quien financia el lanzamiento de la revista escandalar (1978-1984), dirigida desde Nueva York por Octavio Armand, y considerada uno de los proyectos editoriales más “deslumbrantes” y “prestigiosos” de la literatura cubana. Al referirse a ella, el ensayista y estudioso Johan Gotera recuerda la variedad e importancia de sus contenidos:

“En las páginas de la ya mítica revista, el lector encontrará textos como, por ejemplo, la conversación de García Vega con Lydia Cabrera sobre Teresa de la Parra; textos del propio García Vega sobre sus lecturas y experiencias del exilio; así como también los monográficos Cuba otra (1982) y la mujer / la escritura (1983); la polémica con Ángel Rama […]; o también una «Topografía fantástica del mundo gay» a partir de la obra de Copi y varios acercamientos a la obra de Lezama.”

Pasados los años y estando ya en órbita la colosal Encuentro de la Cultura Cubana, su director Jesús Díaz le propuso a Batista emprender el proyecto de la editorial Colibrí, que hasta su cierre en 2013 coordinó y patrocinó. La idea fue desde un principio generar un espacio editorial para acoger ensayos y estudios de temas sociales, políticos y culturales sobre Cuba que compensaran el panorama de esterilidad y parcialidad intelectual que predomina al interior de la isla. Gracias a su gestión y empeño se debe la llegada al mundo hispano de libros antes sólo publicados en inglés por académicos cubanoamericanos como Roberto González Echeverría o Gustavo Pérez Firmat, de investigaciones del economista Carmelo Mesa-Lago, la socióloga Marifeli Pérez-Stable, el politólogo Jorge I. Domínguez, o ensayos literarios, filosóficos e historiográficos como los de Rafael Rojas, Duanel Díaz, Jorge Luis Arcos o Alexis Jardines.

En una entrevista que concediera para Encuentro…, el propio Jesús Díaz, pensando en lo que fueran en términos económicos Exilio, escandalar y Colibrí, le preguntaba a Víctor Batista por esa inclinación suya a involucrarse en proyectos que nunca fueron rentables. Y así contestó:

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“Quiero saber quién soy. Yo no soy yo sólo, yo no soy sólo un individuo, yo soy mucho más. En mi juventud estudié en varias universidades. Nunca las terminé. […] Yo tenía que crearme mi propia biblioteca, creo que lo que he publicado hasta ahora ha sido una continuación de esta biblioteca, para mí, imprescindible. Ahora, por último, ya que me mencionas que no es rentable, efectivamente, no es rentable ni se pretende que lo sea. Por eso se me ve como una especie de mecenas. Pero yo quisiera verme más como un editor que como un mecenas. Yo me considero más un editor.”

En el Archivo Rialta puede leerse íntegramente la revista escandalar que Víctor Batista estimuló y propició durante seis años.

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