El historiador puertorriqueño Carlos Pabón Ortega
El historiador puertorriqueño Carlos Pabón Ortega

La noche que George Orwell abordó el tren que lo llevaría al frente de guerra español no se imaginó que su primer rifle sería un Mauser alemán que tenía el cañón mohoso y que databa de 1896. Orwell llegó a Barcelona un 26 de diciembre de 1936 y pronto supo que la mayoría de los milicianos del Frente Popular cargaban fusiles dañados. No por casualidad el primer herido de guerra que vio fue un muchacho de apenas quince años con el rostro ensangrentado debido a que, al intentar disparar, le reventó el cerrojo de su rifle. Según el autor de Rebelión en la granja, nada en aquella guerra parecía tener sentido: escaseaban las armas, la leña, las botas y la comida; en cambio sobraban los piojos, las ratas, la tuberculosis y los perros. A cada pelotón le daban una mascota canina a la que identificaban con un fierro caliente en el lomo dependiendo de a qué grupo perteneciera; el perro que le tocó a Orwell tenía las siglas del POUM marcadas en el costado y eran tan recientes que, a cada rato, el animal se detenía a lamerse alguna de las siglas del Partido Obrero de Unión Marxista, grupo del que Orwell tuvo que huir despavorido por la inmisericorde persecución de Stalin en su sangrienta cruzada contra de los trotskistas.

Además de engrasar los rifles con aceite de oliva, en Homenaje a Cataluña Orwell cuenta que los bandos enemigos extraían papas de la misma finca; los republicanos iban por la mañana y los fascistas por la noche. Para colmo, los obuses de los fascistas y de los republicanos eran del mismo fabricante y se decía que había un proyectil que nunca explotaba y tanto los fascistas como los republicanos le escribían nombres al proyectil o se lo lanzaban de vuelta de una trinchera a otra.

¿Acaso eso no es lo mismo que ocurre con las ideas y las palabras que heredamos del siglo XX? ¿Qué se hace cuando ciertos términos (izquierda, derecha, comunismo, fascismo, Estado, soberanía, nacionalismo, colonia, liberalismo, identidad, genocidio) tienen el cañón mohoso? ¿Cómo pensar el presente cuando las ideas que se creían inmutables se alquilan al mejor postor o pasan de un bando a otro vaciadas de su contenido? ¿Qué sucede cuando las disciplinas humanas deshumanizan o cuando la Historia como disciplina ya no funciona para explicar los fenómenos de violencia extrema de nuestra contemporaneidad?

No creo equivocarme si digo que, similar a Homenaje a Cataluña de Orwell, la obra historiográfica de Carlos Pabón Ortega conforma una larga crónica –honesta y emotiva– de las batallas del campo intelectual puertorriqueño de por lo menos los últimos veinticinco años. Si bien Orwell decía en su crónica que “este libro no es una propaganda del POUM ni nada parecido”, por su parte Pabón Ortega, nos recuerda que él no está exento de las críticas que realiza: “Estoy implicado en el análisis y las críticas que hago en mi libro”, dice en la introducción de Nación postmortem (Callejón, San Juan, 2002). Es decir, por un lado, muestra su compromiso con el pensamiento sobre la realidad puertorriqueña, –sin la autobiografía del yo tan vendible en estos tiempos– y, por otro, asume los riesgos éticos que implican distanciarse incluso de su propia formación política para así abrir derroteros estéticos que la disciplina de la historia había relegado al sótano de las supuestas modas culturales.

Algo similar había hecho Nietzsche a finales del siglo XIX: acusó a Wagner de ser presa fácil de la fiebre del historicismo y propuso una vuelta a la tragedia, pues tanto la historia como la filosofía le habían dado la espalda al teatro del pensamiento. Mucho antes que Nietzsche, Eurípides hizo lo propio cuando presentó Las troyanas a un concurso de teatro; en vez de complacer al público, ansioso de ver a Aquiles y demás héroes ganando la guerra de Troya, Eurípides colocó en el centro a las mujeres que fueron víctimas de violaciones por parte de los griegos victoriosos en la contienda. Por supuesto, Eurípides perdió el concurso y se ganó el abucheo del público, pero a la vez abrió un espacio tanto para cuestionar el papel heroico de una guerra como para pensar el sufrimiento de las víctimas.

historia x700 | Rialta
‘Historia, memoria y ficción. Debates sobre la representación de la violencia extrema’, de Carlos Pabón Ortega

Los dos últimos libros de Pabón Ortega, Historia, memoria y ficción. Debates sobre la representación extrema de la violencia (Ediciones Laberinto, San Juan, 2022) y Después del fin de la historia (Ediciones Laberinto, San Juan, 2020), son también producto de los mismos sentimientos contradictorios con los que Orwell asumió su escritura: la esperanza y el desasosiego. En Después del fin de la historia, Pabón Ortega realiza dos movimientos simultáneos: se aleja de los maniqueísmos con los que el siglo XX destruyó las utopías y, a la vez, subsana el fetichismo del fin construyendo una genealogía conceptual que permite aliviar la tortícolis que viene sufriendo el ángel de la historia que nos legó Walter Benjamin. Ante el colapso del comunismo, y del socialismo realmente existente, frente al triunfalismo del capitalismo, el populismo y la involución democrática, la federalización de la vida cotidiana en Puerto Rico, la impronta del posfacismo, el desmontaje del Estado Benefactor y el discurso neoliberal de la autogestión, ¿qué queda? No mucho, y eso es bueno saberlo: el Estado y las instituciones como lo conocíamos ya no volverán, asegura Pabón Ortega, y, por más lapidaria que nos parezca la sentencia, al menos se salva de la comodidad nostálgica. Los apocalipsis son tristes porque nunca se cumplen como uno los espera, dice Martín Caparrós, pero los finales –plantea Piglia— son tajantes porque nos obligan a mirar el sentido. ¿Qué tipo de Estado queremos y cómo lo queremos? Eso dependerá de las negociaciones colectivas respecto al horizonte de lo común, una categoría “público-no estatal” que funciona más bien como una pregunta que como una respuesta. Carlos Pabón Ortega no pretende hacer una “necrología emocionada”, que es como Imre Kertész describe el libro de Eric Hobsbawm sobre el siglo XX, sino que esgrime las sombras de un siglo hipotecado por triunfalismos históricos.

Cubierta de ‘Después del “fin de la historia”’ , de Carlos Pabón Ortega (Ediciones Laberinto, San Juan, 2021)
Cubierta de ‘Después del “fin de la historia”’, de Carlos Pabón Ortega (Ediciones Laberinto, San Juan, 2021)

En ese sentido, Historia, memoria y ficción es un caso único en la historiografía puertorriqueña: primero porque teje una discusión pormenorizada de conceptos que atañen a la violencia extrema del siglo XX y, segundo, porque se produce lejos de los típicos centros culturales o académicos desde los cuales se pretende autorizar ciertos debates. ¿Qué tiene que decir la historiografía puertorriqueña respecto a la violencia extrema del siglo XX? Propongo entonces leer Historia, memoria y ficción junto al ensayo “Sobre la violencia social o una guerra social invisible” publicado en su libro Polémicas. Allí Carlos Pabón aterriza de una manera conmovedora toda la discusión sobre la violencia extrema del siglo XX y la vierte sobre la guerra del narcotráfico que ha sido invisibilizada en el país. En Puerto Rico, según un artículo que cita, entre 1990 y 2009 han sido asesinadas 15 717 jóvenes menores de 30 años. Esa cifra es incluso mayor que la población estimada por el censo federal del municipio de Maunabo en el que habitaban 12 668 hasta el 2008. Por supuesto, en Puerto Rico no han ocurrido matanzas como las que sucedieron en Bosnia, Ruanda, Guatemala, Polonia, Ucrania, pero esos casi 16 000 jóvenes se han vuelto tan invisibles como las “guerras olvidadas” en Burundi, el Congo, Angola, Sierra Leona, Sudán, y Sri Lanka de las que hablaba Bernard-Henry Levy. ¿Por qué esta guerra social que ocurre en nuestras narices no logra articularse como un problema político?, se pregunta Carlos. La respuesta es compleja y hasta contradictoria, y no tengo dudas de que cualquiera que quiera pensar a Puerto Rico desde el debate contemporáneo tendrá que contar con los libros de Carlos Pabón Ortega.

Colabora con nuestro trabajo
Somos una asociación civil de carácter no lucrativo, que tiene por objeto principal la promoción y fomento educativo, cultural y artístico. En Rialta nos esforzamos por trabajar con el mayor rigor profesional en la gestión, procesamiento, edición y publicación de los contenidos y la información. Todos nuestros contenidos web son de acceso libre y gratuito. Cualquier contribución es muy valiosa para nuestro futuro.
¿Quieres (y puedes) apoyarnos? Da clic aquí.
¿Tienes otras ideas para ayudarnos? Escríbenos al correo [email protected].
CEZANNE CARDONA MORALES
Cezanne Cardona Morales (Dorado, Puerto Rico, 1982). Escritor, profesor y columnista. En el 2018 fue galardonado con el Premio Nuevas Voces y el Premio Nacional del Instituto de Literatura Puertorriqueña por su libro de cuentos Levittown mon amor (Ediciones Callejón). Algunos de sus cuentos han sido publicados en diversas antologías. En el 2021 recibió la beca Letras Boricuas, auspiciada por la Fundación Mellon y el Fondo Flamboyán para las Artes. Actualmente es columnista de opinión en el periódico El Nuevo Día e imparte clases de Literatura Comparada en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

1 comentario

Deja un comentario

Escriba su comentario...
Por favor, introduzca su nombre aquí