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Una milicia cáustica: siete poetas cubanas contemporáneas

'Siete poetas cubanas contemporáneas', en la antología compilada y prologada por Nara Mansur y publicada en 2023 en Buenos Aires por Milena Caserola, introducen desde las fisuras de las retóricas políticas el trazo del sobresalto, el desborde lánguido de todo heroísmo.

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Una nación es una comunidad imaginada, escribe Benedict Anderson. Yo redoblaría la apuesta: una nación es una comunidad imaginando. La gramática política da lugar al gerundio, esa forma impersonal y no finita en que un verbo puede aparecer. Sin expresar número, género, modo o persona transmite la sensación de una acción inconclusa y que acontece mientras se habla. De modo que Cuba es Siete poetas cubanas contemporáneas –antología compilada y prologada por Nara Mansur y publicada en 2023 en Buenos Aires por Milena Caserola– imaginando. Quiero decir, mientras escriben, mientras publican lo que escriben, sucede la acción inacabada que da lugar a una nación. Una ontología de la creación solo es en la medida del movimiento que crea imágenes, palabras. No lo imaginado, no la nación como un objeto con sus cualidades y sus resonancias; sino la modalidad de un proceso de invención permanente de figuras, formas, imágenes que actúan como significaciones, es decir, la posibilidad gramatical a partir de la cual las cosas sean, signifiquen. Así, a partir de la imaginación, el sujeto se construye un mundo sociohistórico. La imaginación radical es para el filósofo Castoriadis la capacidad de crear un flujo incesante de representaciones, deseos y afectos que se producen ex nihilo, ya que no están en lugar de nada.

Todo lo social transcurre como historia, pero la historia no es una sucesión de hechos, sino una secuencia de creaciones incesantes que producen nuevas formas de ser (público, nacional). La sociedad se instituye imaginariamente, se crea y se modifica abriendo paso al sentido. Las instituciones que son formas simbólicas siguen este paradigma. Es decir, la ley y su organización funcional siguen estas huellas. Esta operación se realiza a través del lenguaje, produciendo un magma de significaciones a través de las cuales nombran, distinguen, clasifican su propio mundo.

Valores, prácticas, creencias, discursos se tensan entre lo instituido y lo instituyente, siempre desde la explosión de nombres que surge de lo indecible, lo innombrado.

La poesía es esa otra ley. El poeta legislador escribe y cuando escribe constituye un país. Platón en La República expulsó a los poetas de las ciudades porque no cumplían con la idea de educación que él forjó en sus diálogos, aquel teatro antitrágico. Aquí, en la antología, ningún residuo pedagógico de las poetas, es más bien la ley que escoge el fracaso y lo emplaza, aglutinado, en crispación. “No son tiempos de pensar en otra cosa / que no sea el hambre / y los hijos”, exclama Martha Luisa Hernández Cadenas.

Siete poetas cubanas introducen desde las fisuras de las retóricas políticas el trazo del sobresalto, el desborde lánguido de todo heroísmo. “En mi país todas las cosas se van al mar”, escribe Damaris Calderón como contracara del ícono occidental de lo mediterráneo y sus mares. Un mar amnésico de orillas, un mar proclive a empantanarse. Atrapados así en aguas cenagosas el cuerpo claudica su escalada radical, su combate utópico. Y, sin embargo, polemizan con esa noción épica del confinado. Inclusión, exclusión, exterior, interior se derriban, se agujerean para habitar “una Historia vaciada”, en palabras de Soleida Ríos.

Las poetas desubican cualquier ingenuidad, al decir de Legna Rodríguez Iglesias, “lo que hago con la poesía es tapar la mierda. / Tapo y tapo. Con las manos. Con los pies. / Como un gato o una gata que no presta atención”. No el sentimiento de lontananza del cubano descripto por José Lezama Lima, ni el desasosiego del regreso. Un humedal boscoso donde se extienden las marismas. Inextricable, de difícil acceso por el barro se desentiende de la idea de lo insular como viaje. “Cuando entras al mar está quieto y se adorna con algo / frontal: / tu embestida”, en la poética de Nara Mansur Cao, y alza su voz: “Qué grito anoto, qué ley, qué acuerdo, qué oyen de mí / finalmente”.

Restos como barcas destruidas, muelles carcomidos por la sal, todo lo que el agua devora para no reconstruir la madera del bote, del remo y del discurso nostálgico del exilio. Ir hacia la condición ígnea “No hace falta que las lances al suelo / ni hace falta frotarlas: / se prenden solas, / sin fuego”, escribe Reina María Rodríguez.

La acción es la de la retaguardia, esas tropas que protegían el retiro de un ejército bloqueando el avance enemigo. Porque hay una retirada, porque hay un decir militante, porque ese decir tiene el gesto del cuidado y del aguijón alerta. Mientras acontece una guerra continua por el poder, ellas custodian no la ciudad ideal sino los restos, un recinto contaminado de óxido. Son esa milicia cáustica. Las estrategias que emplean subsisten no por la adaptación, ni por la apropiación; representan la dimensión convulsa de la puesta en marcha de acciones vivas, el reclamo íntimo que deviene puño político. “La boca que no besa no se sacia, / no se sacia… / ¡No!” de Jamila Medina Ríos.

No la tragedia de los poetas orales que sentenciaba Platón, sino la legalidad de la farsa: “otras cosas en la boca –no sus restos–/ engrudo, medias caladas, yeso húmedo, esperma”, dice Nara Mansur, como si siguiera la célebre frase de Karl Marx (la Historia sucede primero como tragedia y después como farsa). La imagen final es la del derrumbe de toda ortodoxia, la escritura del desenfado en su doble acepción de desenvoltura, pero también de superación por acuerdo o por cansancio de una rabia.

ANA ARZOUMANIAN
ANA ARZOUMANIAN
Ana Arzoumanian (Buenos Aires). Poeta, ensayista, traductora y abogada. Publicó, entre otros, los libros de poesía: Debajo de la piedra, El ahogadero y Cuando todo acabe todo acabará; las novelas La mujer de ellos, Mar Negro; los relatos La granada o Del vodka hecho con moras; y los ensayos El depósito humano: una geografía de la desaparición o Hacer violencia. El régimen insurrecto en el arte. Se ha desempeñado como profesora de Filosofía del Derecho en la Facultad de Ciencias Jurídicas de El Salvador y como profesora en la Maestría de Escrituras Creativas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y de la Maestría de Escrituras Creativas de la Universidad Tres de Febrero.

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Comentarios

1 comentario

  1. Quisiera viajar a; futuro y ver de cuál de estas autoras se va a hablar dentro de 20 o 30 años.
    Creo que de ninguna.
    Se esfuerzan, pero no llegan.
    La apuntalan sus amigos pero no convencen.

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