El teatro clásico y la música se dan cita en el Festival Atenas-Epidauro

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El teatro de la ciudad de Epidauro (FOTO Evi Fylaktou)

El Festival Atenas-Epidauro, un evento anual que se encuentra entre los más importantes de su tipo dentro de la escena cultural europea, se celebra este año durante los meses julio y agosto en una versión reducida con respecto al programa original que sus organizadores habían anunciado el pasado marzo, y que había previsto la presentación de más de setenta actividades teatrales, musicales y plásticas con la actuación de cerca de un millar y medio de artistas provenientes de todo el mundo.

En un comunicado firmado por su directora artística, la reconocida violinista griega Katerina Evangelatos, se afirma: “para todos los organizadores del Festival, la cancelación forzosa de docenas de espléndidas representaciones ha sido realmente dolorosa”. De ahí que la versión reducida que finalmente se ha debido implementar, a causa de la pandemia de la Covid-19, que contempla la participación sólo de artistas locales, lleve el título de Yposynolo (“Fragmento”). “Quisiera agradecer a los equipos artísticos y creativos que este año participarán en el Festival, y que tendrán que trabajar bajo condiciones altamente inusuales y sujetos a restricciones sin precedentes tanto en los ensayos como en las representaciones”, continúa diciendo el comunicado.

Como viene ocurriendo en cada edición de este festival desde hace sesenta y cinco años, los espacios principales en que tienen lugar las funciones musicales y teatrales son dos icónicos monumentos de la antigüedad: respectivamente, el odeón de Herodes Ático, situado en las faldas de la Acrópolis ateniense, y el teatro de la ciudad de Epidauro, ubicada en el Peloponeso.

En este teatro, construido en época helenística y el mejor conservado de la antigüedad griega, tuvo lugar el pasado 24 de julio el estreno de una puesta de Los persas bajo la dirección de Dimitris Lignadis que se transmitió en vivo por el canal de YouTube del festival. Según afirmó su director: “Los persas es una tragedia de la derrota causada por la soberbia. Este año, nuestro planeta ha experimentado una terrible pandemia sin precedentes que ha vuelto del revés todo lo que dábamos por sentado y nos ha puesto a mirar de frente a nuestras propias responsabilidades. En medio de este confinamiento impuesto, el arte y el teatro han vuelto a emerger como necesidades vitales, como un espacio de refugio”.

Esta obra de Esquilo es la tragedia más antigua de las que han sobrevivido hasta nuestros días, y la única de ellas que tiene como tema un hecho histórico: la batalla de Salamina, ocurrida a principios del siglo V a.n.e., que decidió la victoria de los griegos sobre el invasor persa en la Segunda Guerra Médica y, con ella, el comienzo de la edad dorada de Atenas, época durante la cual la tragedia se consolidaría como el género dramático más representativo de la democracia ateniense.

Pero la tragedia de Esquilo no es la única oferta teatral de gran interés que depara al público esta edición del Festival, sino que otras dos obras también representativas del drama griego antiguo –aunque en un registro muy distinto– serán llevadas a escena en Epidauro: nada menos que las comedias Lisístrata (31 de julio y 1 y 2 de agosto) y Las aves (del 7 al 9 de agosto), dos obras maestras del comediógrafo Aristófanes.

En lo que respecta a la música, merecen destacarse el homenaje al versátil compositor griego Thanos Mikroutsikos, ocurrido los días 15 y 16 de julio, los conciertos en conmemoración del 250 aniversario de Beethoven (con interpretaciones de la Primera Sinfonía, el concierto para piano No. 4 y la Séptima Sinfonía, esta última el próximo 8 de agosto) y, el 4 y el 5 de agosto venideros, una puesta de Il ritorno d’Ulisse in patria, ópera del compositor renacentista Claudio Monteverdi, bajo la dirección de George Petrou y con las actuaciones del barítono Tassis Christoyiannopoulos y la mezzo-soprano Mary-Ellen Nesi, tres grandes figuras de la escena operística griega actual.

El Festival Atenas-Epidauro fue fundado en 1955 por el Ministerio de Cultura de la República Helénica y ha sido escenario de hitos de la representación teatral y musical, entre los que caben destacar una Norma de Bellini, protagonizada por la célebre soprano griega Maria Callas en 1961, y una Orestída de Esquilo, dirigida en 1982 por el emblemático director teatral británico Peter Hall.

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