La artista, curadora y promotora cultural cubanoestadounidense Margarita Cano (1932-2024) –impulsora del sistema de bibliotecas del Miami-Dade County y de la iniciativa Books by the Bay, antecedente de la Feria del Libro del Miami Dade College– falleció a los 92 años en la tarde de este martes 19 de marzo.
Sus diversas facetas creativas –tanto su obra artística como su trabajo a lo largo de décadas en tanto animadora de eventos y redes culturales, y en específico como organizadora de relevantes exposiciones de arte con trascendencia social en el área de Miami– fueron apreciadas este miércoles por la curadora y crítica Janet Batet en un obituario aparecido en el Nuevo Herald.
Batet –quien más temprano ya había agradecido en Facebook, además de su amistad, “el altruismo y el ojo agudo” de Cano– afirma que se trata de “una figura de máxima relevancia en nuestra ciudad”; alguien que apostó, según la articulista, “por su potencial artístico y cultural”.
“Si Miami es hoy un centro cultural, lo debemos, en parte, a Margarita Cano”, sostiene Batet.
Exiliada y asentada en Miami a finales de 1962, Cano comenzó pronto a trabajar en la biblioteca principal del condado, y sería clave en el desarrollo de esa estructura y en su inserción dentro del sistema nacional de bibliotecas en Estados Unidos.
“Conformamos una colección de arte muy variada, que le presenta a la gente distintas tendencias y estilos que van del realismo a la abstracción”, decía la propia Cano acerca de su entrega durante 29 años al desarrollo de las bibliotecas públicas de la ciudad que la acogió hace más de 60 años.
Batet también recuerda su contribución al Museo Cubano de Arte y Cultura, como parte de su junta directiva, y su decisivo papel en la concepción de muestras como Ten Thousand, Ten Thousand Eight Hundred and Sixty Five (1980), a raíz del éxodo del Mariel; The Miami Generation: Nine Cuban-American Artists (1983); Sourrounded Island (1983), de Christo y Jeanne Claude, o bien Touched by AIDS (1998), cuya temática es el sida –las dos últimas, curadas junto a Barbara Young.
“Paralelamente a su labor como gestora cultural, Margarita Cano desarrolló un maravilloso universo artístico en donde la isla natal asoma como paraíso perdido en el que se entretejen memoria y ensoñación”, escribe Batet. “En este magnífico universo donde miniatura, y pintura votiva van mano a mano, la esperanza de una isla renacida es el leitmotif principal”.
Su consagración al trabajo artístico personal llegó acaso tardíamente, en 1993, tras un accidente automovilístico que la llevó a permanecer hospitalizada durante semanas.
“Ahí empecé a pintar mucho, de forma más disciplinada, y desde entonces he seguido haciéndolo. En los cuadros que hice después del accidente estaban muy presentes Cuba, sus frutas, sus paisajes, los recuerdos de mi infancia. También he pintado muchas vírgenes, santos, ángeles y arcángeles, ¡a ver si una divina presencia arregla el problema de Cuba!”, rememoraba Cano, según recogió el Nuevo Herald en septiembre último. “Tengo una colección de ciento y pico de libros artesanales hechos por mí, es algo que me divierte y que me encanta hacer”.
Varias exposiciones han presentado en retrospectiva su arte; por ejemplo, Margarita Cano: The Paradise Lost (Wolfson Campus, Miami Dade College, 2012); Divine Presence: The Art of Margarita Cano (The Colonial Florida Cultural Heritage Center, 2021) y Margarita Cano: 90 Years (NSU Museum of Art, 2022).
Plena de impulsos creativos, también publicó un par de libros para niños: Isabel y su cama nueva e Isabel y su gato Coco. “La lectura es muy importante para desarrollar la imaginación, al igual que la cercanía a las artes”, decía. “En el caso de los niños, hay que propiciar que se expresen con los crayones y las pinturas, con la escritura también, estimular su creatividad”.
Por su obra artística y su papel como promotora cultural, Margarita Cano recibió en vida, entre otros reconocimientos, el Cintas Life Award (2009) y el Michael Richard Lifetime Award (2023).
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