Presentación
MTC Cronin (1963) es una poeta australiana que ha publicado más de veinte libros (poesía, poemas en prosa y ensayos), siendo el más reciente Who Was de Alex Quel, una colaboración con el poeta y traductor Peter Boyle, con quien ha trabajado en varias colecciones. Además de Boyle, también escribe con la poeta y libretista Maria Zajkowski. Varios de los libros de Cronin han sido traducidos, como Talking to Neruda’s Questions, al español y al italiano, y The Ridiculous Shape of Longing, al macedonio. Su poemario del 2001, Bestseller, se publicará en francés en 2023 y está en curso una selección de poemas con su editorial australiana Puncher & Wattmann, que publicó su reciente colección de poemas en prosa God is Waiting in the World’s Yard y sus poemas alfabéticos de “leyes”, The Law of Poetry, escritos durante dos décadas. MTC Cronin ha estudiado artes, derecho, literatura y escritura creativa, y luego de trabajar durante la década de los noventa en derecho, comenzó a enseñar escritura en instituciones primarias, secundarias y terciarias. Actualmente vive con su pareja y sus tres hijas, en una granja biodinámica en Conondale, en Sunshine Coast Hinterland, Queensland, Australia. Rialta publicó recientemente algunos poemas de su libro <More or Less Than> 1-100, por lo que ahora agrega estos interesantes textos en prosa, no muy lejanos de su poesía.
Contrario a todas las regulaciones. Rilke, el niño
¿Qué podría haber hecho nuestro sistema de justicia juvenil con Rilke, el niño?: “Al principio vi el parque actual, más allá del amplio fondo arenoso: primero los terrenos, que estaban reservados para los oficiales, en los que, contrariamente a todas las normas, yo a veces me perdía…”[1] Alguien más es igual a una línea. Una regulación es igual a una línea. “Otras personas son el punto de origen de la entrada de un niño en el entorno material/físico tanto al proporcionar o inhibir el acceso a ese entorno –al crearlo– como al fomentar la entrada en el lenguaje con el que los niños aprenden a nombrar”.[2] Un niño de cinco años me decía que es haciendo travesuras como se aprenden cosas. Un niño puede ser muy feliz siendo travieso. Me he preguntado si solo los niños felices son inocentes. Independientemente, Rilke sabía que el objetivo era perder el yo. “La descendencia se adhiere al cuerpo”, afirma Foucault en su examen del Herkunft de Nietzsche, (“la antigua afiliación a un grupo, sostenida por los lazos de sangre, tradición o clase social”).[3] Los escritores de las leyes que prohibían al pequeño Rilke poner un pie entre los árboles escribieron esas leyes en el cuerpo de Rilke –en su cerebro– para que el gran Rilke escribiera:
Subió bajo las hojas grises
todo gris y disuelto en campo de olivos
y puso su frente llena de polvo
en lo profundo del polvo de las manos ardientes.
…
Pues los ángeles no acuden a las oraciones de tales hombres,
y las noches no crecen a su alrededor.
Los que se pierden se dejan llevar por todo,
y son abandonados por sus padres
y encerrados fuera del vientre de sus madres.[4]
Y están más allá de la línea: están más allá de la ley. La vergüenza es real. Es lo que se ve cuando la justicia ya no es una consideración. ¿Qué vio el niño Rilke en el parque? Vio que tenía una mano de cera. Sintió que su corazón se detenía. Comprendió la esperanza y su falta de fundamento. Siguió el hueco a través de sí mismo y llegó sentado a su lado. “Así es para una serpiente con dos cabezas. Primero, las dos cabezas deben decidir que tienen hambre al mismo tiempo, y luego deben estar de acuerdo en perseguir a la misma presa. Entonces podrían pelear acerca de cuál cabeza se tragará a la presa. Para hacerlo aún más complicado, dado que las serpientes operan mucho por el olfato, si una cabeza capta el olor de la presa en la cabeza de la otra, atacará e intentará tragarse la segunda cabeza.
“También les cuesta mucho decidir en qué dirección ir, y si tuvieran que responder a un ataque rápidamente, simplemente no serían capaces de hacerlo…”[5] Pero los niños son inteligentes. Rilke se alejó de sí mismo para no tocarse porque “[si] las dos cabezas están muy juntas, será mucho más difícil para ellas; con más separación, pueden actuar un poco más independientes”.[6] Los dos pequeños Rilke ahora podían comparar lo que cada uno había llevado a donde estaba el otro:
…me deslizo,
perdiéndome, de mi propia mano,
sin esperanza de conquistar
lo que viene a mí, como de tu lado,
grave y rígido y sin inmutarse.
…en aquel entonces: Oh, cuán completo era yo,
nada llamando, nada que me divulgara;[7]
Ahora Las cosas. “…tazas, cucharas, sillas, árboles y flores …las cosas más sencillas y seguras que todo adulto conoce. Están allí para ser conocidas…”[8] “El niño debe acostumbrarse a las cosas, debe aceptarlas; cada cosa tiene su orgullo”.[9] Fuera del parque es la hora del té. Cuando Rilke el niño salió del parque ya estaba castigado. Había recorrido el pasillo de todo lo olvidado y fue capaz de salir de sí mismo. Sin embargo, al emerger, de repente supo “cuán agradecidas son las cosas normalmente por la ternura, cómo ese trato les insufla nueva vida, de hecho, como (siempre que sean amadas) el uso más rudo las afecta como una caricia devoradora que ciertamente las hace caer pero también parece dotarlas de una firmeza de espíritu que las posee con tanta más fuerza cuanto su cuerpo cede…”[10] Ahora, tenía que vivir su vida. Al borde de la infancia. Infundido con el aliento de otros. Vivir inagotablemente “total e íntimamente integrado a la vida humana”.[11] El nombre que dio a su experiencia fue el de un cuerpo que “se volvió indescriptiblemente conmovedor para él y sin otra utilidad que la de poder estar presente en él, pura y cautelosamente, exactamente como un fantasma, que ya vive en otra parte, que tristemente entra en lo que ya ha sido suavemente dejado de lado, para pertenecer una vez más, aunque sea distraídamente, a un mundo que alguna vez se sintió tan indispensable”.[12] O, como me dijo un niño de tres años cuando le pregunté cómo era un fantasma: “No puedo decirlo porque me hace sentir como un fantasma. Por favor, no puedo explicar un fantasma”. Rilke desapareció ilegalmente en ese parque al final de su historia — “importa mucho cómo se enmarcan las historias”.[13] Él comenzaba la misma historia diciendo: “Repito: encuentro bastante comprensible que aquellos que tienen que depender enteramente de sí mismos, de la utilidad y la soportabilidad de su propia vida, sientan cierto alivio, si se les induce una náusea espiritual que les permite librarse por partes de los malentendidos y las experiencias indigeribles de su infancia. ¿Pero yo? ¿No nací, en verdad, para formar ángeles, cosas, animales, si es necesario, monstruos, precisamente en relación con tales experiencias, que estaban más allá de la experiencia, que eran demasiado grandes, demasiado prematuras, demasiado horribles?[14] ¿Qué tipo de decisión –qué respuesta– podría proporcionar justicia para un niño, un hombre, una historia como esta?
Nietzsche, “su locura, su germanidad, su masculinidad”[15]
“Si el hombre realmente sintiera, no habría civilización”.[16]
Todos somos, en el fondo, el campesino que espera que muera la vaca de su vecino. Pasamos de “lo que es mío es mío y tuyo, tuyo”, a “lo que es mío es tuyo”, a “si yo no puedo tenerlo, tú tampoco”, en un abrir y cerrar de ojos. Decimos cosas horribles sobre Nietzsche. No podemos deletrear su nombre sin mirarlo. La pronunciación brota de la influencia. Confundimos nuestros sentimientos con lo que queremos. “Uno de los medios más sutiles para disimular, al menos durante el mayor tiempo posible, y para fingir, con éxito, que uno es más estúpido de lo que es –cosa que en la vida vulgar es a menudo tan deseable como un paraguas– llámase entusiasmo: sumando a este lo que de él forma parte, por ejemplo, la virtud”.[17] ¿Qué baile es razonable? ¿Qué defensa necesaria? Conocemos el amor por cómo nos quedamos cortos. Las reglas son para organizar este caos.
Pasar el deseo por un colador
La justicia es ambigua de una manera que la injusticia nunca puede ser. (Servir helado en un pastel de cerezas alguna vez fue ilegal en Kansas), ¿O tal declaración es simplemente la medida de la dificultad en la que nos encontramos? (No está permitido cruzar la calle con las manos en Connecticut). ¿Debería ser al revés? La injusticia es ambigua de una manera que la justicia nunca puede ser. (En Florida, no se puede ver a los hombres en público con ningún tipo de vestido sin tirantes). ¿Somos la suma total de nuestros deseos? (En Texas es ilegal tomar más de tres sorbos de cerveza a la vez estando de pie). ¿Nuestros deseos nos esclavizan y su satisfacción nos libera? (Hacer que el castigo se ajuste al crimen: un hombre es condenado por cultivar plantas de marihuana y el juez le hace poner una planta de droga en una carretilla y empujarla alrededor del juzgado durante todo un día). ¿O solo somos libres cuando carecemos de deseos? (El tomate fue prohibido una vez después de ser descrito como la manzana del amor). ¿Qué tienen que ver la poesía y la ley con el deseo? (Morder a alguien con dientes naturales es “agresión simple”, mientras que morder a alguien con dentadura postiza es “agresión agravada”: Luisiana). ¿Involucra la ley el deseo en el proceso de justicia? ¿Qué es difícil de pasar por un colador? ¿Carne? (India tiene una declaración de derechos para las vacas.) ¿Involucra la poesía el deseo en el proceso de justicia? (Hay una regla de travesuras que impide que las personas conviertan pasteles de cumpleaños en cosas que otras personas no creerían). ¿Qué pasa por un colador y sale igual por el otro lado? ¿Agua? (En Alabama, los líderes comunitarios aprobaron una ordenanza que hace que sea ilegal que cualquier persona intente evitar que un niño salte sobre charcos de agua jugando). Lo que queremos puede ser tan difícil de creer como lo que no queremos. (Aquellos que se han hecho cargo han prohibido el cine y la música y las mujeres en la calle; palabras que describen risas y juegos de pelota y veladas). A veces lo que queremos y lo que no queremos son dos cosas diferentes. (Como dijo Nelson Mandela en su discurso desde el banquillo: “Es un ideal por el que espero vivir y alcanzar. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”). A veces coinciden. (“[Una] injusticia es tolerable solo cuando es necesario evitar una injusticia aún mayor”: John Rawls.) Esto en cuanto a llegar a alguna parte, a saber, nuestro deseo de comprender nuestros deseos y hacerles justicia sin recurrir a la tentación, satisfacción o abandono. (En Grecia hay una ley contra las siestas…) Si el precio de la justicia es la eterna vigilancia, no hay duda de que el poema se cansa tan fácilmente como la ley.
Notas:
[1] Rainer Maria Rilke: “Memoria”, Rodin and Other Prose Pieces.
[2] Lorraine Code. Rhetorical Spaces, Essays on Gendered Locations, Routledge, New York, 1995, p. 45.
[3] Michel Foucault: “Nietzsche, Genealogy, History”, from Paul Rabinow (ed.), The Foucault Reader, Peregrine Books, Penguin Books, Harmondsworth, Middlesex, England, 1986 (1984), pp. 80-81.
[4] Rainer Maria Rilke: “The Olive Garden”, New Poems [1907], (A Bilingual Edition translated by Edward Snow), North Point Press, Farrar Straus and Giroux, New York, 1995 (1984), pp. 40-41.
[5] Hillary Mayell: “Life is Confusing for Two-Headed Snakes”.
[6] Ídem.
[7] Rainer Maria Rilke: “Woman in Love”, The Book of Images (Bilingual Edition translated by Edward Snow, Newly Revised), North Point Press, Farrar. Straus and Giroux, New York, 1994 (1991), p. 23.
[8] Lorraine Code: Rhetorical Spaces, Essays on Gendered Locations, ob. cit., p. 45.
[9] Rainer Maria Rilke: “Dolls: On the Wax Dolls of Lotte Pritzel”, from Heinrich Von Kleist, Charles Baudelaire, Rainer Maria Rilke, Essays on Dolls (translated by Idris Parry and Paul Keegan), Syrens, Penguin Books, London, 1994, p. 34. Rilke’s essay first published 1913/14.
[10] Rainer Maria Rilke: “Dolls: On the Wax Dolls of Lotte Pritzel”, from Heinrich Von Kleist, Charles Baudelaire, Rainer Maria Rilke, Essays on Dolls (translated by Idris Parry and Paul Keegan), Syrens, Penguin Books, London, 1994, p. 34.
[11] Ídem.
[12] Rainer Maria Rilke: “An Experience”, Rodin and Other Prose Pieces.
[13] Kim Lane Scheppele: “Foreward: Telling Stories”, Michigan Law Review, vol. 87, 1989, pp. 2073-2098.
[14] Rainer Maria Rilke: “Memory”, Rodin and Other Prose Pieces.
[15] Lorraine Code: Rhetorical Spaces: Essays on Gendered Locations.
[16] Fernando Pessoa: Libro del desasosiego, Editorial Acantilado, 2013.
[17] Friedrich Nietzsche: Más allá del bien y del mal. Alianza Editorial, 2012.
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