‘Normalización’, perfomance de Lázaro y César Saavedra Nande (FOTO Leonardo Tarrero)
‘Normalización’, perfomance de Lázaro y César Saavedra Nande (FOTO Leonardo Tarrero)

Pongamos un poco de contexto, lo que llamábamos la programación del circuito teatral ha eclosionado debido al rezago del cierre de la cuarentena y al éxodo migratorio por el que transita el país. En medio del panorama desolador de las noches habaneras, la sede de El Ciervo Encantado ha sido un refugio para los que quedamos y buscamos en el teatro un instante para la interrogante compartida.

Desde que era estudiante pude percibir cómo un espacio puede prefigurar diversos tipos de expectación, cada sede teatral tenía un público muy característico. Por ser asidua al sitio, sabía que el público mayoritario de El Ciervo Encantado era: en primer lugar, jóvenes y luego personas entre los 45 y 65 años casi siempre profesionales ligados de algún modo a las artes visuales o a la literatura. El resto de los espectadores era mucho más heterogéneo, pero era un público algo más especializado que el de los demás grupos, en tanto no buscaban la complacencia o el regocijo intelectual de una obra teatral, más bien iban dispuestos a someterse a un experimento.

Debido al oscurantismo que rodea el acceso a las estadísticas en Cuba, las funciones de El Ciervo… han sido mi medidor acerca del impacto real del éxodo por el que transitamos. La mayoría de los jóvenes que frecuentaban la sede ya no están en el país, los rostros conocidos de todas las edades van despareciendo. Las conversaciones antes de entrar a la sala relatan las travesías de los familiares que andan cruzando la frontera, los visados estudiantiles o sobre algún conocido que lo ha intentado por mar. Finalmente concluyen con que ellos mismos andan buscando una forma más menos segura de salir del país.

Esta situación migratoria condiciona ineludiblemente el discurso de las obras. Cuando menos, es un estado de ánimo colectivo porque siempre estamos esperando la partida inminente de alguien. La desconexión entre el público y las salas de teatro de la Habana se profundizará si continuamos representando textos de autor como si algo no oliese a podrido en Dinamarca. Creo que una pregunta válida para los que de alguna manera continuamos vinculados a la creación sería: ¿qué es lo último que deseamos comunicarle al espectador antes de que abandone la isla?

Lázaro y César Saavedra Nande hasta ahora siguen en Cuba y han plasmado la urgencia de esa circunstancia en el performance Normalización, con dirección general de Nelda Castillo. César con gafas oscuras navega por los canales de la TV nacional, hace zapping entre los discursos triunfalistas y los suplementos culturales. Se escuchan testimonios de balseros cubanos y de emigrantes que intentan cruzar la selva del Darién. Lázaro parafrasea el discurso de Miguel de Unamuno dirigido a los militares de Franco, presenciamos una charla ininteligible acerca de los NFT.

Digamos que estos planos de acción transcurren sin ningún tipo de enlace o elemento vinculante y en varias ocasiones hay una sátira al desgaste de la retórica presente en las entrevistas, en las fundamentaciones y escollos del arte contemporáneo. Lo anterior se manifiesta en el desenfado con que se desarticula el lenguaje, el rejuego con los acentos, los estereotipos y también con los límites del cuerpo. Normalización se mueve en la era del metaverso, así que la contaminación extrema de referencias, el pastiche y la repetición son elementos que emplea para recrear la neblina de desinformación que pretende cubrir a esa isla “paralela”, la de los muertos en el mar y los niños abandonados en la selva del Darién.

Normalizacion perfomance de Lazaro y Cesar Saavedra Nande FOTO Leonardo Tarrero 1 | Rialta
‘Normalización’, perfomance de Lázaro y César Saavedra Nande (FOTO Leonardo Tarrero)

Otros momentos visitan la noción de remake, este es el caso de la recreación de la escena del film The Square o la farsa del arte (2017). En este caso es necesaria la simulación porque no se persigue la verdad en la acción, sino la autenticidad que radica en recrearla desde los cuerpos de los performers. Lo anterior está muy relacionado con uno de los aspectos más interesantes de Normalización, y es el matiz lúdico que logran ambos actantes, aunque estén transitando por un horizonte temático arduo como el de la emigración y la soledad generacional.

Siempre es un camino angosto negociar con el público esa intención irreverente y desenfadada que se trazan muchos performances. En este caso, el pacto con la audiencia suele conseguirse casi desde el inicio. De alguna manera, somos testigos del juego satírico y crítico de dos jóvenes y hermanos que desean/necesitan expresarse, burlarse, transmitir un estado del arte. Para ello los performers problematizan acerca de lo que han aprendido, César desde la danza y Lázaro desde las artes visuales. Esta expresión que necesita de la escucha atenta de otras generaciones es un manifiesto contra la formalidad y la estructura, también es una forma tajante de decir como generación: ahora es mi turno. Como es común en los ejercicios nóveles hay una necesidad imperiosa de expresar la mayor cantidad de ideas en el menor tiempo posible. Esa intención debe concretarse para evitar zonas de reiteración.

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La preocupación en torno a la condición política del arte ha orientado un sinfín de discusiones. Entre las posibles respuestas resulta significativa la idea de que la politicidad de una obra de arte radica, en buena medida, en el efecto que esta origine. Entonces, Normalización parece ser un fenómeno efectivo de acuerdo con la pluralidad de sentidos que despliega a partir de los soportes, procedimientos y lenguajes que se conjugan.

El espacio de formación y creación La Cátedra del Performer, impulsado por El Ciervo Encantado ha sido una rara avis en medio del panorama desértico que rodea al estudio y al análisis del performance en Cuba, desde una perspectiva expandida, más allá de las artes visuales. El performance, como el arte político en general, ha sido sometido a constantes revisiones desde la postura institucional. Quizás por ello no encontramos una asignatura propiamente de performance o prácticas vinculadas a las llamadas artes vivas en los programas de estudio de la Facultad de Arte Teatral del Instituto Superior de Arte. En este sentido, la sorpresa más satisfactoria de lo que va de esta temporada de Normalización ha sido ver el efecto que ha ocasionado esta cátedra en varios jóvenes interesados en arriesgarse y crear desde otros lenguajes, estéticas, desde otra libertad.

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‘Normalización’, perfomance de Lázaro y César Saavedra Nande (FOTO Leonardo Tarrero)
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