Retrospectiva en el Museo Judío de Nueva York celebra la obra de Jonas Mekas, fundador del New American Cinema

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Jonas Mekas en una foto de archivo. CINETECA DE MADRID.
Jonas Mekas en una foto de archivo. CINETECA DE MADRID.

Jonas Mekas (Lituania, 1922-Estados Unidos, 2019) ha trascendido a la historia del séptimo arte como uno de los principales paradigmas del cine experimental. Aunque prácticamente desconocido por el gran público, Mekas es adorado hoy por numerosos cinéfilos y artistas y fue una de las voces más notorias de la escena artística underground e independiente de Nueva York durante las décadas del sesenta y setenta. La originalidad de su trabajo audiovisual prefiguró la cualidad ensayística del documental contemporáneo; motivado por la apariencia del mundo cotidiano que lo circundaba, Mekas se dedicó a registrar, sin atención a normativa alguna, el curso de sus días y las vibraciones de su sensibilidad. Las películas resultantes, con un desdén olímpico por “la perfección de la industria”, arrojaron a toda una generación de creadores a la aventura de reinventar el cine.

Para honrar el aporte decisivo de este realizador, teórico y activista cultural a las artes visuales y al cine, el Museo Judío de Nueva York organizó una inusual retrospectiva de su obra cinematográfica bajo el título Jonas Mekas: The Camera Was Always Running. El programa, abierto al público el pasado 18 de febrero, y disponible hasta el 5 de junio de 2022, aplaude el vanguardismo del autor lituano y sus siete décadas de trabajo ininterrumpido, a través de una proyección inmersiva, de once de sus películas, acompañadas por la presentación de fotografías y materiales de archivos poco conocidos que complementarán la valoración y el conocimiento “de la vida, el arte y el legado de Mekas en el campo de la imagen en movimiento”.

Mekas, además de realizar portentosas películas y escribir impresionantes poemas, desplegó una contundente labor intelectual como crítico y organizador de espacios creativos e instituciones; trabajo que impactó considerablemente el paisaje artístico de sus años de juventud.

Empujado por la Segunda Guerra Mundial, en 1949, tras vivir un tiempo en un campo de trabajo forzado, el realizador emigró junto a su hermano a los Estados Unidos, donde, de inmediato, se integró a la comunidad contracultural neoyorquina. Se convirtió, rápidamente, en “autor, fundador y cofundador de numerosas cooperativas de artistas, redes de distribución y escritos sobre cine”, explica la presentación del ciclo publicada en la página oficial del museo. “En 1954, cofundó Film Culture, la primera revista de crítica cinematográfica estadounidense; de 1958 a 1971, escribió Movie Journal, la primera columna de crítica de cine de The Village Voice; en 1962, cofundó The Film-Makers’ Cooperative, una de las primeras organizaciones en apoyar la producción, proyección y distribución de películas experimentales a gran escala; [y] en 1969, cofundó Anthology Film Archives, que se convirtió, y continúa siendo, un centro de atención para el cine experimental de Nueva York”.

Mekas dirigió alrededor de noventa y tres películas, muchas de ellas en formato de video, campo dentro del cual también fue pionero. La mayor parte de esos filmes, además de mostrar el sorprendente don creativo que asistía al artista, son un testimonio contundente de su condición de expatriado. La circunstancia diaspórica, tan importante para ciertos perfiles actuales de los estudios cinematográficos, también está enfocada en The Camera Was Always Running. Al igual que para muchos otros emigrados después de la Segunda Guerra Mundial, como para tantos en todo el mundo hoy día, “[el arte de Mekas] estuvo profundamente marcado por su experiencia como refugiado: la pérdida, la memoria y el anhelo del hogar que dejó atrás de forma permanente en 1944. La relación entre el exilio y la creatividad están siempre en el corazón de su obra y es el tema central de la exposición”, aclara la nota.

En el programa diseñado por la curadora invitada Kelly Taxter para el Museo Judío se pueden apreciar filmes pertenecientes a diversas etapas creativas del artista. Entre ellos, valdría destacar: As I Was Moving Ahead, Occasionally I Saw Brief Glimpses of Beauty (2000), suerte de resumen de su obsesión por documentar su vida y sus relaciones personales, a la manera de un diario, donde a fin de cuentas abarca tres décadas de existencia mediante el registro de viajes, actividades cotidianas, cumpleaños, cambios de estaciones y encuentros con amistades; The Brig (1964), extraña adaptación de la obra teatral homónima de Kenneth H. Brown, que retrata la deshumanización del Cuerpo de Marines por medio de la escenificación de las humillaciones y abusos a que es sometido un grupo de prisioneros; Guns of the Trees (1962), un revelador retrato de la contracultura de inicio de los años sesenta y de la subjetividad que movilizó a la generación del autor; A Letter from Greenpoint (2004), emotiva mediación sobre sí mismo y su trabajo, suscitada por su mudanza a Brooklyn después de treinta años viviendo en SoHo, donde se estableció desde su llegada a los Estados Unidos; Lost Lost Lost (1976), un ensamblaje de sus notas (audiovisuales) en la escena newyorkina y de su vida como refugiado político entre los años 1949 y 1963; y Paradise Not Yet Lost (Oona’s Third Year) (1979), momentos de la vida del autor durante 1997, en los que recoge viajes a Suecia, Lituania, Austria e Italia, así como actividades familiares en la ciudad de Nueva York centradas en su hija Oona de tres años.

Otras dos obras disponibles en la muestra son Reminiscences of a Journey to Lithuania (1971-72) y Walden (Diaries, Notes & Sketches) (1964-69). Ambas han devenido icónicas dentro de cualquier posible genealogía de la experimentación en el cine. La primera es considerada la película donde mejor se resuelve la indagación estética de Mekas alrededor del formato del diario, es el testimonio de su regreso al pueblo lituano donde nació, después de años sin pisar su país de origen. Con el uso de material de archivo, se entrelazan imágenes de su padre y de su vida infantil con documentaciones de su cotidianidad en Estados Unidos. El metraje se organiza como la evocación de aquellos accidentes de su memoria –la familia, los campos de trabajo, el paisaje, las casas donde vivió–, que conforman su identidad.

La segunda, catalogada por la crítica como la obra maestra definitiva del realizador, es otro contundente diario sobre los años más importantes de la movida artística y cultural de Nueva York, una crónica del nacimiento del cine independiente norteamericano, que deja testimonio de lugares, personas, obras, al punto de configurar un mapa de la sensibilidad y el imaginario de esos febriles tiempos.

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En estas dos películas, a las que The Camera Was Always Running presta especial atención, se aprecia la trasgresión de Mekas de toda estructura de progresión narrativa tradicional, su tendencia al montaje en forma de collage –que junta registros de diferentes tiempos siguiendo la dinámica del recuerdo–, su gusto por la incorporación de subtítulos para estructurar los argumentos, su obsesión por el exploración de lo intrascendente y lo cotidiano, su tendencia a añadir reflexiones sobre los bloques de imágenes, entre otras pautas morfológicas y expresivas que, comunes en el cine actual, fueron ensayados inicialmente por Mekas.

Durante el mes de mayo, la exposición del Museo Judío acogerá, paralelamente, la proyección de varias películas realizadas por Mekas, pertenecientes a su Anthology Film Archives. Esta iniciativa tiene como propósito mostrar otras facetas de la vida intelectual del artista lituano, que garantizaron su lugar líder en la escena artística clandestina de Estados Unidos, y su inconfundible papel como defensor/impulsor del New American Cinema que emergía por esa época una cruenta batalla contra la dictadura hollywoodense.

En el año del centenario de Mekas, The Camera Was Always Running resulta una extraordinaria celebración por parte del Museo Judío de Nueva York, un homenaje a esta singular personalidad del cine internacional, defensor del espíritu de vanguardia que necesita el arte para existir a plenitud. Mekas fue un hombre que resolvió convertir el acto de filmar y editar imágenes en movimiento, en una verdadera revolución.

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