El Thomas Nickles Project, en Nueva York, acogió desde septiembre hasta inicios de este noviembre una exposición del artista cubano Roger Toledo (Camagüey, 1986) bajo el nombre PAR | ERGON. En Rialta Noticias conversamos con el artista para indagar en el proceso que dio lugar a las series de pinturas y esculturas que exhibió en Nueva York y terminamos hablando de sus exploraciones actuales, su relación con el color, la infancia y proyectos futuros.
La muestra en el Thomas Nickles Project incluyó las series Días en el museo y Parergon. Ambas son trabajos en curso que seguirán en desarrollo, comunica el artista.
Días en el museo comenzó a realizarse en 2011. En esta serie, Toledo lleva a cabo una síntesis abstracta de las paletas de colores que componen algunas pinturas de la vanguardia pictórica cubana. Escoge 25 pigmentos de piezas de Wifredo Lam, Jorge Arche, Carlos Enrique, Fidelio Ponce, Portocarrero, Antonia Eiriz, y otros, y conforma un nuevo cuadro que consiste en un imbricado mosaico de 25 campos cromáticos, todos procedentes de la tradición plástica de la isla.

Parergón desplaza el interés de la pintura al marco. Para esta serie, el artista diseña digitalmente marcos-esculturas que luego realiza en madera. “Cada parte de la obra se corta y talla a mano siguiendo las medidas del diseño. Se ensambla en capas encima de un plano sobre papel, a escala real, que sirve de guía para corregir o ajustar cualquier error que resulte del trabajo manual. Con todas las capas listas, se procede a pegarlas y luego se añade una última, la del fondo (la que queda pegada a la pared una vez se cuelga el marco). Por último, se perfecciona la talla de toda la pieza, se lija y se le da la terminación”, explica Toledo, minuciosamente.
¿Cómo y cuándo comenzaste a concebir los marcos de madera como medios expresivos y no sólo como objeto decorativo o parte marginal de la obra de arte?
Las primeras ideas que tuve sobre cómo utilizar los marcos como medio expresivo en la pintura se consumaron en un tríptico basado en la obra Espectros de Henrik Ibsen, en 2010. Eran pinturas atmosféricas que tenían sentidos de profundidad diferentes y decidí apoyarme en la forma de sus marcos –de diseño sencillo– para acentuar las sensaciones de perspectiva en cada una.
La idea de utilizar el marco para apoyar el significado o fuerza expresiva de la pintura, sacándolo de su mero carácter decorativo, me puso a leer y buscar sobre el tema. Disfruto muchísimo estudiar Historia del Arte. Esta práctica de estudio ocupa casi todas mis horas de lectura. Fue La perspectiva como forma simbólica, de Erwin Panofski, el libro que desató toda la serie de los marcos tal cual se puede apreciar ahora.

Cuando comencé a trabajar en los diseños de las piezas residía en La Habana. A la primera oportunidad que encontré fui a Camagüey [lugar donde creció] a llevar a cabo los primeros diseños, dos de los cuales fueron parte de la muestra de este año en Thomas Nickles Project.

En aquel momento (2011) sólo pude trabajar en tres piezas sin lograr terminarlas. Los otros tres diseños que llevaba se los dejé a un excelente carpintero que había hecho trabajos para mi padre, con la esperanza de que hiciera todo el trabajo de pre-tallado, pero aquello no funcionó.
Realicé la primera pieza en madera en el verano de 2001, justo antes de comenzar las clases en la Academia. Lo hice por entretenimiento e inspirado en un libro sobre diseño que me habían prestado. Aunque me incliné por la especialidad de pintura y eso fue lo que estudié en los años posteriores, cada verano hacía una de estas obras en madera, que se volvieron instalativas y conformaron el portafolio que presentaría años después para ingresar a la Universidad de las Artes en La Habana (ISA).

Ya en el ISA dejé de trabajar en estas piezas para comenzar a desarrollar mi obra en pintura. Pero el trabajo con la madera no dejó de estar presente. Cada vez que iba a Camagüey por vacaciones aprovechaba para hacer bastidores o ayudar en lo que se hacía en el taller de mi padre.
La carpintería es un oficio maravilloso, y la madera es uno de los materiales más nobles y bellos que he conocido. La disposición de mi papá para apoyar en cualquier cosa nunca faltó. De hecho, los marcos de Espectros fueron hechos en su taller. El primer intento de producir los marcos con un carpintero fue gestionado por él. Aunque este carpintero es uno de los mejores que he conocido, aquel experimento no funcionó, me dejó muy claro que si quería hacer estas piezas con todas las de la ley, tenía que hacerlas yo mismo.
¿Qué papel jugó la carpintería de tu padre en el desarrollo de Parergon?
Realmente todo comenzó cuando cursaba mi noveno grado. En ese entonces, mi papá decidió montar un taller de carpintería junto a un amigo. Ninguno sabía mucho del oficio, pero el mercado de muebles de madera estaba en auge y parecía ser una buena inversión. A mí me encantaba pasar por el taller después de la escuela para ver cómo trabajaban con las máquinas. Todavía recuerdo el olor a cedro picado que llenaba todo el lugar.
Eventualmente me puse a ayudar a los carpinteros. En poco tiempo aprendí a lijar, encolar y hasta picar madera con una sierra chiquita que había en el taller. Cuando no había nada que yo pudiera hacer allí, me entretenía picando “palitos” de diferentes medidas para hacer futuras “estructuras”.
Por aquel tiempo, estaba también en proceso de presentarme a los exámenes de ingreso de la Academia de Artes Vicentina de la Torre, así que, en ese año, todo comenzaba a verse como posible obra de arte.

¿Toda la madera que utilizas para la serie Parergon es recuperada de casas de la época colonial cubana?
Sí, toda la madera que utilizo es reciclada de antiguos techos de casas que, por lo general, son casas coloniales. Cuando mi papá estuvo en el negocio de la carpintería, hace mucho tiempo, una de las formas que él tenía de conseguir madera de buena calidad y confiable era comprando los techos de esas casas. Muchas personas que cambiaban los techos de tejas por cemento vendían las vigas de madera para abaratar sus gastos de reconstrucción.
Las vigas de estas casas son de madera dura, de jiquí, caoba, ácana. Del arquitrabe, proviene el cedro. Toda esa madera de cedro que mi papá trajo de Camagüey a La Habana, cuando se mudó para acá, es la que he estado utilizando para hacer estos marcos. Esas casas se hacían con mucha piedra y encima de las puertas y ventanas siempre se hacía un arquitrabe de madera.

Por lo general, trato de usar las mejores partes de esa madera, que viene con huellas de clavos y carcomida por la humedad en algunas zonas. Siempre me topo con algunos huecos que tengo que rellenar, algunos pueden verse en las piezas.
Hasta ahora, todas las piezas las he hecho así, con madera reciclada. Cada vez se dificulta más encontrar madera que valga la pena, sobre todo, después de que muchos carpinteros se sumaron a esta modalidad de trabajar con madera recuperada de casas antiguas.

¿Cómo es tu relación con el color actualmente?
Aunque en la actualidad trabajo intensamente en las piezas escultóricas de Parergon, siempre he necesitado un espacio para la pintura. El color tiene una cualidad primaria y esencial que es muy difícil no disfrutar. Siempre que lo utilizo como medio expresivo, tengo la impresión de encontrar un sentido primigenio de la creatividad.
¿Hay alguna nueva idea o nuevo proyecto que quieras explorar?
Hay una idea que se me ocurrió hace mucho tiempo. Quizás es algo nostálgico relacionado con la casa de mi infancia. Normalmente la nostalgia pega más cuando uno es mayor, pero no sé por qué yo empecé a pensar en esto tan joven.
El otro día, por ejemplo, estuve tratando de recordar el momento en que yo empecé a descubrir los colores. ¿Qué colores de mi infancia me hicieron sentirme fascinado por el color?, empecé a pensar. Me acordé de los caguayos, como le decimos en Camagüey a unas lagartijas de un azul intenso. Ese es el primer recuerdo que tengo sobre mi fascinación con el color azul.

Así como el azul de este animal, he ido recordando otros colores del mundo natural que constituyeron esas “primeras veces”, esos momentos en que por primera vez concientizas y fijas un color. Así se me ha ocurrido hacer una pequeña serie que presente una paleta cromática casi primitiva.
La serie podría nombrarse “Descubriendo el color” o “Colores descubiertos” o algo así. Pienso en el azul de la lagartija, en el naranja intenso del cundeamor, que es otro color que recuerdo muy bien, en el plateado de la mojarra. Me imagino un cuadro naranja, que se vea plano desde la distancia, pero cuando la pintura sea mirada de cerca, se vean sutiles variaciones de color y líneas que conforman muchas fruticas de cundeamor.

Se puede realizar una colección de piezas de diversos colores. La cantidad de cuadros dependerá de cuánto logre recordar de esos “primeros encuentros” con el color. Se verán como planos cromáticos, pero exhibirán el motivo específico que contiene cada uno de sus colores.
Esta idea quedará para más adelante. Ahora estoy muy conectado con la serie de Parergon y la evolución que va teniendo, que se torna más compleja en cuanto a geometría y trabajo con el material (madera). Y fantaseo con retomar las obras instalativas que hice en el pasado para conectarlas con Parergon.
Otra idea que anda rondando está basada en el libro Observaciones sobre los colores, que escribió Wittgenstein al final de su vida. Este libro del filósofo austriaco es un detonador de ideas para todo el que esté interesado en el color y la pintura. El libro es un reto si como artista se quiere traducir o representar, en una imagen cromática, las cuestiones conceptuales sobre los colores que Wittgenstein plantea. A partir de esta lectura, tengo pensado no sólo trabajar el color a través de los medios pictóricos (óleos, acrílicos, acuarelas), sino también mediante diversas materias que también pueden representarlo, como el cristal o la luz.
Uno de los debates que tiene Wittgenstein es hasta qué punto el rojo es rojo o cuándo empieza a ser carmelita. Él se adentra en unos debates así que a mí como pintor me mueven muchas ideas sobre cómo yo debo representar el color. Sería un buen ejercicio para mí sentarme a leer cada uno de estos capítulos y hacer cuadros a partir de cada fragmento de texto con las exploraciones que la lectura me vayan impulsando a hacer.
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