Sarah Maldoror, pionera del cine africano, centro de una retrospectiva itinerante en Francia

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Sarah Maldoror. EL PAÍS.
Sarah Maldoror. EL PAÍS.

La cineasta francesa de ascendencia afrocaribeña Sarah Maldoror (1929-2020), nombre artístico de Marguerite Sarah Ducados, considerada una de las voces más importantes del cine decolonial africano y pionera del cine femenino en el continente negro, es el centro de una retrospectiva integral en París que recorre, además de su obra fílmica, sus vínculos con el teatro, la poesía y la política.

“Sarah Maldoror: Tricontinental Cinema” es la primera exposición dedicada a la obra de la artista que el Palais de Tokyo de la capital francesa acoge hasta el 13 de marzo, pero que prosigue luego su itinerancia por otras tres instituciones de la región de París: el Musée de l’Homme, el Musée national de l’histoire de l’immigration y el Musée d’art et d’histoire Paul Eluard de Saint Denis, que proyecta las películas de la realizadora de forma permanente y en simultáneo con la exposición en el Palais de Tokyo, junto con presentaciones de archivo y eventos, según resume la revista Trois Couleurs.

Concebida como un paisaje de filmes que superpone historias y geografías, la exposición repasa las ciudades donde vivió Sarah Maldoror: París, Moscú, Conakry, Argel, Fort-de-France y Saint-Denis. También ilustra los diálogos que instigó con figuras intelectuales, artísticas y políticas como Mário Pinto de Andrade, Aimé Césaire, Marguerite Duras, Jean Genet, Chris Marker y William Klein; además de crear una nueva conversación con artistas contemporáneos como Mathieu Kleyebe Abonnenc, Melvin Edwards, Ana Mercedes Hoyos, Kapwani Kiwanga, Maya Mihindou, Chloé Quenum, Maud Sulter y Anna Tje, todos con alguna conexión a las preguntas que planteó Maldoror en vida.

En su reseña de la exposición, la revista ArtFacts señala que “a la vez una forma de investigación poética y una herramienta de lucha, el cine de Sarah Maldoror debe entenderse a través del prisma de las corrientes de pensamiento que marcaron el siglo XX, y que hoy encuentran nuevos ecos, incluido el surrealismo, la negritud, el panafricanismo y comunismo. Una de las constantes de su obra es el antirracismo, omnipresente en sus imágenes –ya sea en su escritura, en su encuadre o en su montaje–, que ponen de relieve el absurdo de los discursos que sustentan el racismo. Esto también la llevó a crear numerosos retratos de artistas y poetas negros (Léon Gontran Damas, Toto Bissainthe y Wifredo Lam) y de mujeres negras en Francia (filmados en particular para el programa de televisión Mosaïque en la década de 1980)”.

Nacida en Gers, en el suroeste de Francia, de madre francesa y padre guadalupeño, Sarah Maldoror es considerada una pionera del cine africano, comprometida en particular con los movimientos de liberación de las colonias portuguesas (Angola, Cabo Verde y Guinea-Bissau) pero también cercana a los poetas del Caribe francófono (Césaire, Damas, Glissant).

Su nombre artístico, que tomó prestado del poema de 1868 del Conde de Lautréamont, Cantos de Maldoror, la vinculan a una genealogía literaria que fue decisiva para su participación en la compañía de teatro Les Griots, el primer grupo francés integrado por actores africanos y afrocaribeños, quienes crearon con Jean Genet la obra Los negros, así como para sus colaboraciones con el Art Ensemble de Chicago, el saxofonista Archie Shepp, el poeta Louis Aragon, la artista Ana Mercedes Hoyos y los autores Luandino Vieira, Maurice Pons y François Maspero, entre otros.

Para desplegar estas relaciones, “Sarah Maldoror: Tricontinental Cinema” se divide en dos espacios contiguos: en uno, una instalación reúne extractos de películas de la realizadora con una red de puntos de correspondencia en documentos, pinturas, instalaciones, fotografías y esculturas, así como con un gran fresco de la artista Maya Mihindou que ofrece una versión onírica de la vida de Sarah Maldoror. Mientras tanto, una sala de proyección alberga un programa de películas, charlas y actuaciones.

La carrera de Maldoror es tan amplia como imprevisible. En París estudió en una escuela de arte dramático y junto a su esposo, el nacionalista angoleño Mário Pinto de Andrade, fundador del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), recibió una beca y estudió cine con el director soviético Mark Donskoi en Moscú en 1961. Allí conoció al cineasta senegalés Ousmane Sembène, la figura más importante del cine africano.

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En Moscú, Maldoror se identificó con la idea de que el cine es “una herramienta de la revolución”. Posteriormente estuvo en Argelia como asistente de Gillo Pontecorvo en el rodaje de La batalla de Argel (1966). Casi a seguidas dirigió su primer cortometraje, Monangambee, basado en una obra del político y escritor angoleño Luandino Vieira, que fuera seleccionado para la Quincena de Realizadores en Cannes en 1971.

Sambizanga (1972), su ópera prima y su película más conocida, también se basó en la historia real de Vieira. A ella siguieron casi cuarenta títulos, el último de ellos un guion no realizado que data de 2011.

Aunque su obra tuvo mayor proyección que la de la mayoría de sus colegas, a Maldoror se le incluye por entre las cineastas africanas destacadas, junto a figuras como Safi Faye, de Senegal; Assia Djebar, de Argelia; Denise Salazar y Maria João Ganga, de Angola; Isabel Moura Mendes y Claire Andrade Watkins, de Cabo Verde; Babetida Sadjo y Vanessa Fernandes, de Guinea-Bissau; o Moira Forjaz y Fatima Albuquerque, de Mozambique.

Cuando en 2011 el ministro de Cultura de Francia, Fréderic Mitterrand, la nombró Caballero de la Orden Nacional del Mérito, le dijo: “Francamente, usted es una rebelde, una luchadora contra las injusticias, una humanista resuelta. A lo largo de su carrera no ha cesado de insistir, informar y mostrar las realidades más difíciles a través de la lente de su cámara de un modo a la vez realista y poético. Su mirada sobre la memoria de la esclavitud y del colonialismo es para todos nosotros de un valor único”.

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