La exposición Sangre de sirena, de la artista Duchy Man Valderá (La Habana, 1978), se inauguró el pasado 27 de diciembre en el Estudio-Galería de Arte Corporal La Marca (Calle Obrapía #108C, entre Oficios y Mercaderes, La Habana Vieja).
Duchy Man es guionista, ilustradora, historietista y coordinadora de proyectos culturales. Además, es diseñadora de vestuario escénico, estudio que cursó en el Centro de Tecnología del Espectáculo de Madrid. “Pero prefiero que me llamen artista, porque hago muchas cosas”, especifica la creadora cubana residente en Bruselas, ciudad considerada como la capital de la historieta, en conversación con Rialta.
“En mi niñez abundaron los libros con dibujos y las historietas. Coleccionaba cómics. Desde niña hacía garabatos. Tengo ascendencia china. Por parte de mi padre mi abuelo era chino, cantonés, y se casó con una cubana nieta de chinos. Es decir, es doble mi ascendencia asiática.”
Duchy Man Valderá es reconocida por su trabajo como ilustradora en la Editorial Gente Nueva y obtuvo el premio de Diseño del Libro Raúl Martínez (2007), en la categoría de Ilustración. Participó en el laureado álbum colectivo Crónicas urbanas (Maison Autrique, 2010), que obtuviera ese mismo año el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Historietas de Argel. Dentro de su trayectoria creativa sobresale el guion de Rosa de La Habana, “drama musical en historieta”, que concibió junto al ilustrador Alexander Izquierdo, primera historieta enteramente cubana para el mercado francófono.
Con Sangre de sirena regresa a Cuba como artista visual. “El año pasado –explica Duchy Man– organicé en La Marca, durante la XIII Semana Belga en La Habana, un encuentro con historietistas belgas. Desde aquella ocasión tuvimos la idea de hacer esta exposición, porque lo que hago está muy cerca del tatuaje y el grafiti. Si yo estuviera en Cuba estuviera tatuando en La Marca.”
En sus palabras para el programa de la exposición, el periodista y crítico de arte Antonio Enrique González Rojas asegura que la muestra propone “la comunión orgánica entre la concisión gráfica y la intensidad expresiva, que la hace derivar, a pesar de su identificable y nítida línea art nouveau, hacia los sombríos predios del mundo gótico”.
Al preguntarle a Duchy Man cuál es la sangre y cuál es la sirena, confiesa: “En realidad, yo soy la sangre y soy la sirena”. Es ella y su circunstancia, por eso la selección de obras, que estará expuesta todo el mes de enero de 2020, recorre varios estilos, que son varias sensibilidades:
“La mayoría de las piezas no son originales, son copias, ya no poseo las auténticas, pero muchas de ellas nunca se han expuesto; es decir, Sangre de sirena es una première, digamos que mundial. Me gusta mezclar el art nouveau con el cómic. Me gusta combinar las estampas japonesas (ukiyo-e) con el rock gótico. Me interesa establecer conexiones aparentemente antagónicas. Nací en La Habana pero mi abuelo era cantonés. Parece antagónico, pero no lo es. Por eso transito entre el arte simbolista decimonónico, el haiku, el decadentismo, el steampunk, los cuentos de terror cósmico, las miniaturas lacadas rusas, la ópera tradicional china, la filosofía yoruba, el art decó…”
Quizá en este rejuego de antagonismos, en esta cámara de ecos (cruces de superficies intertextuales) radique la perversidad de Sangre de Sirena, y su principio onírico. Sangre de sirena es un puñetazo, una paliza dilatada, un knock out dosificado.
En resumen, lo que tenemos en Sangre de sirena es una perversión que radica no en la delimitación, sino en su capacidad de vincular y someterse a la transición. Se pudiera pensar que son piezas hiperestitizadas. Pero esto sería restringir las obras a una lógica convencionalista de la obra de arte bellista (bellism). En 1750, cuando Baumgarten fundó la estética como disciplina, la definió como la “ciencia de la cognición sensual”. La estética, tal vez, es la verdadera disciplina de la pluralidad. La salvación de lo bello, para Duchy Man, es la salvación de lo plural, de lo vinculante. La razón de ser de estas piezas no es estética, si no anestética. ¿Desearía alguien sostener seriamente que la sangre es cuestión de belleza?
Anterior a Sangre de sirena yo era un sujeto inocente. Ese mismo yo es un cuerpo de marino perdido que rueda sobre lechos de algas y de arena con una herida sangrante. Yo tenía la rara sensación de que las sirenas asesinaban al mismo hombre una y otra vez, ¡y de que al fin y al cabo yo descubriría que el hombre era yo mismo!
Los amores con sirenas suelen acabar mal, fatalmente.