El escritor norteamericano Cormac McCarthy (1933-2023), uno de los más grandes novelistas contemporáneos en lengua inglesa, falleció este martes a los 89 años, por “causas naturales”, en su casa de Santa Fe, Nuevo México, según confirmó su hijo John McCarthy y dio a conocer Alfred A. Knopf, su editorial desde hace más de treinta años.
El breve informe en Twitter de Knopf –una de las casas editoriales más prestigiosas de Estados Unidos– fue acompañado con una cita del propio McCarthy en su laureada The Road (La carretera): “Keep a little fire burning; however small, however hidden.” [“Mantén un pequeño fuego encendido; por diminuto que sea, por oculto que esté”].
Los principales medios anglosajones se hicieron eco de la noticia luctuosa este martes en la tarde, y sus obituarios coincidieron en situar al autor nacido en Rhode Island entre los maestros de la narrativa norteamericana de finales del siglo XX.
Un diagnóstico en el cual, por supuesto, ya se había adelantado el gran pope Harold Bloom, quien lo encumbró –en particular sus novelas Meridiano de sangre, Suttree e Hijo de Dios– en el canon de su tiempo junto a Thomas Pynchon, Don DeLillo y Philip Roth.
The New York Times entregó un retrato diligente: “Cormac McCarthy, el formidable y solitario escritor de los Apalaches y el suroeste de Estados Unidos, cuyas primeras novelas, caprichosamente ornadas, acerca de personajes inadaptados y grotescos dieron paso a la exuberante taciturnidad de Todos los hermosos caballosy al minimalismo apocalíptico de La carretera”, escribió el crítico literario Dwight Garner.
“La ficción de McCarthy tenía una visión sombría de la condición humana; a menudo, macabra. Adornó sus novelas con despojos, decapitaciones, incendios provocados, violaciones, incesto, necrofilia y canibalismo”, resumió Garner a continuación. “«No existe la vida sin derramamiento de sangre», dijo en una rara entrevista de 1992 a The New York Times Magazine. «Creo que la noción de que la especie se puede mejorar de alguna manera, que todos pueden vivir en armonía, es una idea realmente peligrosa»”.
El debut literario de McCarthy llegó a mediados de los sesenta con El guardián en el vergel, a la cual sucedieron novelas como La oscuridad exterior e Hijo de Dios.
En 1979, publicó un libro verdaderamente notable, Suttree, y seis años más tarde apareció la que sin dudas es considerada su obra maestra, Blood Meridian or the Evening Redness in the West, situada estéticamente en esa tradición o cordillera literaria estadounidense cuyas cimas indiscutibles son Melville y Faulkner.
No sería, en todo caso, hasta la publicación de Todos los hermosos caballos (1992) –obra ganadora del National Book Award– y, luego, de En la frontera (1994) y Ciudades de la llanura (1998), que completan la llamada Trilogía de la frontera, cuando McCarthy ocuparía definitivamente su indisputado lugar de privilegio en la literatura y el imaginario norteamericanos del último medio siglo.
Su próxima novela, No Country for Old Men (2005), se convertiría en el filme homónimo de los hermanos Coen, merecedor del Oscar a la Mejor Película en el año 2008, mientras que La carretera (2006) se hizo con el Pulitzer de ficción y llevaría a otra adaptación cinematográfica en 2009.
No fue hasta el año pasado que McCarthy volvió a la escena literaria con dos novelas breves que en español fueron editadas en un volumen doble, El pasajero y Stella Maris (Literatura Random House, 2022).
Hace algunas semanas trascendió que McCarthy había concedido finalmente –tras al menos tres intentos fallidos– luz verde para que Meridiano de sangre sea llevada al cine. La película será producida por New Regency, junto a Black Bear Pictures, y estará en manos de John Hillcoat, quien antes dirigió The Road.
McCarthy es autor además de historias cortas, un par de piezas teatrales, algún ensayo y varios guiones cinematográficos (El hijo del jardinero (1976), The Sunset Limited (2011), The Counselor (2013), etc.).
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