Diez películas de amor: de la plenitud al holocausto

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Escena de ‘In the Mood for Love’ (2000); Wong Kar-wai
Escena de ‘In the Mood for Love’ (2000); Wong Kar-wai

El cine ha aportado un repertorio de imágenes determinantes en nuestra actual comprensión del amor. Amor y cine sostienen un apareamiento constante. Desde su aparición el cine se ha preguntado: ¿qué es el amor? Una interrogación indisolublemente ligada a la representación misma de la vida, gracias a la cual hoy contamos con una galería inmensa de personajes enamorados. Muchas han sido las obras cinematográficas destinadas a comprender/inventar el amor, en un esfuerzo por develar el misterio que anida en la atracción romántica; son testimonios –poéticos, pero testimonios al fin– que exploran lo insólito, extravagante e imperceptible del acto de amar.

La Historia del Amor, de las ideas y las nociones que hemos edificado en torno a él bajo las más variadas circunstancias geográficas, políticas y éticas, es también, de alguna manera, la Historia del Cine.

En cada una de las películas propuestas aquí se trenzan la sexualidad, el erotismo, y el sentimiento amoroso. Como señaló Octavio Paz, el amor es una invención, la sublimación de la sexualidad, y la cristalización última del erotismo. Decía el poeta que, aunque se debata muchísimo sobre el amor a las madres, a la familia, a la patria, en esos casos el sentimiento se presenta mediado por lazos sanguíneos, tradiciones e ideologías… El amor romántico en cambio supone un acto de libertad, que arraiga en la soberana elección de la otra persona, el ser amado, a quien nada nos ataba entre la multitud.

Los amantes en estas películas se preguntan quién es el otro; las parejas tienen cuerpos y rostros, pero en rigor se explora la realidad de un sentimiento que a menudo se expresa como una erupción de sensaciones que conduce a la destrucción y la locura. La experiencia del amor, encendida por pasiones, deseos, tormentos, celos…; condicionada por la rutina o las convenciones sociales, los hijos, el trabajo, disímiles conflictos individuales o cívicos –que son la materialidad de ese sentimiento, fuera de la cual no existe–, es cuanto intentan descifrar/representar estas películas.

Si algo enseña el cine es que el amor no existe divorciado de la cotidiana escenificación de los roles sexuales, del egoísmo y de la muerte. Demasiada propaganda actual ha querido cubrir “la idea del amor” con una pátina de felicidad inconmovible. Sin embargo, resulta imposible que la aventura íntima de dos seres que se desconocen y se atraen involuntariamente, no sea por tanto azarosa, oscilante entre el sadismo y el masoquismo, como pensaba Sartre.

Cada uno de estos filmes aborda la manera en que la pasión amorosa penetra en la subjetividad hasta controlar el ser de las personas; observan cómo se agitan, en quien ama, estados tan desemejantes como el goce, la desesperación, los celos, el despecho y el odio; estudian la tensión entre el ansia de posesión del otro y la aceptación del desprendimiento. Muestran que el amor es un sentir doloroso alrededor del que se movilizan tantos y tantos rituales, desde la consumación física del acto sexual hasta la declaración del amor eterno más allá de la muerte. Todas esas ceremonias que objetivan el accidente amoroso: unas películas contemplan el hallazgo, casi siempre sorpresivo, del ser amado; algunas la desesperada demanda de reciprocidad; otras evocan la energía de la atracción sexual y la posesión carnal, o bien los obstáculos sociales, políticos, psicológicos, existenciales interpuestos entre los amantes.

Ninguna de las películas “de amor” que prefiero lo ha re/presentado como una epifanía de realización y felicidad; antes, como una aventura, siempre digna de ser vivida. En ellas, el amor es al mismo tiempo un territorio hermoso y trágico, bajo la acechanza simultánea de la dicha y la muerte…

  1. In the Mood for Love (Wong Kar-wai, 2000)

Contadas películas han escenificado con la potencia expresiva de In the Mood for Love el sufrimiento trágico de los amantes imposibilitados de tenerse. Los protagonistas de esta película se necesitan, están involucrados sentimentalmente, sienten una atracción ardiente, pero están condenados a no consumar, físicamente, su insondable atracción. La excepcionalidad del filme reside en la elocuencia expresiva y la belleza estilística con que se representan el éxtasis y la sed pasional de los amantes y sus respectivos sentimientos de castración.

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  1. Hiroshima mon amour (Alain Resnais, 1959)
Escena de ‘Hiroshima mon amour’ (1959); Alain Resnais
Escena de ‘Hiroshima mon amour’ (1959); Alain Resnais

Se ha escrito que la política es la gran enemiga de amor. Hiroshima mon amour encuentra su distinción, entre tantas obras cinematográficas consagradas a la guerra y sus huellas traumáticas, al evocar el amor como salvación. Resnais hace posible un encuentro amoroso, la erupción volcánica y los fantasmas que este despierta, sobre el fondo de desesperación y destrucción que supone la pérdida del ser amado. El filme plantea la necesidad del amor como una manera de transfigurar el tiempo, de vencer nuestra intrínseca fragilidad.

  1. Por un soldado perdido (Roeland Kerbosh, 1992)
Escena de ‘Por un soldado perdido’ (1992); Roeland Kerbosch
Escena de ‘Por un soldado perdido’ (1992); Roeland Kerbosch

Una de las variaciones más discutidas del amor es su manifestación fuera del “privilegiado recinto de los sexos contrarios”. Por un soldado perdido coloca al espectador ante la fuerza trasgresora del amor cuando desafía los dictámenes más estrictos de la cultura, la tradición y la norma occidentales. La historia del filme narra la relación amorosa entre un soldado canadiense y un niño holandés en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Obra de una sensibilidad desbordante, Por un soldado perdido pasa de los imperativos de la edad, del sexo, de la política… y vislumbra, desde la memoria emotiva del pequeño, la posibilidad plena de esa unión.

  1. Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005)
Escena de ‘Brokeback Mountain’ (2005); Ang Lee
Escena de ‘Brokeback Mountain’ (2005); Ang Lee

Al final de Brokeback Mountain, Ennis del Mar se va a vivir solo en una camioneta al medio del desierto. A Jack le costó la vida asumir abiertamente su homosexualidad; Ennis tiene que pagar con la soledad, la desdicha, el sufrimiento y la infelicidad la cobardía de no aceptar a su gran amor simplemente porque la sociedad no lo permitía. La inteligencia con que se delinean los obstáculos impuestos por la sociedad a los afectos entre personas del mismo sexo, y la hondura alcanzada en su inmersión en el océano de sentimientos que se agita al interior de los personajes, hacen de esta una obra portentosa.

  1. La felicidad (Agnès Varda, 1965)
Escena de ‘La felicidad’ (1965); Agnès Varda
Escena de ‘La felicidad’ (1965); Agnès Varda

Con la misma vocación con que procuraba trasgredir siempre la narración cinematográfica, Agnès Varda desafió en La felicidad los paradigmas que regían una de las instituciones sociales más caras a la tradición conservadora del amor: el matrimonio. Desde su potente sensibilidad feminista, radiografió la catarata de deseos y emociones de un hombre que siente que su felicidad se reparte entre dos mujeres. La felicidad resulta todavía una película contemporánea, entre otras razones, por la lucidez con que entiende la posibilidad de rebasar esa idea del amor como un contrato estricto entre dos individuos. Creo que es ahí, más allá de su evidente crítica a la subjetividad patriarcal, donde se halla la trascendencia de esta obra.    

  1. Profundo carmesí (Arturo Ripstein, 1996)
Escena de ‘Profundo carmesí’ (1996); Arturo Ripstein
Escena de ‘Profundo carmesí’ (1996); Arturo Ripstein

Al evocar los endemoniados fantasmas que surgen del cruce de sexualidad y violencia en los márgenes de la cultura popular mexicana, Arturo Ripstien consumó una de las empresas fílmicas más reveladoras acerca de las consecuencias de amar incondicionalmente. Las rivalidades, los miedos, la ternura, el odio, la locura y el crimen que se combinan en ciertos acontecimientos amorosos, tienen en este filme una de sus más hermosas representaciones. El paso de la ilusión de amor al verdadero amor, ese que se paga solo con la muerte, es la travesía que recorre el argumento de Profundo carmesí.

  1. Los amantes crucificados (Mizoguchi Kenji, 1954)
Escena de ‘Los amantes crucificados’ (1954); Kenji Mizoguchi
Escena de ‘Los amantes crucificados’ (1954); Kenji Mizoguchi

Fuera de los dominios occidentales, el amor experimenta otras figuraciones, emerge mediado por diferentes ideas y nociones. En Los amantes crucificados, el amor condiciona el advenimiento del caos… El encuentro de los amantes desata la tragedia, el poder determinante de la política y el dinero sobre los cuerpos. Pero la experiencia de los amantes, extraviados en la efervescencia de su pasión, vence el tabú y trasciende la muerte. Los protagonistas de la historia tienen que desafiar y franquear todas las convenciones sociales, la hipocresía del Japón feudal; un proceso en que descubren su amor como un recinto de libertad y plenitud.

  1. Eyes Wide Shut (Stanley Kubrick, 1999)
Escena de ‘Eyes Wide Shut’ (1999); Stanley Kubrick
Escena de ‘Eyes Wide Shut’ (1999); Stanley Kubrick

Stanley Kubrick tejió en su última película uno de los frescos más reveladores sobre la fuerza castrante de los celos, una de los ingredientes decisivos en la concepción moderna del amor. El miedo a la pérdida del objeto único que representa el amado y la castración que supone para el individuo la traición del otro, abren un abismo que pone en crisis la identidad personal. Eyes Wide Shut abriga esa versión corrompida del amor; ese sentimiento mueve a los protagonistas, sobre todo al hombre, que siente ultrajada su honra y se muestra esclavizado por la opinión de los otros. Kubrick consiguió objetivar el tormento psicológico de los celos como una secreción malsana que angustia y abruma hasta el delirio.

  1. Las amargas lágrimas de Petra Von Kant (Reiner Werner Fassbinder, 1972)
Escena de ‘Las amargas lágrimas de Petra Von Kant’ (1972); Rainer Werner Fassbinder
Escena de ‘Las amargas lágrimas de Petra Von Kant’ (1972); Rainer Werner Fassbinder

Fassbinder fue un antropólogo de las emociones. Von Kant es un torbellino de contradicciones internas. Su don para la humillación y la autoridad queda destruido por la seducción que ejerce Karin sobre ella. Quizás la zona más reveladora de la película se encuentre allí donde expone la vulnerabilidad del amante, que confiesa su dependencia, pero sabe que su entrega es independiente de la reciprocidad del otro. El director alemán esbozó la condición de víctima de todo enamorado, y el terreno de batalla en que se encuentra, estremecido por una mezcla confusa de apetito y despecho.

  1. Breaking the Waves (Lars von Trier, 1995)
Escena de ‘Rompiendo las olas’ (1996); Lars Von Trier
Escena de ‘Rompiendo las olas’ (1996); Lars Von Trier

Von Trier esgrafió en este filme los límites del sacrificio humano cuando se emprende en nombre del amor. La incondicionalidad del sentimiento de Bess trasciende la materialidad de su cuerpo. Religiosa ferviente, ella entrega su sexo a cualquiera por un propósito mayor: la salvación de su amado. Es la ética del amor lo que mueve a la protagonista; no ya la ética de la religión. La aspereza de la mirada del director danés lega al cine contemporáneo una de las posibilidades más turbias en que los seres humanos son capaces de amarse: víctimas del sufrimiento y del delirio, entregados a una apuesta que es, a la vez, virtud y holocausto.

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