Una nueva edición del World Cinema Amsterdam, festival consagrado a visibilizar la producción independiente de América Latina, el Caribe, Asia y África, se celebrará del 20 al 27 de agosto de 2022. Durante esos días, la plataforma Go Cuba!, que desde el 2015 apoya a los creadores emergentes del país que operan al margen de las instituciones oficiales del estado, presentará al público de los Países Bajos una selección de las más recientes producciones cubanas; un conjunto de películas representativas del potencial estético del cine independiente nacional y de su aguda perspectiva de la realidad insular.
Go Cuba! diseñó para esta edición del certamen dos programas con materiales realizados, al menos parcialmente, con el fondo económico que anualmente pone a disposición de los autores cubanos; una contribución económica que el festival brinda no sólo para apoyar la producción de las películas, sino también para auxiliar su circulación internacional. Fruto de una colaboración entre el Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino de los Países Bajos y la Fundación World Cinema Amsterdam, el fondo busca compensar las dificultades financieras y políticas enfrentadas por los creadores del país caribeño.
El primer programa sólo incluye el singular largometraje documental Bongó Itá (2022), cuya premier internacional tendrá lugar, precisamente, en el World Cinema Amsterdam. Dirigido por Maykel Pedrero, este filme ofrece “una especial mirada a la fraternidad abakuá”. Constituye una “visión única de una cultura que rara vez deja entrar a los forasteros”, señala su sinopsis.
El segundo programa, por su parte, compila tres relevantes cortometrajes, ejemplos de los mejores caminos emprendidos por la ficción cubana: Los coleccionistas (2020), de Diana Moreno, Última canción para Mayaan (2020), de Lisandra López Fabé, y Tundra (2021), de José Luis Aparicio.
Tanto el documental de Pedrero, como las ficciones de Moreno, López Fabé y Aparicio, registran en sus horizontes temáticos asuntos caros a la movida independiente: la religión, la emigración, las problemáticas sexuales y de género, la coyuntura socioeconómica cubana, etcétera, y todos son consecuentes con la propensión manifiesta en los autores independientes de reescribir la realidad insular y desarticular las tecnologías de poder que administran la vida nacional.
En este conjunto de películas se advierte, de manera general, la vitalidad y la inventiva de los creadores cubanos más jóvenes, empeñados en trascender las marcas políticas y estéticas pautadas desde la institucionalidad. La dimensión trans-insular del actual cine cubano –que no se limita ya a las películas realizadas en el espacio físico de la isla–, debe mucho a la actividad de los actores de la movida independiente.
Los coleccionistas y Última canción para Mayaan, en particular, llaman la atención sobre el arribo, cada vez más numeroso y significativo, de mujeres a la creación cinematográfica del país, cuyas miradas favorecen considerablemente a la riqueza de nuestra producción.
En Los coleccionistas, Morenos documenta la cotidianidad de dos hermanos, Papoto y Lili, que pasan sus vacaciones en un pequeño pueblo pesquero bajo el control déspota del padre. El filme encuentra su más grande acierto en el guion, que perfila una parábola sobre la degradación moral de esos entornos rurales y sobre la marginación experimentada por los infantes en ellos.
La directora teje con sutiliza un oscuro cosmos familiar: la niña, de 10 años, es abusada sexualmente por el padre, quien, además, muele a golpes al varón, apenas un par de años mayor que la pequeña, cuando lo estima conveniente. El paisaje humano de Los coleccionistas destila decadencia, ruina existencial, falta de espectativas futuras; la emigración hacia Estados Unidos es el único camino para escapar a ese páramo extraviado en el tiempo de la isla. Papoto aspira a un mundo mejor para sí mismo y para su hermana. Un buen día se rebela ante tanta miseria, se enfrenta al padre, socava su hegemonía y autoridad, y emprende la búsqueda de nuevos destinos.
Última canción… también tiende una aguda mirada a la familia como entidad en crisis; tanto en el corto de Morenos como en el de López Fabé, la familia es una figura metonímica de la sociedad cubana. Menos discursivo en materia argumental que el primero, Última canción… anuda un grupo de escenas en que podemos palpar la convivencia entre una madre y su hijo. Mayaan parece ejercer la prostitución para costear su vida y la del muchacho, estudiante de música. Ambos pertenecen a estratos periféricos del orden social, donde la violencia y la precariedad económica rigen el espacio de las relaciones personales. Los dos son negros en una sociedad que continúa estratificando a los individuos según el color de su piel. Todos esos factores pautan el discurso de la película. Al final del relato se ve al adolescente, perdido, en medio de la carretera oscura, mientras intenta encontrar un automóvil para salvar a su madre apuñalada por un amante.
Última canción… deja al espectador con una interrogante suspendida sobre la vida del mañana. El filme presenta, desde un impactante lirismo expresivo, las fauces de un país donde disímiles factores sociales, económicos y culturales, perpetúan ambientes feminicidas, donde las mujeres no pueden gozar de su libertad y donde parece perpetuarse una lamentable axiología machista.
Junto a la proyección de las películas cubanas, en esta edición del festival World Cinema Amsterdam tendrá una participación especial el director José Luis Aparicio. El realizador conversará, en la noche del sábado 27, con la investigadora del cine cubano Pamela Kalkman. Durante el encuentro, además de abordar asuntos relacionados con su obra, el también crítico y programador compartirá con el público asistente algunas reflexiones sobre la realidad cubana actual y el lugar ganado en ella por la sociedad civil, así como sobre las perspectivas de futuro del cine independiente bajo las nuevas condiciones políticas y económicas de la isla.
Estrenado en el Curta Cinema/Festival Internacional de Cortometrajes de Río de Janeiro, exhibido en el importante Festival de Cine de Sundance, y partícipe del prestigioso Festival de Locarno, Tundra ha sido una de las creaciones cubana más exitosa de los últimos años. Aparicio se ocupa en el filme de un angustiado inspector eléctrico, Walfrido Larduet, quien, durante un día de jornada laboral, intenta desbrozar el enigma de una mujer con la que está fascinado.
Este hombre se desplaza por una periferia urbana (post)apocalíptica –metáfora de una Cuba devastada después del acontecimiento revolucionario–; es un ser inmerso en una atmósfera esquizoide que parece emanar de su subjetividad, árida ya de tanto desastre que lo circunda. Quizás el mérito mayor del director se encuentre en la orgánica aventura estética que emprende para orquestar ese cosmos distópico y onírico, en el que se trenzan recursos del psico-thriller y el retro/futurismo. Especies de enormes insectos adiposos emergen por doquier, salen al paso del inspector como excrecencias de su impotencia masculina, de su crisis erótica, que no es sino la crisis de un modelo de sociedad donde hasta la fantasía sexual está condenada a la esterilidad y el fracaso.
El pasado 15 de abril, el World Cinema Amsterdam anunció los proyectos merecedores del fondo Go Cuba! en 2022: los cortometrajes El espacio roto (Gabriel Alemán y Eduardo Eimil), La otra isla (José Manuel García Casado), La cuna (Karelis Herrera Pérez), Malena (Lisandra López Fabé), y Una copita de vino (Gisselle Vargas), y los largometrajes Cuba y la noche (Sergio Fernández Borrás), El mar (José Luis Aparicio), y Calle Cuba entre Sol y Amargura (Vanessa Batista y Guillermo Barbera).
“Cuba se ha aislado bastante en los dos últimos años, debido a la crisis del coronavirus. Insatisfecha con el malestar económico y el régimen, la población salió masivamente a las calles en julio de 2021. Muchos manifestantes (especialmente jóvenes) han sido condenados a largas penas de prisión. En tal contexto, la oportunidad de que ocho jóvenes cineastas independientes resulten beneficiados por Go Cuba! se ha vuelto más importante que nunca”, declaró el equipo organizador del evento en su plataforma web.
“Este año destaca el proyecto documental Cuba y la noche”, continúan, “que utiliza imágenes captadas con celulares para mostrar cómo los artistas han estado protestando contra el régimen cubano con el objetivo de reclamar su libertad de expresión y principios democráticos. Este tipo de filmes no se puede financiar en Cuba, lo cual demuestra por qué es de gran importancia apoyar a los cineastas cubanos independientes”.
La proyección de las películas cubanas en el World Cinema Amsterdam, el otorgamiento del fondo a ese grupo de jóvenes realizadores, y la participación de José Luis Aparicio en el evento, son ejemplos del relieve que alcanza hoy el cine cubano independiente. La presencia creciente de autores y películas en eventos mundiales como este contribuye esencialmente a construir una imagen diferente del país y a proyectar otra Cuba para el mañana.
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