El MACBA presentará una retrospectiva de Felix Gonzalez-Torres

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Detalle de ‘Untitle (Last Light)’, Felix Gonzalez-Torres, 1993

El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) inaugurará su programa curatorial correspondiente a 2021-2022 con una retrospectiva dedicada al artista visual cubano Felix Gonzalez-Torres (Guáimaro, 1957-Miami, 1996). La muestra, Felix Gonzalez-Torres. Política de la relación, podrá visitarse a partir del 26 de marzo, y estará expuesta hasta el 12 de septiembre.

Hace apenas un año España recibió buena parte del legado expansivo de Gonzalez-Torres al dedicarle una de las ferias de arte más importante del mundo: ARCOmadrid 2020. Como parte de este encuentro la capital española se pobló de vallas negras con letras blancas. Tipografía gótica. Una idea sobrevolaba el paisaje de la ciudad: It’s Just a Matter of Time (Es sólo cuestión de tiempo) (1992).

Un año después, luego de mucha incertidumbre debido a las contingencias de la Covid-19, el museo barcelonés ha organizado una exhibición que reivindica la obra de Felix Gonzalez-Torres, quien prefirió eliminar de su nombre las dos tildes que, por regla, llevaba, debido al rechazo a todo “lo español” que experimentó luego de su estancia en Madrid durante la adolescencia –hecho que evidenciaría, tiempo después, el sutil uso del lenguaje en gran parte de su obra.

Aunque ya el MACBA contaba en su colección permanente con varias piezas del singular creador cubano, como Untitled (Last Light) (1993), Untitled (Ross & Harry) (1991) y Sense títol (1990), esta es la primera ocasión en que organiza una muestra retrospectiva del artista. Comisariada por Tanya Barson, la exposición se dividirá en cuatro salas y alcanzará, asimismo, zonas allendes al museo, como el Pabellón Mies van der Rohe, según informó el diario La Vanguardia. Estos cinco núcleos o “capítulos” pretenden cartografiar un recorrido artístico que inauguró el siglo XXI, aún sin pertenecer a él.

Como se lee en el programa curatorial de la muestra, “Felix Gonzalez-Torres. Política de la relación, situará el trabajo de Gonzalez-Torres dentro del discurso poscolonial y las historias conectadas de España y el continente americano, especialmente en la medida en que inciden en cuestiones actuales en torno a la memoria, la autoridad, la libertad y la identidad nacional”.

Además, prosigue la nota, “se pondrá énfasis en la lectura de la obra de Gonzalez-Torres en relación con la cultura española, latinoamericana y caribeña, no como una simple narrativa biográfica singular, sino como un modo de complejizar cualquier lectura esencialista de la obra del artista a través de una única idea, tema o identidad”.

El primero de los “capítulos” estará dominado por los colores negro, rojo y blanco. Este segmento será ocupado por una selección de piezas relacionadas con las ideas de autoridad, juicio y memoria. La selección mostrará, específicamente, las cáusticas relaciones que establecía Gonzalez-Torres con el poder, el fascismo, la represión y el conservadurismo social desde el punto de vista de las minorías, es decir, de las comunidades subalternas.

Por su parte, la segunda sala reconstruirá una de las zonas más conocidas dentro de la poética de Felix Gonzalez-Torres: “la pareja, la relación física, la duplicidad y la similitud o identidad, así como el equilibrio, el amor y el diálogo entre mutabilidad y eternidad”.

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Gran parte de la obra del artista cubano gira alrededor de quien fuera su pareja, Ross Laycock, fallecido, también, a causa del sida. Los dispositivos artísticos que creaba el artista cubano hablan de amor, pero también de dolor y muerte. El contagio, el sida, la soledad, el consumo, el mercado, la crisis del mercado, son, al final, tecnologías relacionales.

El tercer espacio (blanco, azul y gris) que abarcará la retrospectiva, evidenciará la mutabilidad del tejido existencial en Gonzalez-Torres. La angustia se traslapa en cada uno de sus gestos conceptuales; metáforas del viaje, la emigración, el exilio y la libertad. Aparecerán, de manera reiterada, el agua y el cielo. La playa, también, pero como recuerdo de lo inabarcable.

Asimismo, la cuarta sala se articulará en torno al deseo homosexual, los afectos homoeróticos, unidos a las nociones de patriotismo, militarismo y machismo. Temas en apariencia divergentes, pero, él lo sabía, cercanos en la construcción poética: “Siguiendo el pensamiento del escritor y filósofo martiniqués Edouard Glissant, la exposición destacará la idea de la necesidad de opacidad frente a la transparencia total o legibilidad instantánea. La apertura conceptual de la obra de Gonzalez-Torres es comparable con la posición de Glissant por el énfasis que ponen ambos en la mutabilidad, así como por la dinámica y la poética de la relación, un concepto que pude hacerse extensivo a la política de la relación”, como se acota en las notas curatoriales.

En 1971, a los 13 años, Felix Gonzalez-Torres se trasladó a Madrid (ciudad que odió), donde fue internado en un hospicio católico. Luego se trasladó a Puerto Rico, lugar en el que empezó su recorrido como artista. Al final de la década, en 1979, Gonzalez-Torres se mudó a Nueva York. Allí, después de pasar tardes interminables en las salas de cine, estudió en el Pratt Institute, academia que rechazaría más tarde. Se incorporó al Grupo Material en 1987, un colectivo artístico asentado en el East Village. A principio de los noventa, el mainstream comenzó a notar en él una potencia, una identidad reveladora y eminentemente política.

Felix Gonzalez-Torres dilató el material artístico y lo convirtió en un muy sutil lenguaje crítico. Para él la obra no debía ser un ente catártico, sino una fuente experiencial. Minimalistas, incluso posminimalistas, son sus obras relacionales: bombillas (entrelazadas) apagándose de manera, casi, imperceptible; relojes (de)sincronizados; montaña de caramelos; 175 libras de caramelo sobre el suelo; 175 libras de caramelo, el peso de Ross.

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