Fallece a los 91 años Mario Muchnik, físico, traductor, fotógrafo, editor, descubridor de autores ya imprescindibles para el lector en lengua española

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Mario Muchnik (1931-2022) (FOTO Buxens / www.diariodenavarra.es)
Mario Muchnik (1931-2022) (FOTO Buxens / www.diariodenavarra.es)

Físico, traductor, fotógrafo, editor y descubridor para el ámbito editorial en español de figuras como Elias Canetti, Primo Levi o J.M. Coetzee, el argentino Mario Muchnik falleció este domingo, a los 91 años, en Madrid, la capital de un país en el cual se instaló –específicamente en Barcelona– hacia 1978.

El deceso fue informado por sus familiares, y pronto una institución como la Casa de América tributó un mensaje de despedida a quien fuera un actor clave en el mundillo literario hispano del último medio siglo.

“Dividida entre unas pocas multinacionales y cientos de pequeños sellos, la industria editorial en español parece una fotografía de Mario Muchnik. Unas y otros serían muy diferentes sin su trabajo”, dice al final del obituario aparecido en el diario El País.

Al inicio de su retrato de este domingo en El Mundo, se lee: “El siglo XX también tuvo sus encantos, sus personajes desmesurados que estuvieron en todas partes, conocieron a todo el mundo y dejaron una marca hoy inimaginable en su tiempo. Mario Muchnik, por ejemplo, fue un visionario, un artista, un juerguista, un beatnik, un competidor feroz y un vagabundo…”.

Descendiente de una línea de judíos rusos emigrados, Muchnik se fue a su vez con su familia –ahuyentados de Argentina por el peronismo– a Estados Unidos y allí estudió Física en la Universidad de Columbia. Se doctoró en Roma y ejerció como profesor durante años hasta que abandonó la ciencia para entregarse del todo a su afición de fotógrafo y, en especial, a su vocación de editor, que había heredado de su padre, Jacobo, quien fundó Fabril Editora en el país natal y, más tarde, Muchnick Editores (1973-1987).

Tras su paso por Italia, su tiempo en París y un retorno pasajero a Buenos Aires –capital de una nación que quizá perserveraba en desilusionarlo–, Muchnik se fue a vivir a Barcelona, donde no sólo contribuyó a solidificar el sello con el nombre familiar, sino que trabajó como editor y director literario para Seix Barral y Ariel.

Muchnik aprovechó las disímiles disciplinas que dominaba y la encrucijada cultural de la cual era hijo para hacer dialogar, en su práctica editorial, las ciencias y las humanidades; para traer a los lectores hispanoamericanos la literatura y la cultura judías –su hálito diaspórico, el trauma de la Shoah (el Holocausto), grandes voces como Canetti (Nobel de 1981, y sobre todo: “el escritor más especial de los que he tratado por la relación que tuve con él”), el propio Levi, Irène Némirovsky o Amos Oz– y, desde luego, para sumar a la consolidación de la industria editorial y la difusión de las letras latinoamericanas, que seguían navegando en la estela del Boom.

“Los años 70 fueron los del despegue de los escritores y los agentes estrella y Muchnik se sentía el último artesano del libro”, escribe Luis Alemany en El Mundo. Sin embargo, el instinto del argentino no pareció traicionarlo demasiadas veces: apostó en su momento por otras figuras esenciales más allá del ámbito de la lengua española, como el sudafricano Coetzee, o Bruce Chatwin, también el exitoso neurólogo Oliver Sacks, y hasta puso el ojo en el más reciente Nobel, el tanzano Abdulrazak Gurnah.

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En definitiva, publicó y fotografió a muchísimos de los más notables escritores de su tiempo. De algunos, como Rafael Alberti, Jorge Guillén o Julio Cortázar (editó, por ejemplo, su tardío Nicaragua tan violentamente dulce), fue un amigo cercano.

“Yo nunca he editado literatura de consuelo. Mi lema editorial lo adopté de Giulio Einaudi: un libro se publica si es bueno, no se publica si no lo es, y toda consideración comercial ha de plantearse después de la decisión puramente literaria”, dijo alguna vez Muchnik, según recoge El País.

Llegado un trance más o menos inevitable, el editor vendió el sello familiar, aunque pronto fundaría junto a su esposa una empresa más modesta pero igual de exigente, Del taller de Mario Muchnik, que para algunos prefiguró la movida editorial independiente en Hispanoamérica.

Mario Muchnik (1931-2022) (FOTO blogs.elpais.com)
Mario Muchnik (1931-2022) (FOTO blogs.elpais.com)

Como fotógrafo legó, se ha dicho, más de 50 mil negativos iluminados por su Leica: Cortázar y Gabriel García Márquez, Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, André Malraux o Daniel Cohn-Bendit, Italo Calvino… un Buenos Aires finisecular…

Michelangelo (1975), Mundo judío. Crónica personal (1983), Mundo judío (1985), Un bárbaro en París (1986), Albert Einstein (1989), Para mis amigos libreros (1993), o sus memorias de Lo peor no son los autores (1999), Banco de pruebas (2000), Léxico editorial (2002) y Ajustes de cuentos (2014), son sólo algunos de los volúmenes que escribió Muchnik mientras se agotaba un milenio y comenzaba otro.

En los últimos tiempos, el argentino confesaría –en conversación con el periodista Juan Cruz para el libro Mario Muchnik. Editor para toda la vida– un gran dolor: “los libros publicados que pasaron sin pena ni gloria, que han sido bastantes”.

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