“Fotografío Chile pensando en Cuba”. Ruber Osoria presenta ‘Colores chilenos: La serendipia de la luz’

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Foto: Ruber Osoria
Foto: Ruber Osoria

A principios de 2019, Ruber Osoria (Contramaestre, Santiago de Cuba, 1992) se compró su primera cámara fotográfica. Una “camarita” Sony α58 de segunda mano. Antes, a finales de 2018, había llegado a Chile. Luego ahorró, vendió la “camarita” y se compró una Sony α7 con un objetivo de 35 mm manual y focal fija. Siempre usa, confiesa, los implementos más baratos. “Me gusta hacer más con menos”, asegura. Actualmente reside en Concepción, al centro del país suramericano, en la región del Biobío.

Bajo la necesidad de entremezclar los signos fotográficos y antropológicos, Osoria presenta en línea –junto a los curadores William Riera y Yenny Hernández Valdés– la exposición Colores chilenos: La serendipia de la luz.

La muestra, comisariada por el South Florida Latin American Photography Forum (SoFLaFoto), podrá visitarse hasta el próximo 31 de octubre en el sitio digital The Exhibit.

SoFLaFoto se creó en mayo de 2020 como iniciativa del fotógrafo cubano William Riera. La plataforma, con sede en Miami, se propone rearticular el imaginario de la fotografía latinoamericana.

Para conocer cómo se concibió Colores chilenos: La serendipia de la luz, conversamos con Ruber Osoria, William Riera y Yenny Hernández Valdés.

¿Cuál ha sido la estrategia curatorial para esta muestra?

Foto: Ruber Osoria (autorretrato)
Foto: Ruber Osoria (autorretrato)

Ruber Osoria (RO): Estas imágenes son el fruto de mi trabajo. Desde que llegué a Chile no he parado de fotografiar. No pertenecen a una serie en específico. Creo que el ciclo de estas fotografías se va a cerrar cuando regrese a Cuba. No sé cuándo pueda regresar. Añoro regresar. Me siento traidor por no tener fotografías de mi país, por no contar historias que hay en mi localidad, en el campo de Cuba.

La mayoría de mis referentes en la fotografía chilena hacen imágenes en blanco y negro. Mi búsqueda se basa en el color. Decido irme por el color. Es algo intuitivo. Es más difícil. En realidad, lo que estoy retratando tiene que ver con el lugar de donde vengo, con el Caribe y su color.

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Mis imágenes son escenarios de la cotidianidad. La cámara se ha convertido en una extensión de mí. Las imágenes son parte del día a día.

Extraño tanto mi país, mi tierra… Lo que más me duele es no haber tenido una cámara cuando vivía allá. Ahora que estoy acá trato de solventar todo ese tiempo perdido en que no fotografié mi cotidianidad, mis amigos… Trato de reproducir esas escenas que viví en Cuba a través de mis fotografías aquí. Trato de buscar siempre algo que me recuerde a mi país. Fotografío Chile pensando en Cuba, por eso nunca aparecen edificios grandes, cosas capitalistas…

William Riera (WR): Después de haber dedicado tiempo a revisar el trabajo de Ruber a través de sus publicaciones en su cuenta de Instagram, donde comparte su bitácora de producción fotográfica, fue realmente una decisión un tanto difícil determinar hacia dónde dirigir la mirada, teniendo en cuenta la diversidad de temas y enfoques en dicha producción.

Conozco a Ruber desde el 2019 y he seguido su trabajo desde entonces. He podido ver cómo ha ido madurando y creciendo no sólo como fotógrafo, sino como ser humano. Es así que su producción de fotografía de calle, y su manera de documentar sucesos como el estallido social en Chile, fueron de algún modo candidatos para este proyecto expositivo.

Poniendo atención a su producción en la calle, me sentí muy afectado por su tratamiento de los colores, por su manera singular de ver los colores de la ciudad: estos son registrados de forma intensa junto a luces y sombras magistralmente capturadas, lo cual genera profundas emociones. Sus fotografías me hicieron recordar The Suffering of Light de Alex Webb, una obra maestra dentro de la fotografía en color. Fue entonces que, junto a la curadora y crítica de arte Yenny Hernández Valdés, quien también hizo su propio trabajo de investigación y selección de imágenes, llegamos a la decisión de que la propuesta curatorial para esta exhibición debería tener el color como protagonista. Es decir, este proyecto no es sobre un lugar o un tema en específico, sino sobre esa manera singular que tiene Ruber de ver y capturar los colores en sus fotografías.

Yenny Hernández Valdés (YHV): Ambos, William y yo, por separado, revisamos las publicaciones de Ruber en redes sociales pues consideramos que este es un muestrario completísimo de su obra. Comenzamos por hacer una preselección que luego fuimos depurando hasta quedarnos con las obras que conformarían la muestra virtual. El elemento cohesionador de la curaduría resultó ser el tratamiento del color en la fotografía de Ruber. No obstante, llegar ahí fue complejo en tanto hay un abanico temático amplísimo dentro de su trabajo.

Al ser un fotógrafo con mucho trabajo de registro callejero, teníamos muchísimas variantes. Es muy impactante el registro que hizo de las revueltas sucedidas en Chile, así como la forma en que el instante decisivo en él cobra sentido en cada imagen. De ahí lo de “serendipia”. Es muy exquisito apreciar en estas imágenes la fugacidad del tiempo captado magistralmente a través del color. Un color además muy singular. Es el color de Chile, que él como hijo adoptivo ha sabido transmitir muy bien.

Foto: Ruber Osoria
Foto: Ruber Osoria

¿Cómo creen que Ruber Osoria se inserta en el paisaje de la fotografía cubana, más allá de las fronteras tradicionales?

WR: Ruber, como muchos cubanos, sintió la necesidad de buscar libertad y prosperidad en otros horizontes, lejos de su tierra natal. De esta manera emprendió su larga travesía para llegar finalmente a Chile, donde ya ha sembrado una semilla con el nacimiento de su pequeña hija.

Su pasión por la fotografía comenzó en Cuba, según él relata, pero desafortunadamente nunca pudo desarrollar un trabajo con determinada seriedad mientras vivía allí. Porque no tenía conocimientos, ni manera de aprender; mucho menos una cámara. Sus pocas imágenes producidas en Cuba fueron hechas con un sencillo teléfono celular, y ya desde entonces se ve en él una búsqueda más allá de la simple instantánea.

Su inserción dentro del panorama fotográfico de Cuba puede considerarse, primero, a través de sus referentes, en su gran mayoría cubanos cuyo trabajo considera material de estudio e inspiración. Me refiero a los fotógrafos documentales Ramón Grandal, Gilda Pérez, Enrique de la Uz. Entre los fotógrafos más contemporáneos, Arien Chang es uno de sus referentes. Segundo, Ruber afirma que al fotografiar Chile él siente como si estuviera en su natal Contramaestre, en Santiago de Cuba. Sus escenas cotidianas lo conectan con su memoria. Al fotografiar esas calles de la región del Biobío, donde vive, intenta encontrar esa conexión con su pasado, con su niñez y su crecimiento.

Tercero, conversando con Ruber te das cuenta de que es una de esas personas que ni el exilio, ni la distancia, ni el tiempo le harían despegarse de su esencia humana. Eso en gran medida tiene que ver con su cubanía y, de manera especial, con el hecho de ser de Oriente y, más específicamente, de “la tierra caliente”: Santiago de Cuba.

YHV: Pienso que hay dos cuestiones importantes.

Primero: Ruber es un cubano que vive en Chile cuya condición cultural y social está plasmada en la manera en que se ha proyectado como artista. Ha madurado en medio de las vicisitudes tras salir de Cuba, y ha crecido como artista sin dejar a un lado su herencia santiaguera, su singularidad como cubano.

Segundo: desde su ubicación geográfica Ruber no deja de pensar la Cuba de la que salió en busca de mejores experiencias de vida. No obstante, su atención hacia el movimiento de la fotografía cubana, su apoyo a muchos colegas y su contacto con grandes de la fotografía cubana, según lo que nos ha comentado, son elementos importantes a tener en cuenta a la hora de pensarlo como un fotógrafo cubano. Sin lugar a dudas, es necesaria una mayor presencia artística en su país natal. Precisamente, esta muestra virtual es una manera de contribuir a eso.

¿Desde qué perspectivas prefieren ver las imágenes agrupadas en Colores chilenos: ¿La serendipia de la luz?

YHV: La secuencia de imágenes en la muestra pretende ser dinámica en su ritmo cromático y discursivo. Hay una intención manifiesta de que el color haga fluir la mirada de una imagen a la otra, tanto por la complementariedad de los colores como por el contraste de estos. La muestra abre y cierra desde la perspectiva de la fe, de ese manto azul divino de la esperanza, de un porvenir posible para todos sin necesidad de especificar geografías, razas o credos. Simplemente, en ese manto cabemos todos.

Luego, hay grupos de imágenes que abordan la importancia del detalle en determinados encuadres, muy bien registrados por Ruber, que establecen un diálogo con el resto de la escena. Un diálogo generalmente a través del color.

Hay otras minisecuencias que tienen una importancia en la expresión de sus protagonistas, en todo aquello que sus ojos o gestos quieren transmitir. A través del color y la composición fluyen estos discursos.

WR: Quisimos incorporar a la muestra por lo menos una fotografía que, sin desviarse del discurso curatorial, de alguna manera sutil hablara de Chile, le rindiera homenaje a esa tierra que le abrió sus puertas a Ruber, dándole la posibilidad de llevar adelante su carrera fotográfica. Y es así que incorporamos la fotografía de los ponchos de los huasos.

El huaso es la expresión más sólida de la tradición chilena, un ícono que representa la magnificencia de las costumbres arraigadas en esa tierra. Sigue siendo la otra bandera que une la historia con el presente de una nación que se niega a olvidar sus raíces. Esa foto de Ruber, donde profundas sombras y luces dialogan con los colores de esas prendas de vestir de los huasos, es un pequeño detalle que cualquier chileno puede reconocer.

RO: En esta serie hay esperanza. Encuentro un refugio en el color. Cuando llegué hacía fotografías en blanco y negro. Era mucho el malestar, la depresión de estar en la calle sin dinero, sin comida, sin familia… Tuve que hacer muchas cosas para poder salir adelante. En algún momento me dije que haría fotografía en color. “Mi alma está mal, está terrible, pero voy a buscar un refugio en la fotografía a color”, me dije.

Como acá casi todo es gris, para hacer fotografías a color debo salir a una hora exacta, cuando el sol está más fuerte. Eso no sucede todos los días. A esa hora todos los fotógrafos le huyen. A esa hora el sol está bien quemante. En esta muestra yo veo el fruto de esa terapia, de ese analgésico que fue el color para mí.

Foto: Ruber Osoria
Foto: Ruber Osoria
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