La creadora cubana Laura Ríos estrenará A imposiçáo (La imposición) el próximo 13 de octubre en la villa de Grândola, como parte del Festival das Marías, en Portugal, junto a la Compañía Alentejana de Danza Contemporánea (CADAC). La pieza podrá verse además el 15 de octubre en Aljustrel y el 18 en Beja, ciudades pertenecientes a la región de Alentejo.
Laura Ríos (La Habana, 1992) es creadora escénica. Con formación en ballet y danza contemporánea en el sistema de formación académica, se unió a Danza Contemporánea de Cuba (“la compañía madre de la danza cubana”), desde el 2010 hasta el 2018, donde fue promovida a primera bailarina en 2015. A su salida de esta compañía, y quizá desde antes, decidió explorar la configuración de un cuerpo, no sólo el personal, en calidad de territorio abyecto.
Graduada en 2018 en la Universidad de las Artes de Cuba (ISA), Ríos también ha colaborado con los colectivos danzarios Mi compañía, Los hijos del director y Persona, todos con base en La Habana.
En mayo de 2021 creó el Laboratorio de Danza y Arte (LA.D.A), un proyecto polivalente cuyas expectativas se basan en un sistema experimental donde confluyen bailarines, arquitectos, escritores, artistas visuales, teóricos y performers. Podríamos describirlo así si queremos utilizar las categorías nominativas tradicionales, porque ella misma, en una entrevista concedida a Rialta Noticias a propósito de la puesta en acción del proyecto, afirmó que en LA.D.A todos son “creadores”.
Desde marzo de 2022 forma parte de CADAC, su primera participación de manera estable en una compañía fuera de Cuba. Con CADAC estrenó en mayo de este año la pieza Pausa Forçada (Pausa forzada), de la coreógrafa cubana Marianela Boán. A imposiçáo, además, cuenta con su participación en escena junto a otro cubano, Abel Rojo, y los dominicanos Mariela Tolentino y Wilmer Minyety. Ha contado, asimismo, con la colaboración de los cubanos Iván F. Real, en la música, e Iván Castro, en el diseño de luces.
“La imposición”, declara Laura Ríos, “es una investigación que, desde el análisis sociocultural de la clásica mezcla entre un determinado género musical y su propio baile, reflexiona sobre la postura del ser humano ante la violenta contemporaneidad. No cabe duda de que somos parte de una sociedad y, por ende, de una cultura, las cuales, de una forma directa o indirecta nos condicionan el hacer, el ser”.
Aunque el proceso de creación ha estado signado por la violencia implícita en géneros como el reguetón, y en las maniobras, sutiles muchas de ellas, que obligan a los cuerpos a moverse de una manera determinada, se expande hacia otros territorios de dominación. Bajo la ilusión de una aleatoriedad en el baile, nos vemos insertos en un dispositivo de sujeción, coacción y discriminación de los cuerpos subalternos.
Aquí, el hula hula viene a ser la metáfora del poder que se ejerce sobre nosotros y del cual no nos podemos desprender. El genio, el virtuosismo y la gimnasia consisten en no dejar caer el hula hula. Nos obligan a no dejar caer el aro de la sujeción, hasta el infinito.
En A imposiçáo el virtuosismo que radica en tener en eje el hula hula por cinco, diez, quince, veinte minutos se activa de una forma crítica, política, frente al rendimiento de los cuerpos. Para el poder son útiles los cuerpos que rinden, los productivos, los dóciles. Laura Ríos presenta cuerpos del rendimiento, sí, pero desde un territorio de enfrentamiento a ese propio rendimiento. Al decir esto, nos referimos a que el enfrentamiento es, siempre, hacia cualquier tecnología de coacción.
“Inmersos en este fenómeno, coexiste la individualidad en la pluralidad. [Nos referimos] a la imposición de aquello externo que nos forma y cambia incluso desde su negación: el lenguaje, la estética, la moda, la expresión corporal, el ritmo, la danza. Entonces el cuerpo expuesto, frágil e inocente, se reconstruye, se reconstituye; sufre y responde dibujando el camino hacia su propia «libertad»”, adelanta la creadora.
En A imposiçáo la “libertad” se alcanza a través del error, del fallo, del quiebre en los cuerpos-máquinas. Es en ese momento de la arritmia, del descontrol, de la descomposición, cuando el aro cae al suelo y se produce la extrañeza. El aro en el suelo es la señal, la huella de la disidencia y de la transfiguración del movimiento circular (panóptico, a fin de cuentas).
El Festival das Marías es un encuentro internacional que promueve “las artes de la mujer”. Este año sucederá del 13 al 22 de octubre y persigue establecerse como una cita de carácter interdisciplinaria que se centra en la perspectiva de “lo femenino” en los más diversos ámbitos, especialmente en la creación artística. Como se puede leer en su web, “el festival surge como respuesta a la necesidad de potenciar la dimensión distintiva de la creación femenina, muchas veces eclipsada por el prejuicio de género, basado en una tradición de jerarquía patriarcal y machismo generalizado”.
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