Laura Ríos conversa sobre LA.D.A, nuevo espacio para los cuerpos indóciles en Cuba

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Laura Ríos, fundadora de LA.D.A. Foto: Cortesía de la entrevistada.
Laura Ríos, fundadora de LA.D.A. Foto: Cortesía de la entrevistada.

La noción tradicional de danza ha quebrado. El quiebre, aunque innegable, suele soslayarse. Nada le hace más daño al Poder que la fragmentación. Por eso en Cuba la noción más extendida de “lo danzario” continúa signada por posturas hegemónicas, rígidamente disciplinares. Este anclaje tradicional favorece actitudes que parten de la idea del virtuosismo corporal. Con todas las obsecuencias a que obliga la idea del virtuosismo. Se potencian cuerpos ágiles, productivistas, disciplinados. Cuerpos “pulidos”, para utilizar la noción del filósofo coreano Byung Chul-Han. Actitudes que tienden, en la mayoría de los casos, a subestimar el impulso creador de los cuerpos indisciplinados, indóciles.

Laura Ríos Curbelo (La Habana, 1992) es creadora escénica. Después de transitar por el sistema de formación académica y de integrar (2010-2018) Danza Contemporánea de Cuba (DCC) —“la compañía madre de la danza cubana”—, donde fue promovida a primera bailarina (2015), decidió explorar la configuración de un cuerpo, su cuerpo, en calidad de territorio abyecto.

Graduada en 2018 de la Universidad de las Artes de Cuba (ISA), Laura Ríos pone ahora en marcha el Laboratorio de Danza y Arte (LA.D.A), un proyecto pluralista cuyas expectativas se basan en un sistema experimental donde confluyen bailarines, arquitectos, escritores, artistas visuales, teóricos y performers. Esto si queremos utilizar las categorías nominativas tradicionales. Porque en LA.D.A todos son “creadores”.

El laboratorio realiza su primer gesto, especie de declaración de principios, desde este 10 de mayo hasta el próximo lunes 17. Debido a las contingencias que impone la COVID-19, este gesto, denominado Los noventa, sucede en línea a través de Facebook e Instagram de LA.D.A. Junto a Laura Ríos, participan como invitados el estudio de arquitectura Infraestudio, la escritora y performer Martica Minipunto, el compositor Iván Fernández Real, el dramaturgo y performer Manuel Hurtado, la artista visual Niurka Moreno Leyva y el creador escénico Luis Carricaburo.

Huelga decir que LA.D.A se activa en extensiones periféricas con respecto a “la Institución Arte” en Cuba. Sus apropiaciones descanonizadoras se convierten en recursos abyectos y, al conjuntarse, en acciones transmutadoras de sentidos múltiples.

Para (re)conocer estos sentidos conversamos con Laura Ríos.

Laboratorio de Danza y Arte (LA.D.A).
Laboratorio de Danza y Arte (LA.D.A).

Laura, lo primero que quisiera saber es cómo surge LA.D.A. ¿Cuáles fueron los motivos que te llevaron a crear el laboratorio?

LA.D.A. surge como respuesta a un proceso muy personal como artista, intérprete, creadora y, también, como ser humano. Precisamente, puede estar vinculado a cuando comencé a sentir esta necesidad por crear. No sólo por crear, sino por pensar un poco más en la danza. En la danza en sí misma. En la danza como arte. En la danza contemporánea.

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Se suma, justamente, mi postura de pensamiento acerca de la danza.
No es menos cierto que en Cuba existe muy buena danza, incluso compañías de primer nivel que son reconocidas internacionalmente, compañías que trabajan con coreógrafos de primer orden, muy conocidos. De eso no cabe duda. Sin embargo, sigo teniendo mis conflictos. Aclaro: esta es mi apreciación. Porque, a pesar de ello, creo que no existe, o hay una carencia en Cuba, de una danza contemporánea que investigue, que sea reflexiva, crítica, política: una danza que vaya más allá de lo tradicional.

Podemos pensar lo tradicional como un espacio interactivo entre la obra danzaria y la audiencia. A veces, sin darnos cuenta, esa relación se convierte en un mero acto de entretenimiento. Me refiero a la relación tradicional en la composición escénica. Esto depende de las diferentes compañías, con sus características y formatos, pero se va construyendo más o menos de una manera similar. En algunas ocasiones me pregunto si eso es danza contemporánea. Para mí sigue siendo danza, obviamente, pero una danza con un pensamiento todavía clásico, que sigue creyendo en ese virtuosismo físico, en ese intérprete como herramienta reproductiva de movimientos.

Por ello creo que en el hacer danzario cubano a veces falta más pensamiento, más investigación, más solidez al pensar la danza como arte. Por esto surge la necesidad de hacer LA.D.A.

¿En qué contexto se inscribe el laboratorio?

No me gusta pensar en que LA.D.A se tiene que encerrar en un contexto determinado. De hecho, ese no es el precepto que pretende desarrollar, porque nuclea a creadores de muchas manifestaciones artísticas, de muchos saberes, de muchas culturas, de las que nos podremos enriquecer todos, y necesitamos estar receptivos a esto.

Por supuesto, si tenemos que hablar de un inicio, la matriz es la danza; es de ese universo de donde todo emana. También porque, a pesar de que en Cuba habitan diferentes proyectos o centros culturales que de alguna forma procuran interrelacionar las artes o ser centros interdisciplinares, no tengo consciencia de alguno —al menos en La Habana— que sea activo y que tenga como matriz la danza.

Se piensa LA.D.A en un contexto más abierto, que no me gustaría encerrarlo en un tipo de arte o en una manera de pensar o de hacer. Además, creo que será un proyecto que va a viajar y reinventarse constantemente; justo por eso se denomina Laboratorio de Danza y Arte.

¿Cuáles son las características que identifican al laboratorio como dispositivo de creación?

LA.D.A tiene como característica o precepto fundamental la creación desde la investigación y la experimentación. Para ello abre las puertas a la interrelación de la danza con otras artes y con las ciencias. Se trata de trabajar, construir, crear, apoyar, presentar una investigación sincera. Otra característica que me gusta es que no se trate sólo de Laura y sus obras: la práctica de Laura o la investigación de Laura. Será un espacio abierto a otros, abierto a la reflexión, a la interrelación, a la experimentación y a la posibilidad de traspasar un poco los límites de la danza. Además, que procure traspasar los límites del arte en sentido general.

Queremos lograr que en LA.D.A confluyan diferentes manifestaciones artísticas y, por supuesto, las ciencias. Queremos construir un espacio abierto a la práctica, al hacer, pero también a la teoría, a la investigación teórico práctica; un espacio abierto a la crítica, donde se pueda invitar, por ejemplo, a teóricos para que realicen conferencias o charlas sobre el trabajo de los propios artistas.

Laura, intuyo, a partir de tus últimos trabajos como creadora escénica, que tienes un interés muy particular en crear arquitecturas investigativas que indisciplinen lo que la Modernidad estableció categorialmente como danza.  ¿LA.D.A forma parte de estos intereses?

Por supuesto. LA.D.A forma parte de ese proceso en primera persona. Creo que es, quizás, la forma más honesta, sólida, material y concreta en que siento que puedo hacer algo y manifestar mi forma de pensar, mi práctica, mi investigación en el arte. Lo comentaba antes: parte de ese proceso ha tenido el objetivo de repensar la danza, cuestionarnos sinceramente desde el pensamiento crítico; hacer y trabajar. Creo que hay que trabajar mucho.

¿Por qué crees que en Cuba son mínimos (en sentido numérico) los proyectos que pretenden subvertir los presupuestos hegemónicos de lo que se conoce tradicionalmente como danza?

Honestamente, es muy difícil dar una respuesta concisa a esta pregunta. Tal vez esté asociado a la falta de persistencia y seriedad con que se plantea hacer proyectos culturales. Incluso, me atrevo a decir, a la falta de valentía. Creo que hace falta hacer conciencia de la importancia que tiene el trabajar y el hacer. A veces nos justificamos o culpamos a otros y nos ponemos nosotros mismos un techo. Tal vez por eso es que
prácticamente no hay una visibilidad de espacios alternativos que subviertan los presupuestos tradicionales en el arte.

Te lo pregunto porque eres bailarina de formación y llegaste a poseer lo mayores reconocimientos en Danza Contemporánea de Cuba. Sin embargo, huiste de ese “éxito”, de ese virtuosismo que trae consigo una serie de corsés, la configuración de cuerpos dóciles. ¿Es así? ¿Estoy en lo cierto?

Tengo que reconocer que Danza Contemporánea de Cuba es la mejor escuela que he podido tener como intérprete, incluso influyó en ese proceso mediante el cual comencé a sentir la necesidad de crear. Cada cuerpo tiene un proceso muy particular y cada persona debe ser consciente de su paso y su desarrollo. No considero que haya huido de ese “éxito”, sino que ya necesitaba algo diferente. Mi manera de pensar, que entonces estaba muy enfocada en mi postura como intérprete, ya no seguía la línea de la compañía.

Mi interés profesional era diferente; necesitaba explorar otras cosas. A medida que maduramos, el peso y la connotación del movimiento cambian. Para mí el movimiento es algo que ya está incorporado; es un proceso muy importante en la formación danzaria. La postura del intérprete debe ir más allá de sólo hacer del cuerpo algo virtuoso.

Las preguntas que me comencé a hacer como bailarina, y que ahora son la base de mi práctica y de mi trabajo, me hicieron sentir que era el momento de separarme de la compañía. Aunque DCC me aportó mucho, y es parte de lo que soy hoy, necesitaba más. Y necesitaba encontrar dónde estaba ese más.

ʻLos noventaʼ. Cartel: LA.D.A.
ʻLos noventaʼ. Cartel: LA.D.A.

Los creadores que has reunido en Los noventa son todos cuerpos indóciles. ¿Qué es Los noventa y qué pretende?

A los jóvenes nos toca hacer. Voy a hablar del arte porque es el mundo donde estoy inmersa. Entonces nos toca hacer arte. La generación de artistas nacida en la década del noventa, a la cual pertenezco, es joven aún, pero ya se empiezan a definir sus diferentes áreas de investigación creativa. Las distintas obras de los artistas comienzan a tener otra madurez, y sentía que era importante dar paso a un encuentro de todo esto.

La generación de los noventa nació en una etapa que marcó la historia más cercana de Cuba, lo que todos conocemos como “periodo especial”, asociado a la crisis. Hoy, de alguna forma, y como resultado de la conjunción de varios factores, nos encontramos nuevamente envueltos en una fuerte crisis. Y es en las crisis donde más nos debemos exponer a la creatividad, a la reinvención y la búsqueda constante. Por eso considero vital la entrega de nuestro arte.

Por lo que me dices Los noventa tiene que ver con un sino generacional.

Es una excusa para focalizar, activar y hacer voz de esta generación nacida en los noventa. Los noventa pretende la unión de estos artistas que están desarrollando una investigación inmersa en las creaciones.

¿Pudieras hacer énfasis en el tejido curatorial que has configurado?

La premisa para este encuentro era poder invitar y que estuvieran dentro varias manifestaciones del arte: arquitectura, danza, performance, música, literatura, artes visuales. Y que cada artista tuviera la posibilidad de mostrar su quehacer. En sentido general, los artistas invitados en esta ocasión tienen un matiz interdisciplinar en sus trabajos.

¿Qué sucederá del 10 al 17 de mayo?

Cada día un artista presentará su obra. Será abierto a todos. Espero en algún momento poder hacer este encuentro de manera física y no virtual.

¿Puedo decir que LA.D.A es un laboratorio de creación independiente?

Se pudiera decir que sí. Creo que el hecho artístico debe ser, o es, parte de un proceso independiente y responde a la subjetividad del artista.

¿Puedo decir que con LA.D.A comienza un espacio para los cuerpos insubordinados dentro del arte contemporáneo cubano?

Es un espacio para y por los creadores, que abre las puertas a todos aquellos que tengan algo que decir y de los que podamos aprender. Todos podrán confluir en LA.D.A.

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EDGAR ARIEL
Edgar Ariel Leyva González (Holguín, Cuba, 1994). Periodista, investigador y crítico de arte. Máster en Estudios Teóricos de la Danza (2020) en la Universidad de las Artes de Cuba (ISA) y Licenciado en Periodismo (2018) en la Universidad de Holguín. Es egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Actualmente investiga sobre la configuración de la estética poscrítica en Cuba. Forma parte del Staff de Rialta.

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