Mario Balmaseda, primera figura del cine y el teatro cubanos, fallece en La Habana a los 81 años

El primer actor Mario Balmaseda (1941-2022), rostro fundamental del arte dramático a lo largo de medio siglo en Cuba, murió este sábado, a los 81 años, en La Habana, según confirmaron fuentes oficiales.

“La triste noticia, comunicada al ICAIC por sus familiares, nos priva de una de las grandes personalidades de nuestro cine, teatro y televisión”, indica un comunicado en el perfil de Facebook del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos.

Brevemente, la entidad que oficialmente rige el séptimo arte en la isla repasó la rica trayectoria de Balmaseda: “En 2021, Balmaseda recibió el Premio Nacional de Cine, con el cual se distinguió su actuación para el cine cubano, donde se incluyen, entre otros, los filmes: El hombre de Maisinicú (Manuel Pérez Paredes, 1973); El brigadista (Octavio Cortázar, 1977); Se permuta (Juan Carlos Tabío, 1985); Baraguá (José Massip, 1985) y [La inútil muerte de] Mi socio Manolo (Julio García Espinosa, 1989)”.

Asimismo, el ICAIC destacó que se trata del único actor cubano que consiguió los tres premios más relevantes en el ámbito isleño de la interpretación: el Premio Nacional de Teatro (2006), el Premio Nacional de Televisión (2019) y el Premio Nacional de Cine (2021); lo que, según esa institución, “confirma su extraordinario talento, versatilidad y capacidad para dejar una marca en la escena”.

Balmaseda, quien estudió Dramaturgia en el Teatro Nacional de Cuba y en la República Democrática Alemana, también trabajó en otras películas memorables del cine cubano posrevolucionario, como Ustedes tienen la palabra (Manuel Octavio Gómez, 1973),  El extraño caso de Rachel K (Oscar Valdés, 1973), De cierta manera (Sara Gómez, 1974),  La última cena (Tomás Gutiérrez Alea, 1976), Río Negro (Manuel Pérez, 1977), En tres y dos (Rolando Díaz, 1985), Papeles secundarios (Orlando Rojas, 1989), Zafiros, locura azul (Manuel Herrera, 1997), Entre ciclones (Enrique Colina, 2002) y, finalmente, La obra del siglo (Carlos M. Quintela, 2015), entre más de una treintena de títulos cinematográficos.

“Ya sea en el registro dramático o en el de comedia, Mario Balmaseda ha conseguido ser, ante los espectadores, una garantía de calidad. Un hombre que por encima de anécdotas y lejos de ciertas comodidades, se empecinó en no congelar su imagen tras una sola fórmula de hacerse creíble entre nosotros”, escribió en su momento el dramaturgo Norge Espinosa, quien lo entrevistó en varias ocasiones.

“Las Brigadas de Teatro Obrero-Campesino fueron su espacio de primer fogueo, y luego el Seminario de Dramaturgia del propio Teatro Nacional de Cuba. La suerte estaba echada”, recorría brevemente Espinosa sus años de aprendizaje sobre las tablas de la isla. “Escribió obras como El cielo y la tierra, y Fila de sombras, con la cual ganó un premio y que estrenó el Conjunto Dramático de Oriente. El joven que había querido ser ingenio, militar, torero y artista, ya tenía su propio camino”.

Aquella ruta lo llevaría pocos años después a una de sus más memorables encarnaciones: el Lenin de El carillón del Kremlin, como parte del Teatro Político Bertolt Brecht. Luego, en el año 1980, vendría el protagónico en Andoba, pieza de Abraham Rodríguez.

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También se recuerda su papel televisivo (como agente de la Seguridad del Estado), junto a Sergio Corrieri, en la serie En silencio ha tenido que ser.

Sobre su método actoral y, en particular, su interpretación del líder independentista Antonio Maceo, acaso su trabajo más popular en el cine cubano, Balmaseda contaba: “Meses antes de iniciada la filmación comencé un riguroso trabajo de preparación, tratando de buscar distintas vías y variantes: biografías, escritos, fotos… [el director] Massip, a quien considero una autoridad como investigador histórico, me prestó libros importantísimos y puso en mis manos el epistolario de Maceo. ¡Y qué importantes son las cartas de un hombre para entenderlo! ¿Qué pasaba por la mente de Maceo en esos años, cómo lo llevaba a cabo, de qué manera lo exteriorizaba? […] Fueron los días en que me pasaba horas enteras encerrado en la casa con un vestuario similar al de la película, sufriendo y amando al personaje. Además, a Maceo había que interpretarlo también a caballo. Él vivía a caballo. Yo monto, pero de ahí a ser un buen jinete va mucho. Hicimos entrenamiento de equitación para buscar la soltura y la dignidad con que él cabalgaba”.

Este sábado, el actor cubano Héctor Noas lo despedía así en redes sociales: “Aunque ya sabía de su delicado estado de salud, la partida definitiva del querido actor Mario Balmaseda, me sorprende lejos. Quizás para los más jóvenes no signifique lo que para mi generación sí era un paradigma [sic]. Gracias, Mario por todo lo que enseñaste y por ese legado actoral que nos dejas. Mi Título de Oro del ISA, lleva tu firma. Es el mejor autógrafo que he recibido nunca. Lo demás, se queda en mi corazón. Descansa en Paz, Maestrazo!”.