El compendio Lenguaje sucio. Narraciones críticas sobre el arte cubano (Editorial Hypermedia, 2019) fue presentado el pasado 12 de diciembre en la Galería-Taller Gorría (San Isidro #214, entre Picota y Compostela) por su compilador, Andrés Isaac Santana, y el crítico cubano Jorge Peré.
El libro, continuidad de Nosotros, los más infieles. Narraciones críticas sobre el arte cubano (1993-2005) (CENDEAC, 2007), es un muestrario de la crítica cubana sobre arte en la actualidad, un monumento, si se quiere, a la idea, a la creación, que respeta las búsquedas de críticos emergentes que han sido incluidos más allá de nombres y firmas establecidos. Construido desde la diáspora, con el ancla levada, se trata de 688 páginas de ideas alrededor del arte que se hace en Cuba. Un libro, como dijera Jorge Peré, “condenado a la trascendencia”.
“Antologar, trazar un mapa, implica no ser tirano con el contexto y ser honesto con el contexto”, sentenciaba Andrés I. Santana en la presentación de Lenguaje sucio este jueves en el espacio de GTG. Sobre las motivaciones que lo llevaron a reunir estos textos críticos comentó su autor para Rialta:
Sigue habiendo una escuela de pensamiento crítico cubano, sigue siendo muy poderosa la crítica cubana y esto fue algo que cuando hice Nosotros, los más infieles, lo tenía seguro. Fui al seguro con esa idea. Lo conversé con profesores universitarios, como es el caso de Magaly Espinosa, porque empecé a recibir textos (algunos más nobles, otros más duros), y hablábamos que, cuando ese pensamiento se reúne, resulta una bomba. Efectivamente, el libro demuestra, certifica, valida, esa idea de esa calidad de ese pensamiento.
Al calor aún de la presentación de su libro, a la pregunta sobre la salud del arte contemporáneo cubano Santana contestó:
La gente piensa que si está en crisis, que si la diáspora… Yo creo que hay una salud en la práctica de la cultura cubana dentro y fuera de Cuba, porque ya no es arte cubano el que se produce en Cuba. Los artistas cubanos están dispersados, disgregados por el mundo, produciendo arte cubano y produciendo pensamiento crítico respecto de Cuba: de Cuba como isla, de Cuba como nación, de Cuba como país. Y creo que hay un buen estado para el arte cubano y lo evidencian nombres que mencionamos hoy aquí: Ricardo Rubén, Otero Alcántara, Adonis Ferro. Hay un movimiento de artistas cubanos trascendentes, rigurosos, importantes.
En su presentación, a propósito de Lenguaje sucio, Jorge Peré afirmaba que hoy publicar un libro que exceda las mil páginas más que una iconoclasia es una locura. Y recordaba que en Latinoamérica el último libro publicado de más de mil páginas es 2666, la novela póstuma del escritor chileno Roberto Bolaño. La hazaña, sin embargo, no puede ser vista –asegura el joven crítico– fuera del vínculo que establece con su volumen predecesor:
Yo estoy casi seguro que es la edición antológica más completa que se puede hacer sobre la crítica de arte cubano en los últimos 15 años, que es el arco temporal que más o menos maneja Andrés. Nosotros, los más infieles termina en el año 2005, y a partir de ese corte es que arranca Lenguaje sucio, que antóloga textos de ayer mismo. Llega hasta 2019, excede en temporalidad a su antecedente y se vuelve una antología aún más descomunal.
Para Peré, uno de los grandes aciertos del libro es su capacidad de convocatoria de firmas tan diversas y, sobre todo, tan actuales. Firmas, que además, insiste, se deben a la voz de críticos, que no de artistas.
El gran acierto del libro es haber compilado voces que no conforman el canon de la crítica cubana. El hecho de llamar a un joven crítico, sin obra definida, porque se consulta un texto suyo que es bueno, es admirable. Eso dice que hay un compromiso con la crítica, más allá de nombres y de firmas. Lo más importante es lo que la crítica va reflejando en su devenir y Andrés respeta mucho eso. No amarrarse, no afincarse a los nombres, aun cuando los nombres están, por supuesto.
Lenguaje sucio acoge textos de consagrados y clásicos como Gerardo Mosquera, Rufo Caballero, Magaly Espinosa, Héctor Antón, Iván de la Nuez, Elvia Rosa Castro. Pero a ellos se le suma un grupo de críticos que ha venido trabajando desde hace ya unos años y algunos otros que recién hace muy poco han empezado a publicar e intervenir en el discurso crítico actual.
Según palabras de sus presentadores, el volumen, en su afán de generar una suerte de mapa de la crítica de arte cubano hoy, reúne trabajos monográficos, textos panorámicos, estudios comparativos e investigaciones más exhaustivas, en un abanico temático que recorre tópicos como la raza, la identidad, lo político y lo estético.
La crítica como estela del arte. La crítica como constancia. Extensión. Un libro sobre quince años de crítica es un libro sobre quince años de Arte. Un libro-mapa-paneo (zoom in–zoom back sobre el arte cubano). Un libro que fue presentado con apenas cinco ejemplares, pero traído a Cuba en su formato digital para que se riegue por toda la isla, para que crezca la crítica en sitios insospechados. Ideas que generen ideas, otras, nuevas… que permitan, dentro de quince o veinte años más, encontrar otro monumento editorial sobre el arte cubano como lo es ya este.
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