El imprescindible legado literario del escritor argentino Ricardo Piglia (1941-2017) será este jueves 3 de febrero objeto de una nueva charla protagonizada por su compatriota Alan Pauls; esta vez junto a la poeta y periodista Raquel Garzón en la sala Jorge Luis Borges de la madrileña Casa de América.
Transcurrido poco más de cinco años de su muerte a causa de la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), la obra narrativa y ensayística del autor de Respiración artificial y de Crítica y ficción sigue atrayendo múltiples revisitaciones.
Con este diálogo entre Pauls –discípulo del autor nacido en Adrogué– y Garzón –quien ha sido editora de Revista Ñ, magazine cultural del diario Clarín–, la Casa de América se propone rendir homenaje a “un maestro reconocido de la literatura hispanoamericana contemporánea, que tanto en su narrativa como en su ensayística contribuyó de manera ejemplar al enriquecimiento de nuestra lengua y de nuestra cultura comunes”.
Bajo el título “Ricardo Piglia y su legado literario”, el encuentro en la capital española dará continuidad a –y de manera inevitable glosará– otras charlas que sobre la figura de su mentor literario ha ofrecido Pauls durante el último año.

“¿A qué viene Piglia a la gran ciudad?”, se preguntaba en abril de 2021 el autor de novelas como El pasado (2003; Premio Herralde) e Historia del llanto (2007) en la primera entrega del ciclo de conferencias “La ciudad de los escritores”, incluido en el programa La Ciudad y las Palabras, auspiciado por la Pontificia Universidad Católica de Chile.
A partir de los tres tomos de Los diarios de Emilio Renzi (Anagrama; 2015, 2016, 2017), sugiere entonces Alan Pauls que los espacios de la urbe y la propia escritura son asumidos por Piglia como como “anverso y reverso de una misma práctica”. A su juicio, pueden leerse Los diarios… “como si fueran un verdadero mapa sociológico de la cultura porteña a partir de los años sesenta, es decir, la ciudad como una especie de teatro bohemio, un campo de batalla literario y un mercado donde de algún modo coexisten y disputan pares y competidores”.
Hace sólo tres meses, durante un festival consagrado a Ricardo Piglia en Mar del Plata, escenario citadino de “sus años de formación”, Pauls realizó una intervención en que valoró, entre otras cuestiones, la faceta docente del también autor de Formas breves: “Siempre fue un profesor. Piglia siempre enseñó y eso es muy importante para su trabajo. […] Y muchas de las cosas que terminaban en los libros de Ricardo son cosas que pensaba con otros en seminarios o grupos de estudios”.
De igual modo, analizó el concepto de “tradición” en Piglia, un crítico de primera magnitud que jamás dejó de pensar creativamente –en tanto piezas de un gran corpus en movimiento, susceptible de actualización– el lugar de otros escritores: de José Hernández a Juan José Saer, pasando por Leopoldo Marechal, Leopoldo Lugones, Macedonio Fernández, Roberto Artl, por supuesto, Borges, y un largo y ancho etcétera hasta los confines de la literatura argentina y (también) universal.
“Ricardo era un narrador, y eso le permitía entrecomillar ese saber con una distancia y una elasticidad instrumental que a los universitarios les costaba mucho”, recordaba en una entrevista Alan Pauls, refiriéndose a su propia etapa de formación. “De todos modos, el Piglia que yo voy a ver a Los Galgos a fines de los setenta ya es para mí una especie de modelo de escritor-lector (el único verdadero sucesor de Borges, en ese sentido). No en vano mi texto fetiche era el “Homenaje a Roberto Arlt” de Nombre falso”.
En su momento, Raquel Garzón incluso entrevistó a Ricardo Piglia, a propósito de su penúltima novela, Blanco nocturno (2010; Premio Rómulo Gallegos), la primera desde Plata quemada (1997), sólo anterior a El camino de Ida (2013).
A la sospechosamente tópica interrogante de “Cómo se lleva usted con sus sueños, ¿los usa para escribir?”, Piglia respondía en aquella ocasión: “Los sueños le interesan mucho a quien los sueña y los cuenta, pero no siempre garantizan un buen relato. Me parecen más intrigantes ciertas escenas soñadas que se repiten. En mi caso, por ejemplo, es muy común que sueñe que estoy perdido en una ciudad”.

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