La serie fotográfica Amazonía, el último gran proyecto del fotógrafo y activista brasileño Sebastião Salgado (78 años), se inauguró este julio en Río de Janeiro: doscientas fotografías en blanco y negro del mayor bosque tropical del mundo, considerado pulmón del planeta. Tras el comienzo de la serie hace más de siete años, pasando por numerosas expediciones a la selva y largas convivencias con más de diez comunidades indígenas del área, la principal motivación de Salgado continúa siendo despertar conciencia sobre la belleza e importancia del Amazonas y los grupos originarios que lo habitan.
“Es el último gran proyecto del hombre que revolucionó la fotografía documental con sus imágenes en blanco y negro que reflejaban la dureza del trabajo, la miseria del mundo, la naturaleza en su estado primigenio”, así ha comentado Amazonía el periodista Marc Bassets para El País.
La exposición permanecerá en Río de Janeiro hasta el 2023, tras un largo recorrido que comenzó con su lanzamiento en mayo de 2021 en París y con presentaciones posteriores en Roma y Londres. Su llegada a Brasil se celebró con una primera parada en São Paulo en febrero de este año.
“Necesitamos la Amazonía porque es la mayor concentración de biodiversidad del planeta”, argumentó Salgado en 2021 cuando Amazonía se convertía en libro publicado, gracias a la editorial Taschen y a la edición de Lelia Wanick Salgado, esposa y compañera de trabajo del fotógrafo. Otros libros que pueden encontrarse con las imágenes de Salgado y la edición de Wanick son Otras Américas, Trabajadores, Éxodos y Génesis.
“La necesitamos por las aguas: es la mayor concentración de agua dulce del planeta. Y por la humedad que se distribuye en todo el planeta por medio de los ríos voladores, un concepto nuevo: hay más agua que se evapora de la Amazonía por vía aérea cada día que el volumen de agua que el mayor río del mundo, que es el Amazonas, echa en el océano Atlántico”, agregó el fotógrafo sobre el Amazonas.
“Esta exposición tiene como objetivo alimentar el debate sobre el futuro de la floresta amazónica. Es algo que debe ser hecho con la participación de todos en el planeta, junto con las organizaciones indígenas”, dijo además en rueda de prensa durante la apertura de la muestra en Río de Janeiro la semana anterior. “La destrucción de la selva no la hicieron solo los brasileños […] fue hecha por la sociedad de consumo del planeta entero”.
En la misma presentación Salgado recordó que la deforestación anual del Amazonas aumentó en promedio un 75% respecto a la década anterior, durante el mandato de Jair Bolsonaro, titular del Gobierno brasileño. Y acusó al mismo ejecutivo de retirar la protección a los territorios indígenas contra bandas de narcotráfico, que se han apoderado del área, lo que provocó la muerte, el 5 de junio pasado, del periodista británico Dom Phillips y del experto en pueblos indígenas Bruno Pereira, quien combatía la pesca ilegal en zonas protegidas.
“Personalmente, culpo directamente al gobierno federal por el asesinato de Bruno y Dom, por retirar filtros de protección de los territorios indígenas, permitiendo, al retirar esos filtros, la penetración de la marginalidad violenta en la selva”, declaró Salgado en el Museu do Amanha, donde se aloja la muestra. “Nunca la selva Amazónica estuvo tan amenazada y destruida, una destrucción provocada por el poder Ejecutivo actual”, agregó.
La serie Amazonía ha sido un trabajo titánico. Sin hablar de otros riesgos, sólo para visitar a las comunidades, “hay que pedir las autorizaciones con un año de antelación”. Y llegar a las comunidades puede tomar “una semana o 10 días de navegación. Más 10 o 12 días en cuarentena antes de entrar. E integrarse requiere tiempo: todo sucede despacio”, explica Salgado.
Sebastião Salgado reside en París. Se exilió en la capital francesa en los setenta, cuando salió huyendo de la dictadura en Brasil. Ha recorrido más de cien países como fotorreportero. Muchos lo consideran el fotógrafo más relevante de la primera mitad del siglo XXI. Es embajador de Buena Voluntad de UNICEF. En 1992, la Academia Americana de las Artes le ofreció la condición de Miembro Honorario Extranjero y en 1993 la Royal Photographic Society le concedió la Medalla del Centenario y la Beca de Honor.