‘Tundra’, arriesgado cortometraje del cubano José Luis Aparicio, tendrá su estreno mundial en Río de Janeiro

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Fotograma (detalle) de ‘Tundra’ (2021); José Luis Aparicio
Fotograma (detalle) de ‘Tundra’ (2021); José Luis Aparicio.

La obra cinematográfica de José Luis Aparicio ha ido experimentado un loable crecimiento estético. Con una carrera que apenas comienza, resulta sorprendente su coherencia. Cada nueva película suya –me refiero específicamente a sus cortometrajes de ficción–, evidencia un certero paso adelante en el perfilamiento de su voz y en la exploración de una serie de obsesiones que rondan su imaginario creativo. En Tundra (2021), su más reciente producción, se aquilata una sensibilidad estética que confirma el pulso ganado por su autoría.

El espíritu profundamente independiente de Aparicio combina tramas de una inteligente y refinada cinefilia, pautadas por la instrumentación de códigos genéricos que se incorporan orgánicamente a la puesta en escena y al diseño visual, con personajes en crisis, presos en precarias realidades. Ese horizonte creativo experimenta una singular vuelta de tuerca en Tundra, cortometraje en que el joven director consigue su trabajo más sólido hasta el momento; también el más arriesgado en términos de realización. Producida por Estudio ST – Servicios Audiovisuales, la película tendrá su estreno mundial en el Festival Internacional de Cortometrajes Curta Cinema de Río de Janeiro, que celebrará su edición 31 del 3 y al 10 de noviembre próximo.

Tundra —con guion de Carlos Melián— se ocupa de un día en la vida de Walfrido Larduet, un taciturno inspector eléctrico que procura encontrar, en algún paraje de la (post)apocalíptica periferia urbana donde vive, a una mujer con la que está obsesionado. Sin embargo, una primera mirada al metraje deja la sensación de que el argumento es un pretexto nomás para el despliegue de una deslumbrante aventura estética. Y, ciertamente, en la edificación del mundo distópico y onírico de Tundra, donde se quiebran las barreras entre las alucinaciones del protagonista y la realidad, el cortometraje encuentra algunos de sus valores más sustantivos.

Fotograma de ‘Tundra’ (2021); José Luis Aparicio
Fotograma de ‘Tundra’ (2021); José Luis Aparicio

Aparicio desliza una puesta en escena fuertemente discursiva, donde la concepción de los espacios y la disposición de los elementos contribuyen con puntualidad al modelado de la atmósfera, un fin estético en sí misma. Impresiona sobre todo el cuidado de los detalles, como el helicóptero que pasa tirando etiquetas de riesgo biológico, las trillizas que juegan en la plaza, o la irrupción del fumigador en el bar…; detalles que parecen meros accidentes en la exposición, pero que favorecen muchísimo la elasticidad virtual del espacio de los hechos.

El criterio fotográfico, propio de un psico-thriller, resulta bastante barroco y sombrío, con un expresivo trabajo de luces –sobre todo en los interiores, en el bar La ballena blanca y en la casa de Larduet–  que acentúa el ambiente retrofuturista en que se mueven los personajes; el emplazamiento de la cámara, de una planificación milimétrica, opta por el continuo subrayado del ángulo o la composición, al punto de alcanzar en algunos momentos una autonomía sorprendente respecto a la historia misma. Durante la escena en que Larduet visita la casa de José José García para multarlo por una infracción eléctrica, la cámara ejecuta un paneo circular en ángulo ancho que, además de describir la precariedad del lugar, confiere a la escena un enrevesado tono, explicativo del ánimo de los personajes. Todo el diseño visual de Tundra goza de una apreciable suficiencia estética.

La esquizoide realidad en que se mueve Larduet se enriquece más en términos expresivos. Continuamente aparecen unos cuerpos gigantes, suerte de insectos con extensiones tentaculares que, salidos de sus sueños, invaden su vigilia e interrumpen su tránsito. Este motivo enturbia el hábitat de Tundra, y dota de un matiz surreal el ambiente (post)atómico que abraza al relato. La música y sonido son dos recursos cardinales que contribuyen al preciso cincelado de la atmósfera: códigos puntuales que, además, expresan el conflicto subjetivo del protagonista.

Fotograma de ‘Tundra’ (2021); José Luis Aparicio
Fotograma de ‘Tundra’ (2021); José Luis Aparicio

La combinación de estilemas propios del cine de género y el manejo de ascendencias propias de poéticas autorales precisas, confirman que en Tundra el estilo pesa mucho más que la anécdota. El propio ritmo moroso de la exposición parece estar en función de hacer más disfrutable el espesor del lenguaje, de la construcción específicamente cinematográfica… Pero Aparicio propone mucho más que un ejercicio estilístico, y mucho más que un simple relato sobre el confinamiento de un hombre en los límites de una obsesión y ante una realidad estéril, en completa ruina.

Al contrario, ese entorno distópico es el correlato de la existencia alienada de Larduet. Es consumación de su mirada. Tundra es el relato de un hombre que enfrenta, en el ocaso de su edad adulta, una contundente crisis de masculinidad, expresa en una aguda insatisfacción e impotencia sexual. Los cuerpos monstruosos que invaden la realidad del protagonista no son más que excrecencias del fracaso de sus fantasías masculinas, la exteriorización de su impotencia erótica.

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Nunca sabemos con certeza si la mujer vestida de rojo que Larduet busca obstinadamente existe o es una proyección de su mente. Quizás ambas cosas. No sabemos a ciencia cierta si la mujer vestida de rojo y Kirenia Natasha, aun cuando son las mismas a nivel físico, son una misma mujer real o son ambas invenciones de su subjetividad. Pero sin dudas son la materialización de sus deseos; deseos que se escapan continuamente aun cuando los tiene al alcance de su mano. En la escena que trascurre en la oficina, donde Amílcar, el inspector filosófico, cuenta la historia del viejo que murió tras dejar en su culo la tapa de un pomo de desodorante, hay una contracción discursiva sobre la problemática de la masculinidad. Eso es cuanto Tundra expone: el fracaso del deseo del hombre; el ocaso de la masculinidad.

Fotograma de ‘Tundra’ (2021); José Luis Aparicio
Fotograma de ‘Tundra’ (2021); José Luis Aparicio

La participación de Tundra en la competencia internacional del prestigioso evento brasileño es un índice de lo airoso que ha salido Aparicio de esta aventura estética. Tundra es un elaborado recipiente que acoge una sustancia consistente, enjundiosa. Aunque toda la narración está matizada por un cáustico humor cubano, el filme toma distancia de ese sociologismo que ha devenido lugar común en el audiovisual nacional. La cinematografía cubana lo agradecerá.

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