Alejandro Cuervo Vigoa (Bejucal, 1996) se posiciona dentro del mapa del diseño cubano contemporáneo como un outsider. Quizá esta presuposición (y presunción) tenga que ver con que no posee formación académica como diseñador. Sin embargo, sus carteles e ilustraciones, aparecidos en medios como Periodismo de Barrio, Q de cuir y Magazine AM:PM, entre otros, ya gozan de una visibilidad admirable. Aunque confiesa no tener rutinas para diseñar, sí se considera metódico. Su trabajo tiene la gracia de la experimentación, la síntesis y el juego continuo.
Edgar Ariel
Alejandro, quisiera que me comentaras sobre tu formación como diseñador. ¿Cuáles fueron los comienzos?
Mi formación ha sido empírica. Hace cinco o seis años trabajaba como productor y representante de un cantautor llamado Noslen Porrúa, en Bejucal, el lugar donde nací. Eventualmente hizo falta generar contenido para las redes sociales, hacer promociones para conciertos, y me empecé a interesar por el mundo del diseño, sobre todo el de la cartelística.
Cuando tuve algunos carteles hechos la gente se empezó a fijar en lo que yo hacía y eso me dio la confianza suficiente para reconocer que podría dedicarme a eso. En ese momento ya había descubierto que el diseño, de manera específica el cartel y la ilustración, era la pasión de mi vida.
¿Desde niño dibujabas?
De niño no dibujaba mucho. Cuando estaba en la primaria tenía bastante miedo de las clases de educación laboral y de artes plásticas. Me parecía que era muy complejo. A veces no quería ni entrar a los turnos. Siempre me pareció algo que no iba a poder hacer.
¿Por qué decidiste ser diseñador?
No hay respuesta exacta para eso. El diseño me sorprendió. Fue un proceso de transformación en el que cada vez sentía menos el deseo de trabajar como productor y más la necesidad de ser diseñador, de expresarme, hacer carteles, dibujar, ilustrar…
El diseño fue apoderándose de todo lo que yo era en ese tiempo. Pensaba en el diseño en todo momento. Ha sido un proceso. Fue importante conocer a Robertiko Ramos. Él me dio muchos consejos que fueron determinantes en lo que he hecho después. Me enseñó un camino.
¿Qué momentos identificas como los más importantes dentro de tu recorrido como diseñador?
Debo empezar por el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, una institución que confió en mí y me invitó a hacer su diseñador. Fue muy emocionante que confiaran en mí a pesar de no ser graduado de Diseño. Ahí sigo trabajando hasta hoy. Otro momento importante, muy importante, fue cuando hice la campaña gráfica del [festival de trovadores] Longina 2020. Este es un evento que a mí me gusta muchísimo y me enfrenté a hacer toda su visualidad. Como parte del encuentro hice mi primera exposición personal de carteles, llamada Sinestesia. Expuse, junto a otro conjunto de carteles, una serie que había hecho para una gira de Miguel Ángel de la Rosa por España, uno de los músicos de la Trovuntivitis, de Santa Clara. Sinestesia fue mi forma de mirar la música desde el cartel.
Otro momento fue cuando se hizo la exposición Carteles por el Futuro, una exhibición bastante atípica, porque se comenzó a planear en diciembre de 2019 y hasta diciembre de 2020 no se pudo desarrollar debido a la pandemia. Era la primera vez que exponía junto a otros diseñadores, todos muy talentosos. El hecho de que compartiera un espacio junto a ellos, con un mensaje ambientalista, me hizo muy feliz. Carteles… fue coordinada por Miguel Monkc y Javier G. Borbolla.
También quisiera incluir el momento en que me invitaron a hacer ilustraciones para la revista Q de cuir, con la que aún trabajo. Q de cuir es una revista digital cubana cuyo objetivo es el empoderamiento de personas con sexualidades no hegemónicas, un tema que siempre me había interesado y que me parece muy importante en nuestra sociedad. Trabajar para la revista hizo que conociera y desarrollara una nueva forma de mover mi ilustración. Además, me invitaron a realizar el diseño editorial de la revista, un placer grandísimo.
¿Qué es lo que prefieres diseñar?
Lo que más me gusta creo que son los carteles. Me gusta mucho hacer campañas, y el diseño editorial. También me gusta mucho el diseño de empaque.
Quisiera que me hablaras sobre tu trabajo como ilustrador…
Como ilustrador me descubrí un poco después, aunque mi trabajo siempre ha tenido una carga muy grande de ilustración. Soy bastante geométrico. Me gusta armar composiciones geométricas. Me gusta el flat design. Me gusta experimentar con la figuración del ser humano y deconstruir los patrones establecidos.
¿Y tu trabajo como cartelista?
Como cartelista mis principales influencias vienen del cartel cubano realizado después de 1959. Amo la serigrafía. En un rectángulo de 50×70 cabe el universo.
¿Quiénes han sido tus maestros en el diseño?
Entre mis maestros puedo mencionar a Milton Glaser, [László] Moholy-Nagy, la Bauhaus… De Cuba a [Alfredo] Rostgaard, [Eduardo] Muñoz Bachs, Pepe Menéndez, Robertiko [Ramos], Raupa y [Edel Rodríguez] Mola. Ellos han influido mucho en mí y me han permitido ver qué se puede hacer con un cartel.
Realizaste la identidad visual de Cine Cubano en Cuarentena. ¿Por qué decidiste colaborar y cómo valoras este proyecto?
Un día estaba conversando con Katherine Bisquet y José Luis Aparicio. Me comentaron la idea que estaban cocinando. Como soy un fanático empedernido del cine me presté para eso. Me parece muy importante que existan proyectos como este, sobre todo en el momento actual de pandemia, una etapa un poco oscura, de mucha incertidumbre.
¿Cómo valoras el mapa del diseño cubano contemporáneo? ¿En qué lugar te ubicas dentro de ese mapa?
Yo me he considerado un outsider dentro de ese mapa. Sí creo que hay mucho diseño bueno en Cuba. También creo que faltan muchos más espacios para que el diseño pueda expandirse, avanzar y ser más dinámico.
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