Arquitectos cubanos insisten en reclamar la legalización del ejercicio independiente de su profesión

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La Habana / Foto: Wikipedia
La Habana / Foto: Wikipedia

Una carta abierta firmada por cuatro arquitectos cubanos renovó esta semana la demanda gremial de “abrir un diálogo” con las autoridades de la isla para exponer “la conveniencia y la necesidad de permitir el trabajo de arquitectura independiente” o bien, por lo menos, “escuchar las razones de la [sostenida] prohibición” de esa actividad profesional en las modalidades aprobadas hasta la fecha para otros sectores: trabajo por cuenta propia, cooperativa no agropecuaria y PYMES.

Bajo el título “¿Un diálogo imposible?”, la misiva –suscrita por Arq. Universo García, Arq. Nelson González, Arq. Orlando Inclán, Dr.CT. Carlos G. Pleyán– recuerda a la opinión pública que durante casi un año “varios grupos de arquitectos, ingenieros y urbanistas cubanos” han dirigido apelaciones similares “a las más altas instancias del país –al presidente [Miguel Díaz-Canel] y varios ministros (Construcción, Trabajo, Economía y Planificación)”.

Sin embargo, dice el texto, “no ha habido todavía ninguna respuesta a las respetuosas y fundamentadas demandas”.

“Las demandas han provenido de más de un centenar de arquitectos organizados alrededor de tres grupos: la Sección de Arquitectura y Patrimonio de la UNEAC, el Grupo de Estudios Cubanos de Arquitectura (GECA, sección de base 160 de la UNAICC) y otro grupo nucleado alrededor de la Iniciativa Pro Arquitectura”, explicita la publicación compartida este 18 de agosto a través de Facebook.

Los firmantes señalan además que instituciones como el Ministerio de la Construcción, la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (UNAICC ) y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) han recibido en los últimos meses “a algunos representantes para escuchar sus planteamientos sin ofrecer ninguna respuesta ni abrirse el diálogo en ningún caso”.

“Por lo que nuestro reclamo sigue siendo el mismo casi un año después”, insisten los arquitectos, antes de señalar que el mandatario cubano ha emprendido últimamente, azuzado por “la compleja situación del país”, intercambios con representantes de otras esferas (“campesinos, economistas, estudiantes universitarios, mujeres, juristas…”).

Entonces, se preguntan en su carta: “¿Por qué no se ha propiciado reunirse y dialogar con los arquitectos e ingenieros? ¿Cuáles son las dificultades insuperables que se plantean? ¿Acaso las ciudades no reclaman del aporte de todos para su recuperación y, en particular, de arquitectos y urbanistas? ¿No merecen los jóvenes arquitectos poder desarrollar toda su potencialidad en el país que los formó? ¿Cuál es, entonces, la vía adecuada para lograr ese diálogo y alcanzar una solución consensuada?”.

La fundamentación de este reclamo gremial –el mensaje pronto fue compartido en el Facebook de GECA– apunta no sólo a la actual situación, sino también a las perspectivas –y aspiraciones– a corto y mediano plazo en el ámbito socioeconómico de Cuba.

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“La producción arquitectónica y urbana tiene un significativo componente creativo y responde a un ámbito de múltiples escalas y actores económicos que no se circunscriben únicamente al sector estatal”, se lee en la carta. “En particular, la próxima reorganización y crecimiento del sector no estatal (ya sea como trabajador por cuenta propia, como micro, pequeña y mediana empresa o como cooperativa), así como el incremento de proyectos de desarrollo local presentan una demanda creciente de proyectos urbanos y arquitectónicos, asumidos ya por un grupo considerable de profesionales al amparo de licencias afines no aptas para ello”.

De manera que, razonan los infrascritos, se necesita en Cuba “un marco legal flexible que responda cabalmente a todas las escalas de su desarrollo y que fortalezca la visión cultural de la arquitectura y el urbanismo, y no la meramente constructiva, que es hoy la predominante”.

Asimismo, sostienen que lo anterior tendría la virtud añadida de contener “la creciente emigración profesional” en ese campo fundamental para el desarrollo del país.

En febrero pasado se publicaron en Cuba nuevas disposiciones para limitar el trabajo por cuenta propia.

Según el Clasificador Nacional de Actividades Económicas, no pueden ejercerse de manera privada actividades como “consultoría de arquitectura que incluye diseño de edificios y dibujo de planos de construcción, planificación urbana y arquitectura paisajista”, o “el diseño de ingeniería que incluye proyectos de ingeniería civil, hidráulica y de tráfico, proyectos de ordenación hídrica, proyectos de ingeniería eléctrica y electrónica, mecánica, industrial y de sistemas, ni la gestión de proyectos relacionados con la construcción”.

Durante años, muchos arquitectos cubanos, a título individual, y varios estudios independientes han ofertado sus servicios en un contexto, primero, de alegalidad y, desde hace unos meses, de obvia ilegalidad. Un fenómeno que las autoridades gubernamentales prefieren, a todas luces, perseguir y condenar antes que regular y conducir hacia un estatus de seguridad y beneficio profesional.

En entrevista para El Estornudo, el arquitecto independiente Yoandy Rizo Fiallo comentaba en noviembre de 2019: “La arquitectura es una profesión tan válida como la de albañil o contratista. Lo que no debería ocurrir es que un contratista tenga un marco legal, un respaldo, y un arquitecto no, porque entonces priorizas la figura del contratista, y la del albañil, sobre la del arquitecto. El arquitecto no es mejor que el albañil o el contratista, pero cumple un rol de organización y control. Hay contratistas que tienen buen criterio y hay muchos que no. A muchos lo que les interesa es el metro cuadrado, la acción económica de la construcción, nada más”.

“Por muchos años hubo rechazo de la UNAICC hacia la actividad de los arquitectos independientes, pero como no tenemos ningún tipo de respaldo legal, porque no tenemos licencia, o tenemos licencias de decoradores, u otras licencias extrañas, y como el tema de agruparnos puede malinterpretarse, hemos decidido agruparnos en la UNAICC”, decía Rizo Fiallo sobre una de las iniciativas en curso para abogar por los intereses del gremio. “¿Por qué? Porque necesitamos compartir oportunidades, información, todos los beneficios que te puede dar la comunidad. Entonces ahora estamos en pleno proceso de organización de la actividad del arquitecto independiente, que es el primer paso para que pueda legitimarse”.

Y concluía el exprofesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae): “Ya no es la época en la que yo me ponía a salvo solo. En este caso estamos intentando ir como grupo hacia la salvación, hacia el respeto de la profesión, no sólo de los arquitectos sino también de los ingenieros. Y que esto sirva de ejemplo a otros grupos profesionales que están marginados o menos potenciados por las leyes”.

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