Neisy Alpízar
Neisy Alpízar (FOTO Amílcar Navarro)

El propósito del arte es el deleite.
Nicolás Poussin

Neisy Alpízar de la Paz, tú y yo nos conocimos durante el rodaje de Semen, la última película de Juan Carlos Cremata hasta ahora. Allí yo interpretaba a tu padre, y tú a una de mis hijas lesbianas, incestuosas, que asesinaban extranjeros en La Habana. Estoy loco por ver esa película, porque creo que hicimos algo potente ahí.

Yo también lo creo y estoy loca por verla, pero bueno…

A ver, Neisy, la pregunta básica: ¿Cómo te iniciaste en esto de la actuación?

Yo estudiaba Ingeniería Química en Santa Clara y, la verdad, es que me gustaba mezclar cosas, no solo las sustancias, y llegar a otros resultados. Creo que todo esto viene porque me gusta ser útil, pero además me gusta ser observada por todos, a pesar de que eso me crea un temor grandísimo…

De alguna manera eres un poco narcisista, exhibicionista, te encanta que te vean.

Yo no lo veo así, pero…

Ser narcisista y exhibicionista no es malo, y si te gusta ser observada…

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Sí, me gusta que me miren, que me vean…

Entonces tú ves al público como un gran voyeur, un gran rascabuchador, por llamarlo de alguna manera, de tu alma…

Sí, pero siento a la vez un temor grandísimo, y precisamente eso es lo que me atrae, es una cosa rarísima. Me encanta el miedo que eso me provoca, me encanta vencer ese miedo.

¿Te encanta el riesgo?

¡Claro! Entonces me di cuenta de que ser necesaria, ser útil y ser vista era una manera de canalizar todo eso, de unirlo, y, como me encantaba interpretar, vine al ISA [Universidad de las Artes de Cuba] a hacer los exámenes, y todo salió bien. Pero fue después de terminar el ISA que yo descubrí que quería de verdad ser actriz. Cuando empecé a descubrir mi amor por las personas, por las plantas, por los animales, por todo, y viene por ahí, por ese descubrimiento del amor a los demás, del amor a la vida y de mostrarles algo de mí, y de aprender de ellos, todo eso a través de la actuación.

Cuando te conocí me di cuenta de que eras una actriz con una alta capacidad de riesgo y eso me hizo identificarme contigo, porque me considero un director y actor que toma riesgos. De pronto me dije: esta muchacha no es como esas actricitas yeyé, como yo les llamo, o como dice mi amigo el actor Roberto Perdomo, actrices de pelo, esas que todo el tiempo se están preguntando cómo tengo el pelo, que donde quiera que haya una superficie que refleje su imagen se preocupan por su tocado. Porque hay muchas personas que se hacen llamar actores y actrices, pero creo no son conscientes de los riesgos que tiene esta profesión y de la pasión que conlleva. Me está pasando que hablo con un actor o actriz y le estoy contando de manera apasionada un proyecto, y la pregunta que salta es: ¿cuánto hay para mí? ¿cuánto me pagas? Odio que alguien se involucre en algo artístico solamente por dinero. Y entonces nos encontramos tú y yo dentro de una película en la que nos pagaban una miseria, y sin embargo estábamos ahí, porque creíamos en el proyecto, en lo que podíamos dar… Era la adaptación cinematográfica de Semen, la obra teatral de Yunior García, y ahí estábamos, diez noches seguidas dándolo todo. Una de esas noches llegaste y me dijiste: “Hoy quiero mostrar el bollo en escena”, y yo dije: “¡Uau!, esta muchacha es dura”… Y obligaste prácticamente a Cremata a que te filmara.

Era una forma de decir que quería exponerme, mostrarme como fuera. Más que mi vagina era mostrar mi alma, dejar la piel ahí.

Neisy Alpízar
Neisy Alpízar (FOTO Amílcar Navarro)

Exacto, entonces basado en eso, ¿qué es para ti actuar?

Todo eso tiene que ver con que me aburro rápido, no de mí, de quien soy, sino que me gusta jugar, cambiar, evolucionar, y la forma que encontré para ello es entenderme cada vez más. Interpretar, actuar, es maravilloso para lograr eso, te humanizas, te sensibilizas cada vez más. Te repito, soy hipersensible, y no sé qué cosa es el límite, quiero hacer cualquier personaje, por muy arriesgado que sea, solo pido que ese personaje provoque emociones en el espectador. Me gustaría interpretar tanto a personas que se comportan de manera artificial como a personas deshechas y destruidas. No quiero limitarme, para mí no hay simpleza. Me encantan los personajes pequeños, que aparecen poco, porque en ese momento tienes que aprovechar y desbordarte, darlo todo. Es un juego, un jueguito, como si estuvieras en la primaria y jugaras a mamá, papá y nené, o a este es el bueno y este es el malo. Es eso, no he acabado de crecer.

Una cosa que me llama la atención es que te estás convirtiendo en una musa de este cine alternativo, independiente, y en estos últimos tiempos apareces en obras tan disímiles como La cabeza dentro del agua, de Violena Ampudia; Fenómenos naturales, de Marcos Díaz Sosa; Campeonato Nacional de Ajedrez (f), de Emmanuel Martín, donde interpretas a una fría ajedrecista que no habla, pero tu presencia es imponente; Summertime, de José Luis Aparicio; y Quiero hacer una película, de Yimit Ramírez, donde expones tu cuerpo y tu alma al público y juegas de alguna manera a ser Neisy, donde tomas muchos riesgos, y eso es admirable en ti porque otras actrices no se atreverían. Me encanta que seas Neisy, una actriz que quiere comerse el mundo, y no Neisy, la novia de, la esposa de, o que va por ahí de víctima, de incomprendida, etc., etc.

Aclaro, también fui novia de, pero precisamente por eso quise salirme, y eso está ahí, en el cambio, y no está mal ser la novia de, no está mal admirar a la persona que está a tu lado, pero eso no te puede robar tu identidad, tienes que saber quién eres tú y pensar más en ti, porque cuanto más te quieras y respetes a ti mismo podrás dar más a los otros. También fui víctima, estuve victimizada, deprimida, no hago nada, no tengo nada, no tengo trabajo y bla, bla, y de eso salí, porque estoy en constante evolución como persona y como actriz, y de eso también va la actuación.

Y por eso el aparecer en historias y proyectos diferentes. Háblame de eso.

Cada persona es un mundo, con experiencias, con deseos, creencias. Son seres humanos, y trabajar con estas personas diferentes te hace ser paciente, tratar de entender lo que quieren lograr.

Tiene que ver con lo que te decía antes, que eres una especie de musa para todos estos jóvenes realizadores.

Ay, Molina, me encanta la imagen que tienes de mí…

No, no solo yo, ellos también. No sé si es por lo enloquecida que estás, y lo digo en el buen sentido, pero cada vez es más difícil encontrar actores o actrices como tú, que se involucren. Por eso lo digo.

Déjame decirte algo. Cuando nosotros trabajamos juntos –y es verdad que yo era así, enloquecida– te vi tan involucrado, que dije: “Mira a ese señor actor, está ahí, en personaje, desbordado”; y yo dije: “Pues yo tengo que desbordarme también”. Y para nada es una competencia, es estar en el mismo juego, en sintonía, y yo quiero jugar, y jugar más que él, y entonces él va a jugar más que yo. Es una locura la química, la química entre los actores.

Neisy Alpízar
Neisy Alpízar (FOTO Amílcar Navarro)

¿Cómo hace Neisy cuando no hay química con el otro u otra? ¿Cómo hace para que el público no lo perciba?

Eso es muy difícil, muy difícil, yo trato de encontrarla mirando a los ojos de la otra persona, mirando de verdad al alma de esa persona. Aunque igual, muchos te miran a los ojos y están vacíos. Hay que descubrirse, que fue lo que hicimos en la película de Cremata: encontrarnos, sentirnos, y si eso pasa con el otro actor o actriz, todo lo demás fluye. Claro, hay que tener cuidado porque la cámara es otra cosa y puede percibir o no esa química, y tiene que ver con la puesta en escena, con el dónde va la cámara. A veces los actores tienen química y nadie se entera.

Seguro la cámara estaba en cualquier lado menos donde tenía que estar.

Empecé a echarle la culpa de mis errores a los otros. Pero ya dejé de hacer eso, porque todo me ha hecho aprender. He aprendido a preguntar, a querer saber, a no estar de acuerdo, a dar mis berrinches porque no entiendo. Entonces si tú me explicas bien, bien, bien, puedo entender la cámara y entiendo cómo va la historia, lo veo, y me gusta. Si no, vamos a repetirlo un montón de veces y no vamos a llegar a ningún lado.

¿Entonces qué espera Neisy, la actriz, de un director?

Que me guíe, de la forma que sea. Que me de cuatro gritos, no me importa, pero tengo que sentir que esa persona es de verdad y que sabe lo que quiere. Que cada cosa que esté sucediendo sea importante, cada detalle, el maquillaje, el vestuario, la luz, todo. Que el actor se sienta seguro, protegido. Me encanta que me hagan sentir cómoda, me encanta que todo esté organizado en un rodaje, tener mucha comunicación con el equipo, que el equipo esté en función mía porque yo también estoy en función de todos. Me encanta que los directores estén abiertos, que no se amarren demasiado al texto, a lo que ellos creen que debe ser la escena, sin dejarte fluir. Tienen que ser preciosistas y dejarse de jueguitos, hay que jugar en serio. Te digo, creo que algún día me gustaría dirigir, porque tengo cosas que decir, tengo necesidad de expresarme, tengo muchas ganas de eso.

¿Ahora estás trabajando? ¿Cómo sobrevives en estos tiempos?

Estoy trabajando en un restaurante, unas catorce horas al día. Menos mal que son los fines de semana, porque regreso a casa molida, con dolores en las piernas, muy cansada, y menos mal que encontré ese trabajo, porque evidentemente del arte no se puede vivir y de esos trabajos arriesgados que nos gustan tampoco. Estaba flaca, pasándola mal, pero bueno, entre col y col aprendo inglés y francés, a hacer patrones de costura, a tejer, hago casting, hoy estuve en uno para una serie, y ahí voy…

Sé de qué hablas. ¡Pero no me mires así! No sé hacer crochet, te lo aseguro. Oye, Neisy, con todo esto que se ha armado alrededor de Quiero hacer una película, cuéntame un poco por qué ese filme, háblame del proceso.

En un momento Tony [Alonso], Yimit y yo fuimos muy cercanos, aún lo somos. Vivíamos juntos, compartíamos todo, y pensábamos tan diferente y al mismo tiempo nos queríamos y nos queremos tanto, y vivimos momentos de todo tipo, de ira, de incomprensión. Sin embargo, nunca dejamos de amarnos. Eso yo creo que fue el detonante de esta experiencia, de esta locura, de este experimento. A partir de ahí todo fue un torrente de actividad y creación.

Donde tú te expones…

Totalmente. Se expone Neisy, incluso yo decido llamarme Neisy en nuestra película, y Tony decide llamarse Tony. Porque hay una verdad que queremos expresar, una especie de alerta sobre aquello en lo que puede convertirse una parte de esta generación. La génesis de la película es eso, la necesidad de decir cómo tú amas, cómo puedes amar a alguien muy diferente a ti, la tolerancia, la paciencia, el respeto por el otro que no piensa igual a ti, los diferentes credos, una persona martiana, otra a la que le da lo mismo, porque somos malos y buenos, imperfectos, somos seres humanos, y el amor a pesar de las diferencias es maravilloso y tenemos que aprender a respetarnos y a amarnos. No sé si el resultado va a ser fiel a lo que quisimos expresar, pero lo que sé es que lo soltamos todo, nos desnudamos en cuerpo y alma, fue un proceso honesto. Me encantaría que se entendiera o por lo menos que se sintieran las emociones. La campaña de crowdfunding unió a personas de todos lados, las caricaturas, el esfuerzo, las dificultades por la conectividad, la solidaridad de la gente, todos querían participar…

Todo eso demuestra la capacidad aglutinadora que tiene el arte y en especial el cine. Te digo, querida, que si el material se monta con objetividad podrían tener una película testimonial de una generación…

¡Ojalá!

Ven acá, ¿Cremata habrá terminado su película?

Chico, tú sabes que yo enseñé la vagina, literalmente, en esa película, y me da tremendo miedo, porque, sabes, las personas me van a ver, y puede eso parecer desfachatado. No sé si él la habrá terminado, pero disfruté mucho hacer esa película, vivir esa experiencia, sobre todo estar contigo, mirarte a los ojos, sentir esa energía tuya, y creo que voy a disfrutar de nuevo estar contigo en otro momento, en otras situaciones y en otras cosas.

A él más le vale poner esa escena, y ¡claro que vamos a chocar pronto, princesa!

Me encanta que me digas princesa.

Qué bien, porque de momento estaba preocupado, en estos tiempos de corrección que corren en el mundo, decirle princesa a una mujer puede ser considerado sexista.

Pues a mí me encanta… Aunque pensándolo bien, también puedo ser una bruja…


Esta conversación tuvo lugar sobre las 5 de la tarde del 21 de marzo de 2018, en el Café Montero de la calle Montero Sánchez, en El Vedado, entre varios cafés expresos.

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Jorge Molina Enríquez (Palma de Soriano, Santiago de Cuba, 1966). Director, guionista, actor. Graduado de Dirección por la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV), donde después desempeñó diversas labores en el área docente. Ha figurado como actor en numerosos cortos y largometrajes. Es considerado un director de culto en el ambiente del cine independiente cubano. Entre su numerosa filmografía como realizador, destacan: Molinaʼs Culpa (1992), Molinaʼs Test (2001) o Molinaʼs Ferozz (2010).

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