Eliécer Jiménez Almeida, cineasta cubano
Eliécer Jiménez Almeida

Eliécer Jiménez Almeida, uno de los cineastas cubanos miembros del movimiento del cine independiente de la Isla, acaba de hacer con Veritas (2021), su obra más reciente, una aproximación inédita a los sucesos de la Invasión de Bahía de Cochinos, de la que acaban de cumplirse 60 años.

Desde la mirada del documentalista de ojo experto que es, Almeida rescató los testimonios de veteranos de la Brigada 2506, que cientos de cubanos integraron para intentar por las armas sacar del poder a Fidel Castro. O sea, los personajes a los que la propaganda oficial siempre ha calificado como «mercenarios» y «malos patriotas».

Fue con ellos con quien el realizador quiso hablar para hacer una revisión de los hechos y propósitos detrás de los acontecimientos históricos que la mayoría de los cubanos conocen como la invasión de Playa Girón.

DIARIO DE CUBA conversó con Almeida para saber los detalles de un proyecto que formó parte de un homenaje a la Brigada 2506 en su 60 aniversario esta semana en Miami.

¿Cuál es el germen del proyecto? ¿De dónde surge la idea?

Desde que vivía en Cuba la curiosidad me carcomía por saber qué había más allá la palabra mercenario… Una vez que llegué a Miami hice varios esfuerzos por acercarme y conocer sobre la Brigada 2506, pero la cotidianidad y la urgencia por buscarme la vida no me dejaban pensar. Cuando entré en el Master de Periodismo de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) tuve las condiciones para investigar y decidí proponerlo como mi tesis.

Mi amigo el pintor Humberto Calzada, a quien le había contado mi entusiasmo por indagar en este asunto tabú de nuestra historia, sin yo saberlo, me recomendó con el Museo y Biblioteca de Bahía de Cochinos y ellos me entrevistaron, me pidieron una propuesta de documental, les gustó la idea y en un esfuerzo sin precedentes en mi carrera, recaudaron el dinero a partir de donaciones, persona a persona, para que yo terminara siendo un becario del Museo.

¿Cómo fue el proceso de investigación para llegar al guion de rodaje? ¿Cuáles fueron las fuentes testimoniales que usaste?

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Lo primero fue (des)aprender todo. Mi personalidad rebelde me ha empujado, desde muy joven, a desconfiar del poder, a cuestionarlo. Las personas curiosas en Cuba saben que el Gobierno es una fábrica de mentiras y que han construido un relato distorsionado de lo que somos como nación. Sin embargo, cuando creces allá tienes la propaganda en el ADN, por muy curioso que seas, como es mi caso, tienes el veneno ahí y la única manera de sacártelo es confrontando con conocimiento.

Entonces estructuré un mapa de fuentes, revisé la mayoría de la bibliografía, tanto en español como inglés. Visioné los documentales y reportajes que abordan el tema, los de aquí y los de allá. Luego realicé entrevistas de investigación con unos 30 veteranos de la batalla de Bahía de Cochinos. A partir de esta búsqueda decanté las exageraciones, los protagonismos, los egos desmedidos, el odio, el resentimiento y otras pasiones bajas que pudieran afectar mi manera de acercarme a la realidad.

Me quedé con los diez personajes que están en el documental y me concentré en la relación mercenario-utopía. La investigación y la relación con estas personas vaciaron de contenido la palabra mercenario y me quedé solemnemente con la utopía de este pequeño grupo de personas.

Háblame del proceso de rodaje en Cuba y de los riesgos que supuso. ¿Cómo resolvieron tú y tu equipo los riesgos técnicos que suponía?

Yo no podía hacer un documental sobre Playa Girón sin estar allí, eso no me cabe en el corazón. Asumí el riesgo, fui hasta La Habana, me monté en un almendrón hasta Playa Girón, en muy bajo perfil me camuflé entre los turistas y así pude filmar siete horas de video entre Playa Larga, Playa Girón, el camino de San Blas y bajo el agua. Azar y suerte…

¿Cómo es hacer una película clandestina en Cuba? ¿Hubo incidentes con las autoridades? 

Estuvimos tres días allá, dormimos en una casa de alquiler en Playa Larga. El último día, el chofer se dio cuenta de que la dueña de la casa nos había chivateado con la policía política. Como él es una persona de toda mi confianza, que sabía lo que estábamos haciendo allí, estaba alerta y recogió todo, nos buscó donde estábamos filmando, nos fuimos a La Habana y una vez que llegué me monté en un avión. No es bueno desafiar la suerte.

¿Qué descubriste en el trabajo de investigación y grabación acerca de esa «verdad histórica» que ha sido siempre celosamente administrada por el castrismo y su Historia oficial?

La honestidad de estos hombres…

¿Qué crees que tienen que aprender los cubanos de hoy, los de la Isla y los de la diáspora, sobre Bahía de Cochinos?

Es una pregunta muy difícil… Te puedo decir lo que aprendí al hacer esta película: cada vez que miré a los ojos de mis personajes vi que la verdad tiene rostro, porque estos jóvenes creían en una utopía y tenían todo el derecho de buscarla. Después los laberintos de la historia se configuraron y el destino dictó lo innombrable.

Con su ejemplo pude desprenderme de todo, para reconocerme en ellos y romper con el estúpido mito del mercenario. Sentir su dolor, su tristeza y su fortaleza moral ante la historia me hizo mejor ser humano. Me siento aliviado y me siento ahora más cubano. Ojalá este filme ayude a mi país.


* Esta entrevista de DDC fue publicada originalmente en Diario de Cuba, el 21 de abril de 2021.

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