El volumen Pequeñas memorias (El Equilibrista, 2023) de la poeta cubana Fina García Marruz (La Habana, 1923-2022) fue presentado este sábado en la Feria Internacional del Libro Universitario de la Universidad Veracruzana (UV) en Xalapa, México.
“Escrito en 1955, Pequeñas memorias se refiere a un pasado reciente en la vida de la autora, que abarca desde 1937 –fecha en que la propia Fina narra su encuentro con la poesía– y que permaneció inconcluso y guardado, hasta que, ya muy mayor, trató de organizar estos recuerdos. También incluye momentos importantes de su infancia”, explicó la editora Lourdes Cairo, quien estuvo acompañada en la Unidad de Artes de la UV por la escritora –y sobrina de García Marruz– Josefina de Diego.
Inédito durante muchas décadas, el libro se enmarca dentro de los homenajes por el centenario de la autora, fallecida en su ciudad natal en junio del año pasado. “Con su partida física terminó un periodo extraordinario de la literatura cubana y también iberoamericana”, afirmó Cairo al inicio de su intervención. “Como se sabe, junto a Eliseo Diego, Cintio Vitier y Octavio Smith integró la segunda promoción del mítico grupo Orígenes”.
Pequeñas memorias cuenta con palabras de presentación y notas de Josefina de Diego –hija de Bella García Marruz, hermana de la autora, y del poeta Eliseo Diego–, quien además se encargó de seleccionar para esta edición fotografías de los álbumes familiares.
Brevemente, la sobrina repasó aquellos años relatados en estas páginas: “Fina vivió muchos años, durante su infancia y juventud, en la casa de Neptuno 308, altos, entre Águila y Galeano, en el mismo corazón de La Habana, junto a sus hermanos, tíos y padres. Formaban una familia numerosa y peculiar. Esta casa, y su vida en ella, es uno de los temas que Fina narra en su cuaderno. Desde allí iban caminando, o en tranvía, ella y su hermana Bella, mi madre, hasta la Universidad de La Habana, donde entablaron amistad con Cintio Vitier y Eliseo Diego, a quienes solo conocía de vista y con los que se casarían: Fina con Cintio, en 1946, y mi madre con Eliseo, en 1948”.
Por su parte, Cairo destacó que “esta edición, realizada por El Equilibrista y coauspiciada por la Universidad Veracruzana –que más de una vez nos han acompañado a los cubanos a iluminar zonas de nuestra producción literaria– cuenta con un cuidadoso trabajo con los paratextos”. Y reflexionó a continuación: “Desde el título del libro, acaso el más importante de los paratextos, la «pequeñez» de estas memorias nos remite al San Agustín de las Confesiones, no solamente desde el peso de la conversión católica de Fina, narrada aquí y (cito de Confesiones) «a la verdad de los pensamientos que formaba sobre cosas pequeñas» y que fue tan del gusto del escritor de La ciudad de Dios. Un ser humano que es una pequeña parte de la creación y a la vez construye y rescata espacios interiores en un tiempo, suspendidos por una atención que proviene, no sólo de escribir la poesía, sino de haberse instalado en ella como experiencia vital principalísima, que marcará el devenir existencial posterior. Por eso, para Fina, el realismo verdadero, es el de la misericordia. Una mujer entregada a las labores menudas contribuye al orden del mundo porque sirve a la luz”.
Otros documentos tan íntimos como valiosos se incluyen en este volumen: “la dedicatoria de Canción del puño y letra de Juan Ramón Jiménez, una foto del Teatro Campoamor (donde impartieron sus conferencias y lecturas de poemas muchos de los escritores exiliados españoles que estuvieron en Cuba con motivo de la Guerra Civil en su país) y un programa de una función de teatro en La Habana donde se dio a conocer la infausta noticia de la confirmación de la muerte de Federico García Lorca. Fina y Bella se encontraban presentes en esa función. Tenían trece y catorce años respectivamente. La imagen de la cubierta pertenece al álbum personal de Fina García Marruz. Es una foto de las que se hacían comúnmente en La Habana, tomada por fotógrafos ambulantes”, apuntó la editora.
Antes del final, Cairo dio fe de que Pequeñas maniobras es “un libro donde Fina García Marruz consigue páginas de una belleza arrasadora”. Y todavía más: “Un testimonio de cómo es vivir en la Poesía”.