Glauco Mattoso
Glauco Mattoso

Presentar un pequeño trecho de la aventura poética de Glauco Mattoso (seudónimo de Pedro José Ferreira da Silva) es adentrarse en una de las experiencias más radicales y transgresoras de la poesía brasileña y posiblemente de la lírica de todo nuestro continente. Nacido en Sâo Paulo el 29 de julio de 1951, su primer aporte significativo a la escritura fue la elección de su propio seudónimo, que constituye un juego semántico en el que hace alusión al término usado para los que sufren de glaucoma y también a Gregorio de Matos (1636-1696), otro poeta brasileño lleno de demonios, de quién él se considera heredero en la sátira política y la crítica de las costumbres.

Glauco Mattoso es un autor extremadamente prolífero, que ha producido entre sus diversas creaciones cerca de 6 000 sonetos. Su espíritu libre y extremadamente fuerte ante el efecto progresivo del glaucoma que lo condujo a la pérdida definitiva de la visión ha logrado implantar una manera única de expresar dentro de la literatura de su país. Abocado con frecuencia en sus textos a temas tan polémicos como la pornografía, la homosexualidad, y la legitimación de diversos fetiches logra imprimirles a sus composiciones un aliento de peso trascendental que las preserva de lo vulgar.

Él conoce muy bien ciertos pasajes de la tradición lusófona de donde extrae los contenidos adecuados para trabajar el humor y la parodia, registros desde los cuales se ha ido convirtiendo en un verdadero maestro. Digamos que estamos ante un artista de estómago poderoso capaz de digerir las más trabadas circunstancias.

Soneto 332 cromatológico

El Blanco es sumatoria; el negro, ausencia.
El verde es el tono de azul con amarillo
El gris es un negro y blanco menos bello.
Violeta es un desafío para la ciencia
Marrón y crema es mera consecuencia
Mostaza y naranja no me cepillo.
Magenta y sepia existen solo en la imprenta
Rojo es comunista o emergencia.
Manía del pintor, como del valor,
los colores son constantes citaciones:
carmín, rosado, púrpura, escarlata.
Matices, sangre en manchas y borrones
hicieron de mi ojo este tomate,
y solo guardé del color recordaciones.

Soneto futbolístico

Machismo es futbol y amor a los pies,
son machos adorando pies de macho,
y en ese mundo mágico me hallo,
en medio de los fans a una camisera diez.
Envidio a los masajistas de los Pelés
en los lúdicos momentos de relajación,
sirviéndoles de chancha y de alfombra,
llevando la lengua allí, a ras de suelo.
Es lógico que un ciego como yo
no puede convocar al titular
de un club brasileño o europeo.
Me conformo en chupar el pulgar
del pie del que aún no venció
ni siquiera la más local preliminar.

Soneto 951 (nacimiento)

Nací glaucomatoso, no poeta.
Poeta me torné por la revuelta
que contra el mundo la lengua sucia suelta
y la vida a la barata interpreta.

Bastardo como bardo, mi meta
jamás fue al gurú servir de escolta
ni creer que lo del Mesías venga de vuelta,
pero si invectiva todo lo que veta.

Compenso lo que en el abuso se me impone
(pedal –humillación) con mi fetiche,
lambiendo, por debajo, los pies del verdugo.

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Pero no compenso, ni con el gozo abundante,
masoquista, esta ceguera, y mis porno
poemas de bocage son pastiche.

 Quedé encendido

dentro de
un segundo
en primera
mano
el tercer
mundo
en su cuarto
ensancha
el globo y no
pestañé.

Envidia del pecado y viceversa

Me intriga Ulisiño, un chimpancé
que pantalones usa y tenis pone en el pie.
Un día pregunté por qué es que el dueño
hace gestión de que Ulises pantalones vista,
si pelos por el cuerpo tiene un mono.
Sorpresa me causó su respuesta:
“¡Así él se comporta como gente!
Si no, él se chupa, fácil: siente
deseo, se curva y el falo en la boca recuesta…”
Pensé: “¡eso es lo que yo, avaro, ambiciono!
¡Autofelación! ¿eh? ¡Ojalá contorsionista
yo fuese! ¡Que faltase, a la noche, el sueño!
¡Qué pena, ni con la lengua llego hasta
mi pie, no soy mono, y Ulises es!

Soneto Glaucomatoso (242)

Barroco es una farsa cuya llave
depende del estilo del cliente.

Vendiendo alguna dosis de tal vez
compone todo el calendario solo en clave.

Glaucoma es una molestia ocular grave,
vendetta original de quien nos hizo.

Quemar y torturar con las tenazas
comparado al morbo es más suave.

Refinamiento es una palabra que bien contiene
a Góngora, Quevedo, o Torquemada
en la formula forjada dentro del horno.

Mucho antes que la visión se torne en nada,
los colores del arcoíris forman malla
concéntrica en la noche iluminada.

Madrigal visual

El ciego concretista palpa el pie
y lee, en el maní, hasta el disparate.

Nadie es más poeta ni concreto
que el ciego que tantea la dimensión
de la letra en la palabra, único objeto.
En cada grano palpable, el ojo de ellos
no ve sentido alguno, pero interpreto
yo, sin la luz del día, el color del grano.

Profano profeta (3390)

Esperma de palabra se deriva
en fértil mente y en lira creativa.

Semántica o sintaxis, solo, no basta
ni son imprescindibles metro y rima
si la escritura sorprende y la pena es vasta.

Conozco un tal poeta y en el veo
de olímpicas metrópolis el exhausto,
el gozo azul del impúber muchacho,
la samba en arpa, y el rock en órgano.
Es mágico y sublime el pederasta
que al maldito mito se aproxima
y del castizo canon se aparta.
En el Orgasmo oral de los jóvenes está viva
la llama que dejó Roberto Piva.

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RICARDO ALBERTO PÉREZ
Ricardo Alberto Pérez (Arroyo Naranjo, 1963). Escritor y traductor. Es autor de los cuadernos de poesía ¿Para qué el cine? (Unión, La Habana, 2011) y Vengan a ver las palomas de Varsovia (Letras Cubanas, La Habana, 2013). En 2008 publicó la antología personal Los tuberculosos y otros poemas (Torre de Letras, La Habana, 2008). Ha traducido a Paulo Leminski y otros poetas brasileños. Fue miembro del grupo literario Diáspora(s).

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