Los sonidos de la trama
Tengo una afición: creo bandas sonoras basadas en los libros que voy leyendo. Es un ejercicio de paciencia y de goces puntuales. La lectura lineal se interrumpe (hay que anotar y enlistar), pero también se abre a dimensiones sonoras y a imaginaciones acústicas ahí donde aparecen escritos el nombre de una canción, de un/a cantante o de un/a compositor/a. Pasamos usualmente de largo por estas inscripciones; las asumimos como datos textuales que engrosan el repertorio de referencias de cualquier texto literario. Las bandas sonoras que irán apareciendo en este espacio, gracias a la gentileza de Rialta, rescatan esos datos y construyen mundos sonoros que habitan los universos de algunos libros. No hay sistema detrás de su confección. Es el azar de mis lecturas quien las provoca, aunque respeto una regla: en ellas aparecen sólo lo que las obras mencionan. Las bandas sonoras que inventamos para una historia son otro género de la imaginación, más libre que el que presento aquí, pero también más inabarcable.
(Si tienes una banda sonora de alguna obra que hayas leído y quieres que aparezca en esta sección, puedes enviármela en forma de lista o el link para reproducirla, con un pequeño comentario, a [email protected]).
Banda sonora Otra vez el mar, Reinaldo Arenas

Escrita al menos tres veces (finalmente publicada en 1982), esta intensa novela de Reinaldo Arenas se divide en dos partes: en la primera habla una mujer innombrada, Ella, y en la segunda leemos los seis “cantos” de Héctor, que combinan prosa y monólogo poético: “[d]esafiante, blasfemo, cínico, vengativo y desolado, Héctor entona con estos cantos un lamento desnudo” (César Salgado).
Ella y Héctor son una pareja caída emocionalmente, en crisis, principalmente por sus insatisfacciones, derivadas del hecho de la homosexualidad reprimida del segundo, pero también de las angustias y los sinsabores de vivir en un país pobre, políticamente opresivo, y en camino hacia un autoritarismo letal.
La banda sonora de Otra vez el mar pareciera reunir en una sola atmósfera auditiva las dos citas de Octavio Paz y de José Lezama Lima que abren respectivamente las secciones del libro: “La memoria es un presente que no termina nunca de pasar” (p. 11) y “El hombre desnudo entona su propia miseria” (p. 159). Junto a los sonidos de “La Internacional”, que forman parte de un ambiente pesadillesco y de adoctrinamiento ideológico, escuchamos a Pedro Infante junto a Ella, imbricado en sus agonías matrimoniales. De la radio salen los sonidos de muchas de las canciones, como sucedía en Viaje a La Habana. Un despertar amargo y desilusionado a la realidad de un país que rechazan y a su propia vida emocional marca a los dos personajes, con trágicas consecuencias en especial para Héctor, que se suicida. La voz de Barbarito Diez y la letra de “Aquella tarde” encapsulan estas crisis: “Yo quiero que tú me quieras / y eres tan cruel que me desprecias. / […] Oye, en noches pasadas soñé que yo era tu amor / y al despertar me encontré con la realidad / que jamás me querrás”.
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