Ana María Simo, cuyo artículo en este mismo suplemento gay fue tan elocuente sobre el tema de la misoginia y la homofobia en la escena artística latinoamericana, demuestra tristemente la visión de túnel que aflige a los emigrados cubanos que están obsesionados en su mentalidad anticubana y antirrevolucionaria cuando el tema en cuestión es Cuba.  ¿En cuanto a sus acusaciones contra nosotros? Sus bravuconadas la llevan por mal camino. Lourdes Argüelles no era una niña de brazos cuando llegó aquí; vino con dieciocho años, habiendo crecido en La Habana prerrevolucionaria. Sí, ella ha hecho algo de investigación sociológica. Con un doctorado en metodología, ha realizado investigaciones empíricas (ver su “Homophobia’s Victims: Children of Gay Partners” en Abt & Stuart, Children of Separation and Divorce, Van Nostram, 1981) y ha entrevistado a numerosos homosexuales y heterosexuales. Tanto Argüelles como Ruby Rich han entrevistado, extensamente, a homosexuales cubanos en Estados Unidos y en Cuba sobre sus experiencias y perspectivas. Desafortunadamente, el espacio limitado en el Native no nos permite entrar en el nivel de detalle que querríamos, como sí hicimos en la conferencia durante la National Women’s Studies Association esta primavera. Pero Simo está siendo insincera. ¿Crupieres lesbianas en asilos de ancianos? Por favor. Muchas están justo en sus cincuenta y nos sorprendería tremendamente si Ana María nunca se las encontró en el hoy bastante conocido bar Tijuana aquí en Nueva York. En cuanto a la experiencia en la isla, ahí encontramos una diferencia real entre nosotros: ambos hemos estado ahí y continuaremos regresando, pero Simo no ha vuelto después de marcharse hace una década.

En cuanto a lo que dice Ramos, una corrección a sus acusaciones se hace necesaria: Argüelles no es editora de Areíto — como se podrá ver si se le echa un vistazo a la cabecera de la revista–, sino un miembro de un numeroso Consejo de Redacción. Esperamos que en los “detallados” artículos que aparecerán próximamente en Mariel se preste mejor atención al detalle. La carta de Allen Young es la más triste. En su fervor por demostrar sus credenciales anticastristas de nuevo cuño, termina por presentar a Arenas como un héroe. En nuestro último encuentro con Arenas, en febrero de 1982, este no lucía como un “valiente”, ya que se encontraba con el staff de Jesse Helms y otros elementos más bien dudosos en una Conferencia de Intelectuales por una Cuba Libre, en Washington D.C., aplaudido por veteranos de la invasión de Bahía de Cochinos.

Curiosamente, ninguno de los que escribieron cartas se percató del único error en nuestro artículo. Escribimos que los campamentos de la UMAP para homosexuales funcionaron desde “principios hasta mediados de los 60”, pero, de hecho, fueron abiertos en 1965 y cerraron en 1967.

Finalmente, para los lectores de Native que puedan sentirse desconcertados por la furia despertada por un artículo aparentemente amable, esta columna debe probar un punto: la homofobia cubana es un tema político serio entre la comunidad cubana en Estados Unidos, y uno que arrastra claras líneas políticas. Tengan cuidado.


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