Protestas del Black Lives Matter en Brooklyn: testimonio de Ezequiel Zaidenwerg

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FOTO Ezequiel Zaidenwerg

“Some day is now!” –parecen decir los ríos de manifestantes que se han desbordado en las calles estadounidenses por más de quince días ya. Desde 1968, con las protestas contra la Guerra de Vietnam, el Movimiento por los derechos civiles y el asesinato de Martin Luther King, los Estados Unidos no eran atravesados por un clima semejante. El origen de los sucesos de 2020 se remonta al pasado 25 de mayo, con la muerte de otro afroamericano a manos de la policía. Frente al fallecimiento de George Floyd en Minneapolis, el movimiento Black Lives Matter –nacido en las redes sociales en 2013, a raíz de la muerte del adolescente Trayvon Martin– ha vuelto a ser fatalmente noticia.

Desde Brooklyn, hemos podido seguir un fragmento de los hechos, gracias a las fotos y el testimonio del poeta y traductor argentino Ezequiel Zaidenwerg, quien registró las protestas en esa barriada, justamente el día 2.

En breve conversación, a propósito de lo vivido y lo captado por su cámara, Zaidenwerg nos acerca un poco más a eso que ha sido fijado por las imágenes que nos muestra. A través de su prisma, como a través del lente, lo vemos releer los símbolos que lo rodean, interpretándolos según su experiencia y su don asociativo. Como se empeña en acotar en el primero de los audios que me envía por WhatsApp, con la suya estamos ante la opinión y la mirada de alguien que piensa la política desde la cultura:

“Me parece que este es un momento muy extraño. En primer lugar, está eso de salir a marchar con la cara tapada –por una cuestión de necesidad sanitaria y norma, no de obligación, porque no es obligatorio, pero sí por fuerte recomendación sanitaria–. Y es que en Argentina o en Latinoamérica tenemos la idea de que las personas que van a marchar con la cara tapada son las que van a producir disturbios.

Por otra parte, hay un tema que me obsesiona: la cuestión de la respiración. Me parece que hay algo muy perverso en el hecho de que en medio de una pandemia (cuando lo que está en juego es el carácter público, imposible de privatizar, del aire) a George Floyd lo haya asesinado la policía, encarnando de manera siniestra el arrogarse el poder de decir quién respira y quién no. Las últimas palabras de George Floyd fueron «no puedo respirar». Ese «no puedo respirar» cobra un sentido particularmente horroroso en el momento en que estamos, cuando el aire que respira uno es el aire que respiramos todes y cuando precisamente el síntoma de la Covid-19 es una crisis respiratoria. Y, como ya sabemos, la pandemia afecta en especial a las comunidades más vulnerables, que son las racializadas. Entonces, el asesinato por asfixia a manos de la policía de Minneapolis es una perversa puesta en acto de ese entramado de violencias estructurales.

Otro hecho sumamente siniestro es que a Floyd lo mataron por intentar pagar un paquete de cigarrillos, con un billete supuestamente falso de veinte dólares. El acto de fumar nos devuelve así al asunto de lo pulmonar, a la legislación sobre el aire.”

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FOTO Ezequiel Zaidenwerg

Esta es la primera vez que Zaidenwerg hace un “registro documental de una protesta en sentido deliberado”. Ya que, si bien salió a protestar, llevando en andas sus pancartas, llevaba también consigo la cámara, pues le interesaba muchísimo registrar las manifestaciones y participar de ellas, lo que sin dudas volverá a hacer.

Como de seguro muchos de los que acudieron, él supo de la marcha a través de las redes sociales, específicamente porque sigue “una cuenta que se llama justiceforgeorgenyc, y que te dice a donde ir a marchar según donde estés”. Como vecino de Brooklyn, y aunque su barrio es de los que han ido gentrificándose, nos explica que en el lugar de la marcha ese fenómeno es aún más perceptible. De ahí que el desfile al que asistió se caracterizara por ser “muy pacífico y muy tranquilo”, nutrido de “mucha gente blanca” junto a “gente brown –como dicen acá– e inmigrantes”.

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En un acto de impersonation al que está acostumbrado por su “permeabilidad” o empatía como traductor, sus retratos se interesan por hablarles a muchos de los subalternos, más que por hablar de y muchos menos por ellos. De la infinitud de sudacas y de latinos de Nueva York, de cuyas filas es parte, afirma: “Yo traté de documentar los carteles que vinculaban las reivindicaciones de la comunidad afroestadounidense también un poco con la latina”.

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FOTO Ezequiel Zaidenwerg

Los letreros lo dicen, y a ratos igualmente las voces que logró captar: un indocumentado, dos brasileños (Marielle y João Pedro), una mujer de descendencia panameña –de la que hizo un video “como reportando hacia Latinoamericana”, si bien no hablaba en español–. Y entre ellos, una captura insoslayable: la pancarta de otros de los tantos ninguneados, los miembros negros de la comunidad trans, que esgrimían el mensaje: “Black Trans Lives Matter”.

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FOTO Ezequiel Zaidenwerg

En cuanto al contexto de discriminaciones en que estas luchas y explosiones sociales acontecen, Ezequiel Zaidenwerg introduce una reflexión acerca del neoliberalismo, el cual, “contrariamente a la creencia de sentido común de que es una retirada del Estado”, demostraría, con acontecimientos como este, una naturaleza que “en vez de ecualizar con mecanismos de inclusión y de igualdad, aumentando el alcance del Estado de bienestar, lo modula a un mínimo, a la vez que estimula una metástasis de los servicios de seguridad”.

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FOTO Ezequiel Zaidenwerg

Si alguna de las fotos compartidas por Zaidenwerg se nos ha quedado en la retina es la de un niño negro que nos mira resplandeciente desde el techo de un carro. De esta imagen, el poeta argentino nos cuenta:

“En cuanto a la del niño que tomé, otra versión la eligió como foto de la semana National Geographic. Es una foto más lejana, del niño levantando un clavel en una mano y en la otra, una bandera de los Estados Unidos. Me parece que el filtro es más cuestionable al haber elegido eso. Porque subraya la cuestión chovinista y alude al hecho extraño, y también siniestro, de que el asesino de George Floyd, el policía, se llama Derek Chauvin –o sea, el chovinismo encarnado totalmente.

En cuanto al clavel, es un clavel blanco… [describe y en su voz resuena la ironía argentina y cierta rabia contenida]. Entiendo que el clavel significa ahí lo que brota, lo que irrumpe, lo que se renueva… Pero, ¿viste?, las flores son lo primero que se mueren; y eso pasa con las vidas negras acá. Yo también tomé esa foto que publicó el fotógrafo de National Geographic, pero preferí no usarla. Me parece que la simbología de la foto que yo tomé está más cerca de lo que vi, de lo que está pasando…, frente a esa cosa patriotera, triunfalista y retórica de la foto que publicó National Geographic.”

Ezequiel Zaidenwerg | Rialta
FOTO Ezequiel Zaidenwerg

Como alguien aficionado a la fotografía, un “principiante”, Zaidenwerg afirma lo que sus fotos dejan entrever: su gran interés por el retrato, una actividad que lleva a la par de sus labores como poeta y traductor y de la que pueden verse otras huellas en su cuenta de Instagram. Y es que el retrato, las fotos en general, son para él algo que “se define por el marco, por lo que corta, como el poema, en cierto sentido”. Ese retratar al otro es, por qué no, algo que piensa y acomete como si tradujera lo que ve en una persona: “una imagen, una forma de cortar, de encuadrar, de ponerle, de recibir la mirada” que le está dando quien a su vez lo mira.

Un fresco colectivo en cuyos rostros y urgencias se leen desigualdades crónicas y se revive la cruenta biografía del mundo. Colonización y patriarcado, esclavitud y neoliberalismo, subdesarrollo y migraciones. Humanidad que no piensa que mañana será otro día y que, entre empoderamientos cruzados y fraternidades, clama por el final feliz que le ha sido esquilmado. Por libertades vividas en igualdad, sin tragar en seco, sin hacer silencio.

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JAMILA MEDINA RÍOS
Jamila Medina Ríos en poesía: Huecos de araña (Premio David, 2008), Primaveras cortadas (México D. F., 2011), Del corazón de la col y otras mentiras (La Habana, 2013), Anémona (Santa Clara, 2013; Madrid, 2016), País de la siguaraya (Premio Nicolás Guillén, 2017), y las antologías Traffic Jam (San Juan, 2015), Para empinar un papalote (San José, 2015) y JamSession (Querétaro, 2017). Jamila Medina en narrativa: Ratas en la alta noche (México D.F., 2011) y Escritos en servilletas de papel (Holguín, 2011). Jamila M. Ríos (Holguín, 1981) en ensayo: Diseminaciones de Calvert Casey (Premio Alejo Carpentier, 2012), cuyos títulos ha reditado, compilado y prologado para Cuba y Argentina. J. Medina Ríos como editora y JMR para Rialta Magazine. Máster en Lingüística Aplicada con un estudio sobre la retórica revolucionaria en la obra de Nara Mansur; proyecta su doctorado sobre el ideario mambí en las artes y las letras cubanas. Nadadora, filóloga, ciclista, cometa viajera; aunque se preferiría paracaidista o espeleóloga. Integra el staff del proyecto Rialta.

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