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Raupa y el colectivo Supervivo ilustran campañas por Covid-19

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Ya se sabe que el humor ha sido y es escudo de protección contra miedos y caldo de cultivo donde se ahogan y sobrenadan nuestros tabúes, prejuicios y quimeras. También es archiconocido –digámoslo con chovinismo– que el cubano se identifica, entre otros estereotipos, por su apego al “choteo” y al “relajo” –Mañach y Ortiz dixit— y que echa pa’lante siempre con la frase de “a mal tiempo, buena cara”, muerto de gracia con sus desgracias. Claro que ni el humor es exclusivo del “cubaneo” ni esta pandemia de 2020 ha dejado país contagiado o por contagiar que no haya hecho por ejercer la carcajada. Desplegada contra los políticos, en pro de la ciencia y queriendo insuflar una alegría casi recetada, que se espera que suba el sistema inmune y también haga lo suyo, junto al nasobuco, la risa ha estado al orden del día en memes o posts viralizados en redes, y forma parte de una tormenta (no precisamente citoquínica) de nuevos emoticones, gifs y stickers estrenados para la ocasión, que no respetan distanciares ni fronteras.

Iconos, ritos y altares de la cultura occidental y de la local han sufrido o gozado los embates de la parodia. Desde los filósofos (Marx, Foucault, Kant…) o las beldades del arte (desde La Mona Lisa hasta nuestra Gitana tropical) hasta los héroes de nuestros cómics o animados favoritos (Mafalda, Spiderman, los Simpsons, Elpidio Valdés); desde el mejor amigo del hombre (ora azorado de vernos con bozal ora alquilándose por una vuelta a la manzana), hasta bares y barberías; del sexo a la dieta y del papel Biblia al sanitario. Varios medios se han hecho eco del fenómeno, mostrando en minigalerías jocosas suficiente material de aquí o de allá, entre ellos: ADN, Árbol Invertido, Cubita Now

En la andanada puede hallarse de todo, y se han hecho espacio también chistes xenófobos, sexistas, racistas, elitistas, egoístas y desco(lo)cados… Como también hay que decir que –dado el caso– si se atisba con tino en el Instagram de varios creadores cubanos, se encuentra uno con caricaturistas estrellas como Gustavo Rodríguez (Garrincha) o Alen Lauzán, que siguen poniéndola buena sea cual sea su lugar de enunciación, a pesar de que la cuarentena en el globo se haya extendido mucho más allá de lo etimológico.

Hacer del humor arte y a la vez un arma de socialización de algunos tips que ayuden a batirse con el monstruo es, por su lado, el toro que ha querido d/tomar por los cuernos otro grupo de artistas, entre ellos diseñadores como Raúl Valdés González (Raupa) (La Habana, 1980) o los nucleados por el fanzine Supervivo, de cuya propensión a alimentar una ética y un civismo en el contexto cubano he puesto ejemplos ya antes aquí. Del contrapunto entre sus propuestas, y de la utilidad y las virtudes de su emprendimiento en medio de la coyuntura del confinamiento y el distanciamiento social, me he sentido motivada a hablar desde que comencé a ver aparecer a unos y otro en la pantalla de mi teléfono, haciéndonos más llevaderas y responsables las jornadas y contribuyendo así al bienestar ciudadano, que no solo al individual. También debe decirse –y no por haberlos descubierto hace nada puedo obviarlos–, que existe otro colectivo de dibujantes como xel2, que se ha dedicado a mirar la Covid, desde la tesitura de Lauzán y Garrincha, con el humor como antídoto y sin entrar en labores de consejeros.

Graduado del ISDI donde ha ejercido como profesor, Raupa ha trabajado igualmente como diseñador gráfico en el Museo Nacional de Bellas Artes, en la Casa de las Américas y en publicidad, por ejemplo, para Havana Club. Autor de carteles cinematográficos de festivales y películas como Los dioses rotos (2008), Conducta (2014), Sergio y Serguei (2017). Es miembro de Nocturnal, donde él y otros cuatro colegas (Hollands y Giselle Monzón, Mola, Nelson Ponce) han emprendido proyectos cartelísticos numerosos, entre ellos, acaso el más reciente como colectivo, el Habana 500, que se exhibió en la Fábrica de Arte Cubano a finales de 2019. Raupa, Mola y Ponce –quienes vienen juntos desde el ya casi mítico grupo Camaleón– han sido asimismo realizadores audiovisuales de clips como El vuelo del moscardón de Aldo López-Gavilán o Libre de Eme Alfonso.

Las propuestas de Raupa en cuarentena se pueden ver, de hecho, buceando en la página de Nocturnal, pero han llegado a mí a través de su Instagram y hasta el viernes 17 de abril sumaban un cuarteto. Enfocadas en las cifras locales de adultos mayores, esa capa vulnerable de la población mundial, como parte de la campaña “Siempre amanece”, estas brevísimas animaciones comenzaron a aparecer desde el 6 de abril y tienen a la fecha un promedio aproximado de más de 250 reproducciones. Desde el primero (con más de 300 vistas) hasta el último (publicado hace cuatro días), el mensaje concluye con la apelación a cuidar de nuestros abuelos “como antes ellos cuidaron de nosotros”, tendiéndoles la mano en calidad de familiares, amigos, vecinos o desconocidos. Azul cercano al violeta, naranja, negro y blanco son los colores que identifican estos spots apoyados por la Unión Europea en Cuba, que no dejan que olvidemos la deuda con los ancestros y entre cuyos hashtags se lee #JuntosPodemos, #FuerzaCuba. Contribución responsable a detener la propagación de la pandemia, a que no colapse el sistema de salud y a la vida –en fin, en principio– de todos esos ancianos solitarios que andan expuestos por las calles aún en esta época, a los que una bocanada de altruismo pudiera sin dudas devolver fuerzas, ayudar a paliar y a atravesar la hecatombe.

Aunque similar en la intención de abogar por la sociedad, otra es la tesitura de los posts del colectivo Supervivo, por la manera en que se ha gestado, por el formato y lo variopinto de los contribuyentes, así como por el liderazgo que los mueve y por la amplitud de los mensajes. También las vías de visibilización han sido las mismas y otras. Aunque no han ni he sistematizado, entre likes y vistas y comentarios, el alcance real que puedan tener, sí hay que decir que se suma a Instagram y a Facebook, en su caso, el estado del WhatsApp de muchos de sus hacedores y un canal de Telegram. En este último se pueden navegar y descargar tanto los números de la revista, que llevan haciendo desde 2013, como sus sugerencias y advertencias diarias para esta temporada de la que no se ve ni por asomo el capítulo final en el horizonte.

Tras una iluminación casi literal, buscando dentro y fuera suyo qué hacer para poner barricada y dar de sí en estos días tremendos –cuando ya las medidas estatales comenzaron a tomárselo en serio por fin y “el mantecao” empezó a mostrar y romper dientes–, Mauricio Vega engrasó esos radares suyos de largo alcance y el 22 de marzo echó a andar la idea entre la horda de supervivientes. Llamó entonces a capítulo a esos que siempre tienen “la moralina alta” –para decirlo como me lo tira él mismo en WhatsApp– y que no dejan de trabajar desde el arte con su deje de didactismo, pues les interesa más que mostrar las llagas, la infección, “proponer” la cura, una vacuna que a lo Tomás Romay empiezan por ponerse ellos mismos. Respondieron enseguida, ya esa noche, @jibaro_cuba y @elmenorenlahabana, para coger –como me cuenta– “el primer y el segundo turno al bate”; y comenzó la función (social).

Desde el 23 de marzo fueron llegando las entregas y desde entonces han desfilado por la serie, generando ideas y precaución entre los que ven y oyen consejos, para llegar a viejos (¡sí, señor!), unos veinte creadores que ya eran del team de Supervivo, entre los que se han venido a sumar cinco “debutantes” (@cristinacastanedo, @abrahamluzvision, @armandoti97, @wimarverdecia, el mismísimo @edel_rodriguez_mola). Y vendrán más, preparándonos para lo que viene. Otros, si bien no han dibujado, han ido regalándoles ideas (como @nestorsire le cantó las cuarenta a las fake news en feat con @hugo_a.r.t.comic). Porque la tarea es ardua para decir cada día algo útil con habilidad y sin aburrir, sin sermonear, llegando… tocando puertas-mentes-corazones. Uno de los sellos que toca la clave aquí –y que Mauricio no me deja olvidar, con razón– es que el mensaje de Supervivo es verdaderamente para supervivir, como nos tienen acostumbrados. No va dirigido a los que se mantienen a resguardo encuevados (no, ¡qué va!); porque –como lo conversamos– eso es imposible en un contexto como el cubano, y convocar al #quedatencasa parece de una hipocresía rayana en la indignación, en lo ofensivo más que en la ofensiva.

Por eso los consejos, adaptados a “la caliente” y a los que van “pa’encima e la caliente” –como dice la canción–, van dirigidos al que tiene que salir a buscar “la mástica”, dejando toda mística a un lado, en un país donde cotidianamente es duro buscar condumio y avituallamientos, y donde los emprendimientos (privados o no) de la entrega a domicilio y la compra online están por mucho aún en pañales.

Nasobuco en ristre, que tapa el bigote pero no la sonrisa, llevando al hombro las compras y en mente las mil previsiones posibles para trasegar y salir alive de “la molotera”, del colerío y del gentío, va así el superviviente de estas ilustraciones. Callejea tratando de pasearse la Covid-19, con su equipo de protección estilo miau-miau, como un superhéroe de lo cotidiano, que sólo cuando “resuelve” es que va “directo pal gao” a clorarse como los orishas mandan. Entre sus láminas –que les llamo así porque, cuando estos días de resistencia nos den un respiro sano por fin, los de Supervivo piensan hacer un número que las contenga a todas, o tal vez un libro–, a través de sus trazos blanco y negro, se pueden seguir nuestras fobias e ilusiones, medir el pulso de lo que ha ido pasando en el país, tanto en lo que a orientaciones gubernamentales se refiere como respecto a lo que la gente “de a pie” ha ido generando, de malo y de bueno, de cal y de arena.

Los autores que han desfilado por esta serie superviva tosen “con estilo”, pero se lavan el estilo antes de saludar, porque quieren aprender como el resto “a medir el peligro” para salir descoronados de este espinoso asunto. Sólo cruzan las barreras para echar una mano al necesitado y para echar mano también de cualesquiera de las tradiciones del cómic, aunque son (casi) tod@s cuban@s: @jesusandrestravieso, @mr_friendship_jibaro, @frank_g_bm, @zardoyacuba, @ramsestoons, @mr_selfdest, @artby_iran, @yaimel1983, @montos1985, @fonckcolor, @maryestherlemuscordero, @mayo.bous y @jenniferancizar. Excepto uno, @jacobromeo, nada menos que originario “del norte revuelto” –como se lo saco al vuelo a Mauricio de la boca.

Como el humor o el arte enfocados en lo social, que participa del habla vivaz de la urbe y del monte, del imaginario de un país, puede que algunos de estos mensajes parezcan muy codificados (muy confinados al terruño, al argot) para los que no son de aquí, para los que no viven como aquí se supervive. No sé, habría que probar a ver y a compartir sin miedo a que se viralice la palabra bien puesta. Una investigación seductora sería la de panear mucho de lo que se ha hecho en disímiles puntos del planeta, desde este ámbito, para avistar constantes y singularidades: un patrón, una partitura, una recámara de risas trágicas, pero con su punto de terquedad, de valentía, de fe. Sin embargo, la intención primera de este colectivo es tirar y tirar bien, para dar en la diana que es en los seres humanos que quieren proteger. Con esos sin duda saben instaurar diálogo y es una lástima quizás que sus consejos no hayan podido circular como volantes de guagua en guagua, cuando aún no se había parado el transporte público, o de cola en cola, bajo ese sol que no perdona.

Para seguirla echando después, para cuando llegue el momento en que, de reírnos para no llorar, pasemos a reírnos de lo lindo, quiere hoy darnos su teque (sin que suene a teque) este colectivo. Leyéndolo, uno se siente apertrechado de mucho de lo que hace falta para encontrarnos –con el favor de la (con)ciencia y con el favor del #todopoderoso– en el futuro, caminito al porvenir, cuando salgamos del confinamiento mental con la misma euforia de estampida de la primaria, a la hora del timbre. Pero más que eso, viéndolos hacer recuerda una, en esta #cuarentenafecunda, que “más importante que mantenernos vivos es mantenernos humanos” –como nos dice el último #consejo al #día que #ElTutor y Supervivo compartieron hace unos días.

Jamila Medina Ríos en poesía: Huecos de araña (Premio David, 2008), Primaveras cortadas (México D. F., 2011), Del corazón de la col y otras mentiras (La Habana, 2013), Anémona (Santa Clara, 2013; Madrid, 2016), País de la siguaraya (Premio Nicolás Guillén, 2017), y las antologías Traffic Jam (San Juan, 2015), Para empinar un papalote (San José, 2015) y JamSession (Querétaro, 2017). Jamila Medina en narrativa: Ratas en la alta noche (México D.F., 2011) y Escritos en servilletas de papel (Holguín, 2011). Jamila M. Ríos (Holguín, 1981) en ensayo: Diseminaciones de Calvert Casey (Premio Alejo Carpentier, 2012), cuyos títulos ha reditado, compilado y prologado para Cuba y Argentina. J. Medina Ríos como editora y JMR para Rialta Magazine. Máster en Lingüística Aplicada con un estudio sobre la retórica revolucionaria en la obra de Nara Mansur; proyecta su doctorado sobre el ideario mambí en las artes y las letras cubanas. Nadadora, filóloga, ciclista, cometa viajera; aunque se preferiría paracaidista o espeleóloga. Integra el staff del proyecto Rialta.

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