La editorial española Alianza acaba de publicar el volumen Zenobia Camprubí. La llama viva, de la ensayista valenciana Emilia Cortés Ibáñez, que se presenta como la biografía más completa dedicada a quien fuera, además de mujer del poeta Juan Ramón Jiménez, una importante intelectual y una activista por los derechos de la mujer.
Según la presentación de la página web de la editorial, que califica a Camprubí como “una de las personalidades más interesantes de la primera mitad del siglo XX” español, “este libro muestra la personalidad íntima de Zenobia Camprubí a través de un conjunto de textos a menudo omitidos en las biografías tradicionales: diarios, notas, reflexiones, correspondencia”, y lo evalúa como “una biografía sorprendente, emocionante y conmovedora. En ella la voz de Zenobia resuena sin intermediarios para transmitir sus anhelos, sus preocupaciones, que fueron muchas, su dolor, que representa al de muchas mujeres de aquellos años y, sobre todo, la increíble energía y el amor sin límites que acometió en todas las facetas de su vida y todos y cada uno de los proyectos en los que se embarcó”.
La autora de La llama viva, un título que se inspira en un epíteto que Juan Ramón Jiménez aplicaba a Camprubí, ha investigado profusamente sobre la obra y la vida de esta mujer, de quien ha editado numerosos volúmenes de correspondencia, diarios y traducciones.
En declaraciones a la revista española El Cultural, Emilia Cortés explica que el libro es el resultado de veinte años de intenso trabajo, y que su intención al escribirlo es que el lector “la descubra con sus ojos, no con los míos”, a través de las extensas citas que incluye.
Por su parte, la revista literaria digital Zenda publicaba esta semana un fragmento del libro que trata sobre los conflictos económicos y de enfermedades que enfrentó el matrimonio de Camprubí y Jiménez durante su estancia en Estados Unidos, en los años cincuenta del siglo pasado. De esta parte de la biografía hay un párrafo, perteneciente a los diarios de Camprubí, que resume dramáticamente la vida del matrimonio durante estos años, que se mantenía gracias a las interminables sesiones de clases que Zenobia dictaba en universidades norteamericanas: “J. R. para mí es perfecto, más entrañable cada día, pero profundamente pesimista, analizándose con una claridad que me parte el corazón. Tengo que ser valiente y, lo más cruel para mí, dura con él a veces”.
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