Tennessee Williams en un gran cuarto de espejos. Una conversación sobre el último espectáculo de Perséfone Teatro

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Daniel Triana en ‘Tom’ de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)
Daniel Triana en ‘Tom’, de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)

Perséfone Teatro está próximo a cumplir seis años. Su recorrido dentro del paisaje del teatro cubano inició en 2015 y desde entonces sus creaciones han portado el sino de la resistencia. El sino, tal vez, del mito clásico prendido como una sutura al vaivén de su existencia. Adonis Milán, su director y fundador, junto al actor Daniel Triana, han venido trabajando en el espectáculo Tom –casi clandestino–, donde se deconstruye el imaginario del dramaturgo estadounidense Tennessee Williams. Se deconstruye para reconstruirlo a partir de nuevos sistemas de significaciones: fragmentarios, sinuosos, espinosos como una rosa; como una rosa tatuada. Adonis Milán y Daniel Triana nos confiesan que es una obra sobre el dolor y la libertad. Y como no se puede hablar de Tennessee sin hacer confesiones les pedimos otras.

Edgar Ariel

Tennessee Williams es uno de los dramaturgos del siglo XX más representados. Sin embargo, desde Perséfone Teatro no se ha querido llevar a escena una de sus obras, sino, como se trasluce a través de Tom, han preferido deconstruir su imaginario. Todo su imaginario. ¿Cómo ha sido el proceso de investigación y creación de Tom?

Adonis Milán (AM): Recoger en un espectáculo la obra de Tennessee Williams es sumamente complicado. Es una obra inmensa. De hecho, todavía estamos encontrando materiales interesantes. Por eso ha sido importante tener decisión de síntesis y saber qué deseamos mostrar de él, qué se conecta con nosotros, con nuestro tiempo. Han pasado años desde su muerte en 1983. Yo nací en 1993. Daniel Triana nació en el 97. Es increíble cómo todavía tenemos tantos puntos de contacto, tanto con la vida como con la obra de Tennessee Williams. Nuestro sufrir homosexual, nuestro signo de artistas homosexuales, de cierta manera, sigue presente en esa locura legendaria de Tennessee Williams.

Desde hace mucho tiempo siento fascinación por la obra de Tennessee Williams. Al conocer su biografía uno descubre ese paralelismo abrumador que hay entre su vida y los personajes que poblaron sus obras: todo ese mundo de trastornos femeninos, de bipolaridades. Es fascinante. Siempre amé sus dramas. Su biografía es un reflejo de la condición de muchos homosexuales. Siempre me he sentido muy reflejado en Tennessee y su obra.

Daniel Triana en ‘Tom’ de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)
Daniel Triana en ‘Tom’, de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)

Daniel Triana (DT): El proceso de investigación y creación de Tom ha sido un poco mestizo. Ha sido simultáneo el trabajo llamado “de mesa”, la investigación teórica, la configuración física, espacial, de la puesta en escena, y la caracterización del personaje, que a la vez se desdobla en muchos personajes. La exploración de mi cuerpo en escena la hicimos en paralelo al trabajo de mesa.

Desde un primer momento Adonis tenía algunos materiales que le interesaban. Al mismo tiempo yo fui leyendo mucho toda la obra de Tennessee. Él escribió muchísimo teatro. Además del conjunto de obras sureñas, las más conocidas, tiene teatro expresionista, y escribió guiones para cine…

El proceso fue ese: investigar mucho sobre su biografía, leer toda la obra narrativa, poética y dramática posible, e indagar en testimonios. Todo lo que íbamos seleccionando lo probábamos inmediatamente en escena.

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Me gustaría, en este sentido, hablar un poco sobre la dinámica del trabajo independiente, clandestino, doméstico, underground. Ya yo había hecho teatro independiente antes, pero esta vez ha tenido un encanto y una particularidad tremendos. De alguna manera, somos unos sobrevivientes en medio de todo este caos en que está sumido nuestro país, no sólo desde el punto de vista político, sino también sanitario, de abastecimiento… En medio de este verdadero caos hacer teatro es una tabla de salvación. Hacer teatro es un acto de fe.

Trabajar de manera independiente tiene muchas complejidades. En el caso de Tom toda la obra ha sido autofinanciada. Ninguna organización gubernamental o no gubernamental se ha involucrado en el patrocinio. Hemos podido hacerla gracias a la ayuda solidaria de amigos y familiares. Ha sido difícil, pero ha valido la pena. Ha sido muy bello.

Tratamos de pasar toda la investigación, todos estos materiales aleatorios sobre la vida y obra de Tennessee, por mi cuerpo, por lo que a mí me interesa decir y por lo que en este momento puedo defender como actor e individuo político. El imaginario de Tennessee es infinito. Ahí conviven personajes, seres y experiencias muy variopintos.

Tratamos de ser políticos en el sentido de estar conectados con el aquí y el ahora. Tratamos de que no fuera un teatro pancarta; aunque yo al teatro pancarta lo respeto mucho. Tratamos de llegar a un punto de encuentro entre Tennessee y mi biografía, obsesiones e intereses como hombre homosexual, como artista.

Daniel Triana en ‘Tom’ de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)
Daniel Triana en ‘Tom’, de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)

Tom es una obra que se regodea en un devenir fragmentario; en una narratividad elíptica, sinuosa. ¿Es quizá esta la única manera de seguir (de perseguir), desde el hoy, un mapa creativo tan vasto como el del dramaturgo sureño?

DT: No sé si la fragmentación y la sinuosidad sean la única manera de seguir el imaginario de Tennessee, pero fue la manera que encontramos. Es también un signo de la posmodernidad. Creo que fue la manera que escogimos para hablar de todo lo que nos interesaba.

Yo sí creo en el teatro de repertorio. Adoro el teatro de repertorio. Creo que debe existir. Creo que en Cuba debe existir una Compañía Nacional de Teatro que haga repertorio y que monte las obras enteras de Tennessee. Pero nosotros estuvimos muy influenciados por las maneras de narrar posdramáticas, liminales. Lo fragmentario es también una decisión política.

AM: Desde hace tiempo tenía pensado hacer este espectáculo a retazos sobre la vida de Tennessee. Tras leerme un libro de entrevistas de él y parte de su narrativa me pareció fascinante. Me dije: “es como una obra”. Tennessee Williams tiene eso: cada palabra que escribe, incluso desde la confesión de un entrevistado, puede ser llevada a escena. Él era el Teatro. Tenía esa cosa de narrar a través de los conflictos y las acciones. Eso es fascinante. Por eso decidí hacer este espectáculo sobre la vida del dramaturgo norteamericano, que de alguna manera es un reflejo de mi vida, por todos los puntos de contacto que tenemos. Eso fue lo que más me atrajo.

El proceso de investigación fue paulatino. Trabajamos con varios textos. Primero con las entrevistas que te mencioné, donde él habla sobre varios temas: la familia, la pareja que perdió, su obra, su homosexualidad… En paralelo buscamos los personajes más enigmáticos de sus obras: La rosa tatuada, Un tranvía llamado Deseo, Gata sobre el tejado de zinc caliente, Dulce pájaro de juventud y De repente, el último verano. También trabajamos con La noche de la iguana, pero al final decidimos decantar el texto que habíamos seleccionado.

Fue un proceso de decantación. Revisamos muchos materiales. El espectáculo fue saliendo solo. Tras revisar muchos materiales fue apareciendo, fue cogiendo cuerpo poco a poco. Todavía me parece increíble que haya salido de retazos del imaginario de Tennessee Williams.

Daniel Triana en ‘Tom’ de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)
Daniel Triana en ‘Tom’, de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)

Adonis, tengo entendido que Tom nació a partir de una idea original tuya. ¿En qué momento Daniel Triana comienza a formar parte del proyecto y en qué medida la obra se construye modelada por ambos?

AM: La idea original es mía. Hasta ahora las ideas originales de Perséfone Teatro han sido mías. Me caracterizo por tener ideas bien claras sobre lo que quiero. Había intentado hacer este espectáculo con otro actor, pero ese muchacho no entendía.

Le propuse a Daniel Triana que hiciera este trabajo. Ya tenía idea de los materiales que quería usar. Tal vez no sabía en qué orden. Sí quería empezar con los monólogos de Tom en El zoo de cristal. Luego seleccionamos, acotejamos, construimos una narrativa sobre la vida de Tennessee. A la par de esas confesiones personales trabajamos con estos seres que son los personajes de sus obras, en circunstancias muy parecidas a las experiencias que él estaba contando.

Por ejemplo: cuando él habla de Frank, su pareja, antes de eso aparece un texto de Serafina, el personaje de La rosa tatuada, una viuda italiana que pierde al marido y que se está quejando del cotilleo de las otras italianas en la parroquia. Eso es muy interesante: cómo Tennessee Williams siempre aparece reflejado en esas mujeres, personajes y conflictos. Su obra es un gran cuarto de espejos que lo reflejan a él de una manera u otra.

Daniel Triana en ‘Tom’ de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)
Daniel Triana en ‘Tom’, de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)

DT: Sí, la idea original es de Adonis. La dirección es de Adonis. Pero en Tom también hay mucho de Daniel Triana. La versión dramatúrgica es de ambos. La obra se hizo con mucha complicidad. Hubo mucho taller. Muchos materiales se desecharon. El proceso fue hermoso por esa manera artesanal de ir construyendo, investigando y obsesionándonos con algo que después llevaríamos a la escena.

Debo hacer una anécdota. El 27N, que fue un día fundacional, no sólo para el país, sino también para mí, lo inicié entregando en el ISA [Universidad de las Artes de Cuba] una carta en rechazo a la expulsión de Anamely Ramos. Luego fui al Ministerio de Cultura y en ese lugar me vio Adonis Milán, con el que no me llevaba nada bien, y me propuso hacer Auto da fe, una pieza corta de Tennessee. Así fue como él me propuso trabajar. Nuestro vínculo inició el 27N. ¿Cuántos signos están unidos en ese encuentro?

Daniel Triana es un actor que no se conforma con el buen decir o con una corporalidad más o menos hedonista. Su trabajo está marcado, sobre todo, por la investigación y por una sensibilidad experiencial que lo caracteriza. Esto último hace que introduzca en Tom rasgos de una performatividad muy elocuente. Quisiera que comentaran el trabajo actoral en Tom.

AM: Creo que Daniel Triana se encuentra en un proceso de maduración. Pienso que Tom es, hasta ahora, el punto más alto en su carrera, el reto más grande que ha tenido como actor, a pesar de que él viene de trabajar en grandes puestas en escena, con importantes directores del teatro cubano, pero siempre en roles menores. Este es el espectáculo más complicado que él ha tenido que hacer.

Daniel es un actor muy inteligente. Creo que su inteligencia radica en que, a pesar del trabajo que ha hecho anteriormente, a pesar de que viene de una formación académica como actor, primero en la ENA [Escuela Nacional de Arte], después en el ISA en Teatrología, tiene la modestia y la sabiduría de aceptar que todavía le falta por aprender. Es un actor que escucha, que se deja guiar, que comprende.

En Tom, Daniel no impuso una estética, un aprendizaje. Aunque en ocasiones de manera inconsciente le salían algunos moldes, poco a poco esos moldes se fueron transformando. Un actor debe tener esa posibilidad: más allá de las formas que tenga debe ser lo suficientemente inteligente para que esas formas no sean preconcebidas y estén en constante cambio de acuerdo a las necesidades del nuevo espectáculo y las estéticas del nuevo director.

Daniel Triana en ‘Tom’ de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)
Daniel Triana en ‘Tom’, de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)

DT: El trabajo actoral en Tom ha sido el más complejo para mí hasta ahora, pero también el más personal, el de más libertad y realización. Ha sido, sobre todo, multirreferencial. Ha sido un trabajo de una profunda contaminación de referentes, de recursos, de escuelas, de caminos, de maneras de hacer.

Tom es una obra que alterna todo el tiempo entre personajes de sus obras y un alter ego de él, un personaje medio atemporal, un personaje que vendría a ser Tom: Tennessee. Como actor he tenido que estudiar y siempre estar atento para buscar recursos nuevos. He tenido que volver a la técnica realista, al método, a Stanislavski, Uta Hagen, Meisner, Declan Donelland, he tenido que volver a todos esos maestros de la actuación. Al mismo tiempo he regresado a parte de un entrenamiento que aprendí siendo alumno y actor de Arnaldo Galbán, que a su vez fue discípulo de Nelda Castillo.

La obra tiene un nivel de compromiso físico que los métodos psicologistas no resuelven. Al mismo tiempo, he estudiado la sobreactuación desde un punto de vista contemporáneo. Sobre todo, me he fijado en las actrices de los años cuarenta, cincuenta y sesenta de Hollywood, como Ava Gardner, Vivien Leigh, Katharine Hepburn, Elizabeth Taylor… Cualquier actor contemporáneo diría que eso es sobreactuación, pero es un estilo muy codificado y reconocible que también he tenido que estudiar. Desde una mirada contemporánea ese tipo de actuación es algo folk. Esas grandes miradas, esas grandes reacciones, esos acentos…

También he tenido que realizar una reflexión consciente sobre mi realidad. En algún momento de la obra hago un distanciamiento y hablo desde Daniel Triana, sin mediaciones, sin ficción. Hablo sobre mis sueños, miedos e inquietudes como ser humano, como cubano, como persona sexo-género disidente, como artista.

La investigación no fue sólo actoral. También fue humana, política, social. Después del estreno he seguido estudiando para que el trabajo se mantenga vivo.

Adonis, en otra entrevista declaraste que Tom, sobre todo, habla sobre la libertad y el dolor. ¿Pudieran extenderse un poco más en esta idea?

AM: Efectivamente, Tom es un espectáculo que habla sobre Tennessee Williams, sobre su vida; y su vida fue marcada por el dolor, los traumas, las adicciones, por la pérdida de aquello que más amaba. Fue marcada también por el interés de seguir viviendo a través del teatro, de la escritura y el arte. Es como utilizar todas esas heridas, sufrimiento, dolor, todo ese lastre, y convertir un corazón roto en arte.

Creo que Tennessee Williams era un ser libre, por eso pudo convertir los traumas, los dolores, el tormento, en teatro. Eso es maravilloso. Ahí solo se llega cuando hay un compromiso con la libertad y la verdad muy grande.

Tennessee vivía al límite, pero sabía que en ese límite estaba la existencia. Por eso construyó esos dramas tan espectaculares que nos acompañan hasta el día de hoy.

DT: Sí, esas son dos obsesiones fundamentales en Tom. La libertad fue un punto de encuentro entre Adonis, Tennessee y yo. Es una obsesión compartida. Para mí, como budista, tiene un significado fundamental. Es una de las metas máximas para mí como ser humano: la liberación absoluta. El recorrido de este alter ego de Tennessee que hemos construido alterna todo el tiempo entre el sufrimiento y la búsqueda de la libertad.

La obra de Tennessee está marcada por individuos que no son libres y que quieren serlo. La libertad es algo casi rizomático en su vida y obra. Muchas veces el precio de esa libertad en sociedades que te constriñen es el sufrimiento. No se puede alcanzar la libertad sin el sufrimiento. Lo inevitable de la existencia es el dolor y lo que buscamos es la libertad.

Daniel Triana en ‘Tom’ de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)
Daniel Triana en ‘Tom’, de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)

Perséfone Teatro cumplirá próximamente 6 años. ¿Pudieran explicar su lugar dentro del teatro cubano?

DT: Creo que es muy importante que un grupo como Perséfone Teatro exista. Perséfone es la muestra viviente del fallo y la naturaleza totalitaria de un sistema. Perséfone representa la resistencia teatral en la medida de que es un proyecto que se ha quedado aquí, no ha emigrado. Proyectos como Perséfone pudieran existir muchos, pero todos han emigrado, todos se han cansado.

Es muy importante que Perséfone siga trabajando como la está haciendo: resistiendo a la censura, al desconocimiento absoluto de una institución que lo desprecia. Es el indicador de que el sistema institucional del gobierno cubano es excluyente, censor y autoritario. Perséfone es admirable como un espacio de resistencia a un sistema que lo desconoce voluntariamente. Un sistema que lo expulsó. Debemos empoderar a esos espacios independientes.

AM: Hemos tenido que asumir, como una maldición en ocasiones, como una bendición en otras, el mito de Perséfone, aquella diosa infernal que fue mujer de Hades y se pasaba una parte del año en el infierno y la otra con la madre en la Tierra. Hemos pasado por esa sensación durante estos seis años.

Tuvimos etapas de mucho florecimiento, de mucha vida, de mucho regocijo, como lo tenemos ahora. El problema es que hacer teatro independiente es saber que en algún momento tendrás que bajar a los infiernos y todo acabará: estarás nuevamente solo, sin actores y reinventándote hacia otro lugar. Esa siempre es la premisa en Perséfone Teatro: vida, muerte y resurrección. Saber morir y saber aceptar esa muerte para que pueda nacer algo nuevo.

Daniel Triana en ‘Tom’ de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)
Daniel Triana en ‘Tom’, de Perséfone Teatro (foto: Yaritza Guirado Alejo)

Creo que tras Tom y Hojas de hierba, un espectáculo anterior sobre el poemario de Walt Whitman, se espera una nueva etapa. Se espera un espectáculo mucho más grande. Después de seis años sería un sueño estrenar Ricardo II de William Shakespeare. Siempre he querido trabajar con un texto de Shakespeare y con toda la imaginación, el sexo y la sangre que traen esas obras y cómo todo eso puede ser conectado con nuestra realidad, con nuestro sentir.

Después de seis años te puedo decir que Perséfone Teatro es eso: la diosa recorriendo los infiernos y saliendo nuevamente cada año a presidir los equinoccios de primavera y verano. Esperemos cada etapa de vida, muerte y resurrección.

Este 30 de agosto Perséfone Teatro cumple seis años de trabajo. Se fundó en 2015. Miro hacia atrás y me veo trabajando con aficionados, haciendo obras en la Asociación Hermanos Saiz, haciendo obras en espacios disidentes, ensayando en ruinas, grabando videos para YouTube, trabajando en mi casa… Ha sido un ejercicio de constancia, resistencia, de fe en el teatro, en el arte y en la vida. Vivo para hacer teatro.

En estos seis años el lugar de Perséfone Teatro en la escena cubana lo dirá la historia cuando termine esta pesadilla que tanto ha oscurecido la vida y la obra de tantos artistas en Cuba durante los últimos 62 insufribles años. Ahora mismo, el lugar de Perséfone Teatro es el del anonimato, el del silencio, el de la resistencia en el lugar oculto, subterráneo, en la cueva. Pero un día Perséfone Teatro podrá ocupar un espacio mucho más visible en la sociedad y el teatro cubano, porque se lo merece. Ahora mismo su espacio es independiente y disidente, el espacio de la resistencia, una palabra que tanto uso porque me define.

Después de seis años, hemos hecho tantos proyectos, tantas obras… Muchas de esas obras se ensayaban y no llegaban a estrenarse. En un principio porque no había recursos y luego todo este lío con la Seguridad del Estado, todos los episodios de represión, censura y persecución que hemos sufrido. Aun así, Perséfone se ha mantenido trabajando y reinventando la manera de hacer; tratando de crear un universo.

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