La artista cubana Aimée García (Matanzas, 1972) es la invitada más reciente del proyecto Southern Idiom, una serie de exposiciones organizadas por el Southeastern Center for Contemporary Art (SECCA) de Winston-Salem (California del Norte, Estados Unidos), cuyo propósito es promover y celebrar el trabajo de artistas locales. La muestra de Aimée García, residente en esa ciudad norteamericana desde hace varios años, quedó inaugurada este sábado 5 de noviembre y permanecerá abierta hasta el 4 de diciembre próximo. Durante un mes el público asistente al SECCA podrá apreciar nuevas pinturas e instalaciones de una de las figuras más relevantes del arte cubano contemporáneo.
Black Tears, título de la exposición, es la entrega 31a de la serie Southern Idiom, que comenzó en el año 2017. Presenta las obsesiones temáticas y los rasgos de estilo que han distinguido el quehacer de la autora. Su imaginario (intensamente ligado a la experiencia y la sensibilidad femeninas) y su visualidad (de un virtuosismo técnico impactante) han garantizado que su obra se mantenga, desde hace años, en un lugar notable del mapa artístico cubano.
“El retrato femenino y el autorretrato han sido una constante en mi obra”, declaró Aimée García a propósito de Black Tears. “No me interesa hablar de mi propia vida, sino de la experiencia femenina universal. Estas obras son una invitación a reflexionar sobre la vida, la historia, las contradicciones de género, las memorias y el entorno político y social a través de un discurso existencial con múltiples implicaciones”.
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“Si bien la pintura ha sido casi siempre protagonista dentro mi producción artística, todo el tiempo he buscado imbricar otros materiales (pelo, hilos, metal, piedras, periódico, y otros), que me permitan establecer un juego simbólico, donde interactúan lo tradicional y lo contemporáneo”, explicó acerca de la naturaleza estética de las piezas exhibidas y, en general, de su poética. “En el caso de los objetos y las instalaciones busco establecer un juego con el significado de los materiales y los objetos, creando un diálogo entre el acto de intervención y el material sometido a la misma. Por ejemplo, como hago con los platos y cacerolas bordados, suelo utilizar cosas cotidianas para crear un discurso acerca de nuestro entorno cultural, político y social”.
Sobre el título que preside la exposición comentó: “Me apropio del título de esta canción [un bolero clásico cubano «Lágrimas negras» (1930)] para representar de forma poética la realidad del pueblo cubano que lucha en medio de un sistema represivo, sometido a la precariedad y el desarraigo por la migración, realidad que puede ser representativa de otros contextos en similares condiciones”.
Graduada del Instituto Superior de Arte de La Habana, Aimée García emerge en el panorama de las artes visuales de la isla durante los años noventa. En su pintura, conectada con ciertos paradigmas estéticos dominantes entonces, la artista partía de una apropiación de códigos y estilemas propios de la pintura renacentista para emprender una representación de sí misma. Ya en los retratos consumados durante esos años, y por sobre la impactante destreza de la técnica, resaltaba un gesto discursivo tendente a interrogar la naturaleza de la representación de la mujer en la historia del arte.
Con el tiempo, Aimée García ha ido explorando otros formatos y soportes: la fotografía, la instalación, la performance o la escultura; algunos de ellos también presentes en Black Tears. Esos ensayos no han prescindido nunca de las marcas estéticas distintivas de su autoría; al contrario, ella ha sabido amoldar orgánica e inteligentemente las propiedades de tales formatos y soportes a su imaginario artístico.
Como demuestra Black Tears, el retrato resulta un espacio de plenitud en la producción de esta artista. Ese “género” deviene en su caso un auténtico camino para explorar a la mujer como efecto de un discurso, consecuencia de un estadio cultural, derivación de una lucha de poder simbólica y política… La incorporación de materiales como flores o tejidos a los cuadros no sólo ha dotado de una cualidad más objetual y performática a su pintura; también ha ensanchado la posibilidad de diversos ciframientos culturales. La sagacidad, la belleza con que la autora integra esos materiales a sus composiciones genera un lirismo visual, una atmósfera ya en sí misma plenamente discursiva.
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La excelencia de la ejecución de Aimée García contribuye a la elaboración de paisajes de sentido proteicos, rizomáticos, que a la vez consiguen hacer de la experiencia estética un prodigioso viaje de placer visual. La cualidad antropofágica de su estilo, su revisión de la representación plástica del Renacimiento y otros estadios históricos del arte, constituye también un camino para escrutar “la mirada” occidental sobre el cuerpo y las emociones de las mujeres. La exploración de esa anatomía estética, y la apropiación de atributos, figuras y motivos con que se ha asociado o construido al sujeto mujer –patente en la iconografía de su pintura y en sus instalaciones y esculturas–, deriva en una impugnación de las relaciones de poder subyacentes a la inscripción del “ser femenino” en la cultura. Igualmente, y como dejan ver las obras incluidas en la muestra que ahora acoge el SECCA, se trata de una estrategia para aprehender una sensibilidad, un cosmos afectivo exclusivamente experimentado por las mujeres.
Consecuente con la originalidad de su laboratorio formal y el alcance de su discurso, Aimée García ha cosechado un sólido reconocimiento internacional. La exhibición de su obra en galerías y espacios expositivos de Alemania, Italia, Estados Unidos, España, México, Reino Unido…, así como en eventos tan importantes como las bienales de Venecia y Kwangju, confirman el interés que despierta su obra. Actualmente, piezas suyas integran, entre otras, las colecciones del Art Museum of Arizona, Neighborhood Museum of New York, University of Virginia Art Museum, Jordan Schnitzer Museum of Art, University of Oregon Eugene, y The Farber Cuban Avant-Garde Collection.
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